Viernes 14 de junio de 2019
Ser sacerdotes hoy: encontrar el amor de Dios en las llagas
El amor gratuito de Dios y su misericordia, que se manifiesta en las llagas del dolor y el sufrimiento, son elementos de inmenso valor al momento de vivir el ministerio sacerdotal en los tiempos actuales.
Fotos: Omar González
Periodista: José Francisco Contreras
Fuente: Comunicaciones Santiago
Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl
"Gracias por ser sacerdotes en el mundo de hoy, en los tiempos en que nos toca vivir", les dijo el obispo Celestino Aós al comenzar el encuentro. Y les recordó que cuando el Pueblo de Dios está herido, "el corazón de los pastores también sufre", y el pastor es "el que tiene que sostener la esperanza, poner su fe en Dios. Son ustedes los que están llamados a ser testigos de esperanza y de las maravillas que Dios va obrando. A ese Dios queremos testimoniar y llevar a que nuestros hermanos conozcan y amen cada vez más, a través de Jesucristo".
La jornada, en el Santuario de Schoenstatt de La Florida, continuó a cargo del padre Manuel Paz, vicario de la Zona Oriente, quien reflexionó para los presbíteros en torno al tema de amar y ser amados. "Cuando como personas no nos sentimos amados incondicionalmente y gratuitamente, nos hacemos también limitados en nuestra capacidad para responder al amor con un amor de verdad", dijo el vicario.
Acerca de este amor gratuito de Dios, el padre Francisco Herrera, párroco de la parroquia Santos Apóstoles, de Recoleta, da testimonio al comentar cómo vive hoy su sacerdocio, a diez años de haber sido ordenado: "Son tres elementos, primero, la oración personal todos los días, como un pobre, pidiéndole al Señor que me ayude. Segundo, no solo la oración personal, sino la comunidad, vengo del Camino Neocatecumenal. Tengo diferentes experiencias de comunidad, pero la comunidad en el Camino me ha ayudado muchísimo, tener hermanos que se preocupan por ti, que te sostienen, ver la acción de Dios en ellos, cómo se abren a la vida, y eso es motivo de alegría. El tercer elemento es que todo es un don gratuito de Dios, no es esfuerzo humano, no es fruto de nuestros puños".
La meditación del padre Manuel Paz siguió por ese camino: Amar y sentirse amados, en base a "la misericordia de Dios, que donde mejor se manifiesta es en las llagas, como dijo el Papa Francisco". Reconoció la dificultad para reconocer debilidades y la "necesidad de reconciliarnos con nuestras propias fragilidades".
El padre Francisco tiene su propia experiencia: “Tengo mucho cansancio y desgano, la santidad pasa por vivir de Dios y no de un éxito personal, pasar de nuestras obras a la obra que pueda hacer el Señor en nosotros. Cuando los hermanos te presentan sus problemas y ves que la predicación que preparas les ayuda y les transforma la vida, eso hace caer cualquier forma de desgano, porque te das cuenta que no eres tú, sino que es el Señor que actúa a través de ti, y pasas a la gracia y descansas".
Cuenta que su mamá falleció el 2014, su papá está vivo y que a los 20 años se fue al seminario Redemptoris Mater de Roma. Nueve años de formación y seis años en parroquia. En 2015 se vino a Chile, como vicario en la parroquia Cristo Resucitado, de Maipú. Desde el año pasado párroco de Los Santos Apóstoles, Recoleta.
Reconoce las dificultades que hay en la Iglesia: "Por supuesto, son evidentes, pero el Espíritu tiene que mantenerse vivo y fuerte, apoyarnos en Jesucristo, él es el que nos mantiene en pie y él está saludable, ha resucitado". La crisis no alcanza para solo entristecerse y menos para cuestionar su ministerio. "Me gusta ver la Iglesia como Cuerpo de Cristo y eso significa resucitada y fuente de vida verdadera para todos. Siento que la alegría de la ordenación el Señor la ha preservado, y eso ha sido un regalo que él me ha dado".
Terminado el encuentro los presbíteros presentes tuvieron un momento de adoración al Santísimo y culminaron un almuerzo fraterno junto al pastor.