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Jueves 5 de agosto de 2021

Solidaridad en el Chile de hoy: el mensaje de Alberto Hurtado

Este 2021, se cumplen 69 años desde que dejó de existir uno de los personajes emblemáticos de la lucha por la justicia social y dignidad de las personas: el padre Alberto Hurtado Cruchaga. A raíz de su incansable esfuerzo por contribuir a una sociedad más justa, es que cada 18 de agosto conmemoramos en nuestro país el Día Nacional de la Solidaridad. Dialogamos con dos sacerdotes y dos laicas, quienes, desde sus roles profesionales y eclesiales, respondieron cómo ha evolucionado el concepto de pobreza y qué es ser solidario hoy.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Enrique Astudillo Baeza

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

PADRE JOSÉ YURASZECK KREBS, SJ, CAPELLÁN HOGAR DE CRISTO

Desde la comprensión multidimensional de la pobreza, no sólo considerando los ingresos como se medía hace un tiempo, hay una invitación a complejizar la mirada y también las intervenciones que podemos ofrecer. En el Hogar de Cristo tenemos un foco puesto siempre en las personas más excluidas y tratamos de hacer evidente las brechas que se generan. La dimensión de la exclusión que aborda distintas formas, no sólo en vivienda, sino que, en la ciudad, en la mirada comunitaria de barrio, en la seguridad. No basta con tener una vivienda, sino que saber dónde está ubicada, su entorno -que es una de las variables de la multidimensionalidad de la pobreza es importante considerarlas. Otro factor es la soledad y el abandono, ya que hay personas que quizás tienen para comer, pero viven muy solas. Son muchos adultos mayores que viven postrados y limitados en su movilidad, que no cuentan con sus familias y cercanos que los acompañen, y esa también es una nueva pobreza. Otro punto importante es la cohesión o el tejido social que se ha producido en Chile. Hay datos muy importantes, por ejemplo, que ha descendido la cantidad de amigos que los chilenos dicen tener y también la tendencia a cuidar el bien común, es decir, tenemos no sólo un problema de mayores o menores ingresos, sino que, de una peor calidad de nuestros vínculos, y creo que eso va empobreciendo, en un sentido amplio de la palabra, la calidad de nuestra democracia.

FRANCISCA DROGUETT HERRERA, GERENTE FUNDACIÓN TRABAJO PARA UN HERMANO

Nosotros trabajamos con personas y emprendedores que no tienen la oportunidad de encontrar ningún otro trabajo, que han tenido que surgir desarrollando alguna otra capacidad. Que venden 200 mil pesos y a eso, hay que restarle los costos, o sea, la ganancia es de 100 mil pesos con suerte. Entonces, ahí entramos nosotros para que ese emprendimiento genere ingresos y sea sustentable en el tiempo. Creo que la pobreza también va evolucionando y se va modificando con el tiempo. Esta pandemia ha dejado en evidencia cosas que existieron por mucho tiempo, pero que sin esto que estamos viviendo tan extremo, nunca lo hubiésemos visto de la forma que lo estamos viendo. Existen brechas que nosotros vemos, por ejemplo, la brecha digital, donde la persona que tiene un emprendimiento precario, no tiene idea o no tenía idea al principio de esta pandemia, que existían otras formas de vender que no fuera presencial. Es esa brecha la que nosotros hemos intentado hacernos cargo. Como organizaciones de la sociedad civil estamos en ese constante análisis de lo que necesita la población, lo que necesitan los territorios donde estamos sumergidos para poder hacerle frente. El capitalismo nos hace creer que el individualismo nos va a llevar más lejos, pero nosotros nos dedicamos profundamente a que los emprendedores crean todo lo contrario.

PADRE CARLOS IRARRÁZAVAL ERRÁZURIZ, CAPELLÁN FUNDACIÓN LAS ROSAS

La pobreza viene creciendo y nos habíamos acostumbrado al revés, es decir, íbamos “achicando” los campamentos, “agrandando” la clase media y teniendo la gente con más posibilidades. Lo que vemos ahora es al revés. Le podemos echar la culpa a la pandemia, al estallido, decir muchas cosas, pero la realidad concreta es que estamos enfrentados a una situación de mayor pobreza, y de pobreza no solo material. Aunque la manera “más fácil” de medirla tiene esos parámetros que son tangibles, pero hay pobrezas también del espíritu, pobrezas de humanidad en el fondo, ya que según cómo me relaciono habla también de mi riqueza, de mi fortaleza y de mi capacidad de ser, es ese ser lo que me hace feliz y dichoso y no las cosas materiales. En esta cultura consumista donde nos dicen que lo material nos dará la felicidad, nos hemos ido empobreciendo por dentro. Un tema muy importante que me toca desde la fundación es la ancianidad desvalida y dejada de lado. La pandemia cerró las visitas, los ingresos, los cerró para cuidarlos. Entonces, el abuelo hoy en día está solo. En el cálculo de la canasta familiar del IPC, podemos ver que a los abuelos se les va toda su plata en remedios y en pañales, que es un costo gigante. Otro tema de pobreza es el silencio, el silencio también nos hace pobres. Tenemos que ser capaces de conversar, de dialogar. La confrontación nos lleva a quedarnos callados, el diálogo en la sociedad actual también nos falta para no quedarnos callados, que eso nos empobrece.

PÍA MUNDACA OVALLE, DIRECTORA EJECUTIVA DE ESPACIO PÚBLICO

Desde mi propia experiencia de fe y como miembro de la Iglesia Católica, lo primero, y que es algo muy del padre Hurtado, es que veo un santo inconformismo, y que me parece muy saludable socializarlo. No quiero decir un inconformismo de amargura del alma, sino con la alegría propia del padre Hurtado, pero donde se debe reconocer que hay cosas que se han hecho mal y que nos incomodan. A los católicos nos cuesta encontrarnos con ese santo inconformismo. Creo que hay vulnerabilidades existentes en nuestra sociedad y en nuestro país que se han hecho aún más evidentes producto de la pandemia, otras que se han profundizado y otras que son nuevas. Me encantaría que esos sentimientos que mencioné los miembros de la Iglesia los sintiéramos como propios y que, con un espíritu constructivo, buscáramos cómo enfrentarlos, pero no con la pasividad del espectador. La última encuesta Casen, que está focalizada en la pobreza por ingresos, tiene dos noticias aberrantes. La primera, es que la pobreza por ingreso ha aumentado en nuestro país y es un escenario que no habíamos visto. Hay regiones que antes no estaban tan mal y que hoy empeoraron fuertemente y son lugares territoriales que están asociados con desarrollos económicos que se han visto golpeados por la pandemia. Por ejemplo, el mundo rural no fue tan golpeado y esto se complementa con otra mala noticia, que es también el escenario de la desigualdad. La Casen no es la mejor herramienta para pensar en la desigualdad, porque no captura muy bien los altos ingresos, pero los altos ingresos son muy impresionantes. Hay mucho que pensar, mucho que indignarse, mucho que acompañar. Las personas no pueden estar solas y como Iglesia debemos ser un espacio cariñoso, que acoja y que también demande mayor dignidad. Por último, las mujeres también han salido del mercado laboral y no han podido entrar. Hay que ver cómo acompañarlas y cómo hacer un espacio más justo para ellas también.