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Artículo

Miércoles 1 de septiembre de 2021

Editorial: Septiembre y patria

Por: Monseñor Celestino Aós OFM Cap. - Cardenal Arzobispo de Santiago

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/septiembre2021/

Septiembre es el mes en que conmemoramos las distintas vicisitudes que nos han ido forjando y perfeccionando como país. Septiembre y patria van unidos: Fiestas Patrias, Mes de la Patria. La patria es pasado e historia, y no hacen patria quienes anulan o desdibujan la historia con sus próceres y sus símbolos. La patria es presente y no hacen patria quienes siembran violencia y odio, corrupción e injusticia, pereza y drogas. La patria es futuro: es territorio y es gente; es cultura y anhelos. Dice el salmista “los que siembran entre lágrimas, cosecharán cantando”. Los dolores no tienen la última palabra cuando advertimos que en ellos queda una enseñanza y un legado que alimenta nuestras esperanzas que miran al futuro...

Tratamos de ser buenos cristianos, y buenos ciudadanos. Obedecimos las normas y restricciones que en beneficio de todos dictó la autoridad en tiempos de pandemia. Deseábamos encontrarnos presencialmente; no ha sido posible. La técnica nos ayudó, así que hemos vivido la Asamblea Diocesana de Pastoral. Escucharnos, dialogar, proponer iniciativas, escoger prioridades; las necesitamos los católicos. Nos envolvemos en esa palabra “sinodalidad” que no es cualquier cosa; es expresión de mis opiniones, es compromiso con las opciones que se determinan, es conversión porque nadie puede afirmar que Él no tiene nada que iluminar, madurar, sanar. Y Dios nos ilumina, nos madura, nos sana desde el corazón, pero también desde los hermanos con quienes compartimos. Del mismo modo que las alegrías nos nacen de dentro y de los hermanos; felices fiestas patrias porque las compartimos.

Nos sentimos unidos y solidarios con quienes sufrieron la muerte de algún ser querido, y los invitamos a compartir nuestra oración y nuestra esperanza. Porque estamos ciertos que la vida no termina, sino que se transforma. Nuestra fe no nos libra del sufrimiento y con más o menos fuerza sentimos su partida como una “pérdida”, y hacemos duelo.

Es humano, pero nuestro duelo tiene que ser cristiano en oración y fe. El día 4 en la catedral, y el 5 en todas las parroquias celebraremos la eucaristía por los difuntos victimas del coronavirus: los entregamos a la misericordia de Dios, imploramos bendiciones para quienes se han dedicado y dedican a cuidar a los enfermos y socorrer a los necesitados, y renovamos nuestro compromiso con la vida.

Llevamos sobre nosotros la bendición: “Bienaventurados los que trabajan por la paz…”: nos sentimos unidos a quienes con buena voluntad están trabajando para elaborar una nueva Constitución que nos oriente y encauce en nuestra convivencia nacional. “A medida que el debate público se vuelve cada vez más dominado por el ser abroquelado –ansioso, controlador, rápido para ofender y autojustificarse-, nuestra sociedad corre el riesgo de dividirse y fragmentase cada vez más. La Iglesia no es inmune a este contagio. ¿Cómo actuamos en contextos de polarización, cuando la política, la sociedad, los medios parecen a veces una riña de gallos, en la que los contrincantes buscan “cancelar” al otro en un juego de poder? La creciente violencia verbal refleja la fragilidad del ser, el desarraigo donde la seguridad se encuentra en el descrédito con narrativas que nos hacen sentir justos y nos dan razones para hacer callar a otros. La ausencia de diálogo sincero en nuestra cultura pública hace cada vez más difícil crear un horizonte compartido hacia el que podamos avanzar juntos”.

Septiembre, patria y Te Deum. Te Deum, oración de alabanza y acción de gracias y súplica a Dios. Tradición que nos vincula a nuestros mayores de cuya vida y acción somos herederos y beneficiarios, ocasión hermosa para encontramos todos los que vivimos y hacemos Chile. Estos dos últimos años nos han enfrentado a enormes retos como país y como humanidad. Con dificultad, con avances y contramarchas, estamos enfrentando una crisis sanitaria que ha dejado al descubierto nuestras carencias sociales y políticas, estamos enfrentando una crisis social que nos exige lucidez para reconocer y mantener los valores de la civilización de la vida y del amor; estamos enfrentando una crisis religiosa y espiritual que nos cuestiona nuestra propia fe y nuestro modo de vivirla y celebrarla en nuestro culto.

Septiembre, patria y Te Deum: las autoridades y los gobernantes, la Asamblea Constituyente y el poder judicial, los medios de comunicación y los agentes del orden y seguridad etc., tienen su tarea y responsabilidad en la construcción del tejido social: el arte de gobernar cada vez más debe hacerse no sólo para el servicio de las personas, sino con ellas, en consulta y rendición de cuentas constantes por parte de las autoridades representativas. Y, lo repetimos: todos y cada uno de los ciudadanos, usted y yo, tenemos que hacer nuestro aporte y colaboración.

Y nosotros no podemos olvidar ni renunciar a nuestros valores fundamentales cristianos. Acomodarse, sin más, a lo que otros dicen o hacen puede ser un modo disimulado de colonialismo. Celebramos la libertad porque tenemos ya cierta parte de la verdad, y porque queremos seguir avanzando en la Verdad que nos hace libres, que nos construye como nación que opta por la vida humana y por el cuidado responsable de la casa común. Las Fiestas Patrias, el Te Deum son una oportunidad para que usted elija responsablemente disfrutar y hacer disfrutar a los demás, exigir respeto y ofrecer usted respeto a los demás; hagamos de estos días espacios de felicidad, de esa felicidad que anhelamos para el Chile de cada día.