Viernes 3 de junio de 2022
¿Por qué el tiempo de sinodalidad es tiempo de alegría?
El Vicario General de la Arquidiócesis de Santiago, monseñor Alberto Lorenzelli, invitó a los sacerdotes a “soñar con un presbiterio en acción, con un Pueblo de Dios santo en salida” y a pensar “que es posible vivir el sueño misionero de llegar a todas las personas”, durante la celebración por el Día de la Santificación del Clero.
Por: EQUIPO DE COMUNICACIONES
El Día de la Santificación del Clero, celebrado el 2 de junio en el recinto del Santuario de Schoenstatt de La Florida, se convirtió en un momento de reencuentro y fraternidad de numerosos sacerdotes de la Arquidiócesis de Santiago, quienes pudieron compartir momentos de reflexión y conversación luego de las largas pausas impuestas por la pandemia.
En la ocasión, el Vicario General y Moderador de la Curia, monseñor Alberto Lorenzelli hizo una reflexión en torno al tiempo de sinodalidad y su relación con la alegría. Al mismo tiempo, invitó a los presbíteros a creer “que es posible vivir el sueño misionero de llegar a todas las personas, más allá de las dificultades y escollos presentes en la realidad actual.
“La gente de hoy tiene necesidad cierta- mente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios!”, instó.
Monseñor Lorenzelli citó en su exposición un texto del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, de su clásico “El Principito”: “Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Transmite primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho”.
“Voy a compartir con ustedes cuál es ese mar libre y ancho que anhelamos como sacerdotes en la Iglesia y en el mundo, es decir, cuál es la meta, el horizonte, para el que ciertamente habrá que construir un barco. Los invito a soñar en ese mar libre y ancho. Soñemos con un presbiterio en acción, con un Pueblo de Dios santo en salida, y pensemos que es posible vivir el sueño misionero de llegar a todas las personas”, señaló.
“Mi intención es suscitar en ustedes el anhelo de la alegría y la esperanza, premisa para la santidad, una santidad comunitaria y misionera, evangelizadora, porque este es el sueño que debemos perseguir”, añadió
QUE DESPIERTE LA ALEGRÍA DE LA FE
Monseñor Lorenzelli recordó a los sacerdotes reunidos en el recinto de Schoenstatt que la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”, recalcó.
“A veces parece que nos hemos acostumbrado más a las palabras: problema, dificultades, crisis, cansancio, pérdida, olvidándonos de la palabra alegría. Hablamos de crisis institucional, crisis social, crisis climática, crisis bélica, crisis sanitaria, crisis de las vocaciones, crisis de la fidelidad en el ministerio. Y, tristemente, se nos ha olvidado hablar de la alegría”, explicó.
En este sentido, recordó la Carta Pastoral entregada por el Arzobispo de Santiago, cardenal Celestino Aós, en marzo de este año y en el marco del inicio del Año Pastoral.
“Por eso me ha parecido tan sugerente que el título de la Carta haya traído de vuelta esa palabra: ‘Tiempo de sinodalidad, tiempo de alegría’. Don Celestino, recordando las palabras del Papa Francisco en Evangelii gaudium, nos ha dicho que ‘la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de quienes se encuentran con Jesús’. Son hermosas y ciertas las palabras del Papa, ¿pero no habrá que sincerarse respecto de esto? ¿No habrá que preguntarse si somos felices y por qué? Y digo esto sin caer en la ingenuidad de creer que no hay dificultades, pues las hay, y algunas graves y urgentes”, reconoció.
El Vicario General admitió también que la vida feliz que el Señor quiere para nosotros a veces parece escaparse, en medio del trabajo y los problemas del día a día, e incluso se abren espacios para la tristeza, el desencanto y la desesperanza, “algunos producto de las muchas ocupaciones y cargas que conlleva el ministerio; a otros, porque el primer amor de su vocación se ha ido apagando con los años y las tentaciones acechan; otros, por cansancio, molestia y desolación frente al curso que la Iglesia toma en situaciones puntuales”, continuó.
“Al final terminamos diciendo como el pasaje bíblico: ‘Me encuentro lejos de la paz, he perdido la alegría’”. “Como decía, me ha inspirado el título de la carta de Don Celestino y creo que hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta, pero firme confianza”, aseveró.
En este sentido, consideró que la felicidad se consigue “cuando nos olvidamos y nos perdemos a nosotros mismos. Una frase de claro sabor evangélico, que ninguna sorpresa le puede deparar al campesino que labra y cultiva la tierra, pues sabe de sobra que si el grano de trigo no se pierde en los ricos subsuelos, no puede nutrirse para fecundar la tierra y producir sus frutos”.
“Y aprendamos de Jesús que, como dice Don Celestino en su carta, ‘renunció a la alegría que se le proponía’, porque se entregó a un ideal, a una misión, soportando por ella la cruz sin miedo a la deshonra”, describió.
LA FRATERNIDAD ES CLAVE
Monseñor Lorenzelli resaltó también la importancia de la experiencia de fraternidad para consolidar la alegría, como lugar teológico donde cada uno es responsable de la fidelidad al Evangelio y del crecimiento de los demás.
“Cuando una fraternidad se alimenta del mismo Cuerpo y Sangre de Jesús y se reúne alrededor del Hijo de Dios, para compartir el camino de fe conducido por la Palabra, se hace una cosa sola con él, es una fraternidad en comunión que experimenta el amor gratuito y vive en fiesta, libre, alegre, llena de audacia”.
En este sentido, recalcó, “una fraternidad sin alegría es una fraternidad que se apaga. Una fraternidad donde abunda la alegría es un verdadero don de lo Alto a los hermanos que saben pedirlo y que saben aceptarse y se comprometen en la vida fraterna, confiando
en la acción del Espíritu”.
ASUNCIÓN AL CARGO EN MAYO
El viernes 6 de mayo de 2022, en el marco del Consejo de Presbiterio, el Cardenal Arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós, nombró a monseñor Alberto Lorenzelli como Vicario General y moderador de la Curia de la Arquidiócesis de Santiago. En la ocasión el arzobispo expresó que “he aceptado la renuncia al cargo de Vicario General y moderador de la Curia a monseñor Cristián Roncagliolo, que ahora es un Obispo Auxiliar más de esta arquidiócesis, y he nombrado por el momento, como Vicario General y moderador de la Curia, manteniendo los otros servicios que tenía, a monseñor Alberto Lorenzelli”.
El acto culminó con la profesión de fe, juramento y una oración en la que se lo encomendó en su nuevo ministerio. El comunicado oficial emitido en la jornada señala que el arzobispo de Santiago “también agradece a monseñor Cristián Roncagliolo su servicio pastoral de estos últimos años”.
“El obispo Roncagliolo deja su cargo para comenzar un tiempo de recuperación integral. Rezamos por él y sus intenciones”, precisaba la nota.