Martes 5 de abril de 2022
Opinión: Matrimonio igualitario: Una reflexión ética
Por: Tony Mifsud sj, Doctor en Teología Moral
Una nueva etapa registra el proyecto de ley de matrimonio igualitario, pues pasa a tramitarse en la Cámara de Diputados. Es tarea de fidelidad a la Iglesia seguir reflexionado sobre esta realidad porque hay personas humanas implicadas. El Evangelio es anunciado y comprendido en las situaciones concretas. Con perspectivas de transformarse en ley durante septiembre se encontraba, al momento de redactarse estas líneas, el proyecto de ley que busca “regular, en igualdad de condiciones, el matrimonio de parejas del mismo sexo”. Presentado en el Congreso en septiembre de 2017, recibió un nuevo impulso en junio último al recibir la calificación de “urgencia” y al ser aprobado entonces por el Senado lo aprobara, para iniciarse su estudio en la Cámara de Diputados. Es una materia que genera controversias, aunque las encuestas nacionales reflejan una creciente aceptación y aprobación hacia el matrimonio igualitario.
En la encuesta del Centro de Estudios Públicos —CEP, octubre-noviembre 2018 CEP— el 40% de la ciudadanía se definió a favor de una ley en Chile que permita el matrimonio de dos personas del mismo sexo, mientras el 38% se expresó en contra. En la de Pulso Ciudadano de Activa Research —septiembre, 2019— esos porcentajes eran 57,9% y 25,4%, respectivamente. Otras dos encuestas han registrado el aumento de la aprobación tanto para el matrimonio igualitario como para la posibilidad de que las parejas homosexuales puedan adoptar niños: en la Encuesta Nacional Bicentenario-UC, el apoyo a esas ideas creció, respectivamente, de 48% (2006) a 61% (2019), y de 33% (2014) a 48% (2019). En Plaza Pública CADEM, de 50% (2014) a 74% (2021), y de 37% (2014) a 65% (2021).
Por otra parte, a nivel mundial, se dan situaciones complejas. En algunas naciones de África hay sanciones drásticas. En Ghana —70% de población cristiana—, los actos homosexuales consensuados son castigados con tres años de cárcel; y en Mauritania, Nigeria, Somalia y Sudán del Sur, con la pena de muerte. En tanto, 67 Estados —casi la mitad de ellos en África— aún criminalizan las relaciones entre adultos del mismo sexo (Informe ILGA, 2019, sobre Homofobia de Estado): en 26 de ellos, la pena varía de diez años de prisión a cadena perpetua.
Desde el punto de vista histórico, se puede consignar que las primeras leyes de la época actual en reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo fueron aprobadas durante la primera década del siglo XXI, comenzando por Holanda (2001). Hasta diciembre de 2020, se estima que una treintena de países permiten el matrimonio igualitario en todo su territorio o en parte del mismo: Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, Ecuador, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Malta, México, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Sudáfrica, Suecia, Suiza, Taiwán y Uruguay.
La población católica en el mundo refleja disparidad en la aceptación o rechazo del matrimonio igualitario. El Pew Research Center señala que en Europa del Oeste una gran mayoría de los católicos apoyaba el matrimonio igualitario (2017: Holanda 92%; Reino Unido, 78%; Francia, 74% y Alemania, 70%). Sin embargo, en casi todos los países de Europa Central y del Este, la mayoría de los católicos se opone (2015-2016: Ucrania, 90%, Hungría, 66%, Polonia, 62%). En África y el Oriente Medio, la gran mayoría de los católicos sostienen que la homosexualidad no debería ser aceptada por la sociedad (Nigeria, 91%; Líbano, 84%; Kenia, 80%).
En nuestro país, la tramitación del mencionado proyecto de ley comenzó en septiembre de 2017, presentado por la presidenta Michelle Bachelet. En ese texto se señala que la finalidad de la iniciativa es consolidar “la igualdad al interior de las familias”, dando “el mismo nivel de reconocimiento a todos los proyectos familiares, realzando el valor de la autonomía personal y del derecho fundamental de cada ciudadano y ciudadana de este país a decidir cómo vivir su vida”.
Así, la propuesta pretende dar a las parejas del mismo sexo un acceso igualitario al estatuto del matrimonio civil, como también reconocer en materia de filiación (sea por adopción o por técnicas de reproducción humana asistida) a las familias homoparentales.
ELEMENTOS DEL DEBATE
Tradicionalmente, el matrimonio era considerado una unión entre un hombre y una mujer, que, a su vez, se abre a la procreación. Esta postura no acepta otro modelo de matrimonio. El concepto que hoy prevalece de matrimonio sigue siendo el de la unión de un hombre con una mujer abiertos a formar familia con hijos. El matrimonio igualitario desconoce esto, apoyándose en la idea de la igualdad de derechos que todos han de tener. El proyecto Bachelet veía como valor suyo “el consolidar la igualdad al interior de las familias”. Por tanto, esta postura advierte contra el pensar que todo es igual; aún más, considerar que esto da derecho para exigirlo implica un subjetivismo. Los derechos se fundan en la verdad de lo que son las cosas. Una pareja homosexual tiene derecho a que se le respete su amor de unión de pareja con los efectos civiles que de esto brotan, pero no tiene derecho a igualarse a la unión de un varón con una mujer, porque no es así.