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Jueves 12 de junio de 2025

“Ponerse a Caminar”: El llamado misionero del padre Francisco Javier Manterola en la selva peruana

A los 68 años, cuando muchos piensan en el retiro, el padre Francisco Javier Manterola decidió dar un nuevo paso en su vocación. Sacerdote del clero de Santiago desde 1988, hoy sirve como misionero itinerante en la selva del Perú, específicamente en el vicariato de Yurimaguas, en una extensa región conocida como el Bajo Guayaga.

Periodista: Nazareth Quezada A.

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“Fue una sorpresa del Señor”, reconoce. Lo que comenzó como una colaboración con religiosas en terreno misionero, se transformó en una entrega completa: tres años sirviendo a más de 25 mil personas en comunidades pequeñas y dispersas, muchas de las cuales han tenido poco o ningún contacto con la fe católica.

A pesar de la precariedad, o quizás gracias a ella, el padre Francisco Javier ha descubierto una fe más auténtica y directa. “La misma naturaleza, la misma simplicidad, la precariedad de vida, hace que el contacto con Dios sea más auténtico”, comenta. “Me siento privilegiado de que el Señor se haya fijado en mí después de haber sido un sacerdote de ciudad toda la vida”.

El padre comparte que su misión no ha estado exenta de desafíos. La expansión de comunidades evangélicas y el enfriamiento de la fe católica han cambiado el panorama religioso. Sin embargo, su presencia busca reforzar la vida sacramental, la predicación y el testimonio, reconociendo también el valor de aliados como los profesores de religión en las escuelas públicas peruanas.

Para él, lo más impactante ha sido el espíritu comunitario: “Si hay un niño en peligro, todos están pendientes. Uno siente que los niños son de todos”. Esta experiencia lo ha llevado a redescubrir la riqueza del Evangelio vivido en comunidad, más allá de las estructuras urbanas.

Hoy, desde la selva, el padre hace un llamado a los jóvenes y a quienes sienten un posible llamado vocacional: “Esto es una vocación, una iniciativa del Señor. Lo más bonito es estar dispuesto. Hágase tu voluntad, como dijo la Virgen”. E insiste: “Hay que darse por entero, porque no es cómodo… pero ahí se experimenta la libertad, el gozo”.

Con humildad y determinación, concluye: “Nada peor que quedarse sentado esperando que lleguen las cosas. Hay que ponerse a caminar. Y Dios se va apareciendo entre medio de la gente”.