Miércoles 12 de julio de 2017
Nuestro compromiso como país para dignificar la infancia vulnerada
El presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Santiago Silva, manifiesta la preocupación de la Iglesia por la situación que atraviesan los niños, niñas y jóvenes que son atendidos por instituciones dependientes del Sename.
Fuente: Prensa CECh
Link fuente: http://www.iglesia.cl
Editorial:
NUESTRO COMPROMISO COMO PAÍS PARA DIGNIFICAR LA INFANCIA VULNERADA
El maltrato a los niños, niñas y jóvenes vulnerados es una situación de mucho dolor que aparece y desaparece. Copa titulares por unos dos o tres días, moviliza a las autoridades y dirigentes, suscita rostros de espanto. La exclamación nacional "¡Por qué no hicimos nada y permitimos esto!", se convierte en consigna compartida, pero efímera.
En el caso particular de las irregularidades, maltratos, abusos y muertes que se han denunciado en recintos propios y colaboradores de SENAME, un drama que se extiende por décadas, demuestra que la institucionalidad definitivamente no está a la altura. Porque el drama persiste y las responsabilidades judiciales y políticas no parecen claras. Y, además, porque las emociones y las pasiones de un día no guardan relación con el tormentoso día a día, noche a noche, que viven los menores de edad a quienes supuestamente buscamos brindar, como sociedad, amparo, protección, reinserción.
En nuestro último mensaje de Navidad, los obispos del Comité Permanente nos referíamos a "la realidad de muchos niños y niñas de nuestro país vulnerados en sus derechos y en situaciones de riesgo apremiantes" (diciembre 2016). Decíamos entonces que esta dura realidad nos debiera interpelar a todos y suscitar la búsqueda de soluciones eficaces para la debida protección y cuidado de todos los niños y niñas de nuestro país.
La dignidad de toda persona humana y, con mayor razón de aquellas que han sido vulneradas, es el valor superior que en este asunto estamos llamados a cautelar. Más que una ráfaga de acusaciones, esta es la hora de una autocrítica amplia, profunda y un tiempo de búsqueda de soluciones efectivas e integrales. No basta con el sano ejercicio de transparentar una verdad dolorosa que con toda razón nos avergüenza. Necesitamos que la autocrítica nos permita avanzar en propuestas mínimamente consensuadas y sustentables para reformar el sistema y reparar los daños causados.
Valoramos como un bien para Chile el esfuerzo que despliegan las instituciones cuando su propósito es ir en auxilio de quien más lo necesita, y comprometerse con el respeto a su dignidad y derechos. Desde hace décadas, varias instancias religiosas han volcado su misión evangelizadora al servicio de la infancia y la juventud vulnerada. Son severas las dificultades de financiamiento y las trabas de diversa índole que el sistema pone a su labor. Pero a pesar de ellas, seguimos convencidos de que parte de nuestra misión evangelizadora es acoger a los más pequeños del Señor y ofrecerles ambientes sanos, seguros y confiables para que se desarrollen y contribuyan al bien común de Chile.
Que la Virgen del Carmen, madre de Chile a quien celebramos este Domingo, proteja a los más importantes de esta discusión, que son los niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos.
+ Santiago Silva Retamales
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile