Mujer discípula y apóstol de Jesús

En los recientes procesos de escucha sinodales se ha visibilizado recurrentemente la urgencia de renovar el lugar de la mujer en la Iglesia en su dignidad como verdadera discípula y apóstol de Jesús. Así lo expresa la segunda prioridad arquidiocesana votada en agosto “Laicos, corresponsabilidad y rol de la mujer”; el “rol secundario de las mujeres” en la Iglesia y la propuesta de “integrar efectivamente a la mujer en espacios de decisión” en el discernimiento nacional, e “Impulsar la participación activa de las mujeres en los ministerios, las instancias de gobierno, de discernimiento y decisión eclesial” en los desafíos pastorales de la Asamblea Eclesial Latinoamericana.

Estos signos nacen no solo desde la sociedad actual, sino de reconocerlos con vitalidad en el mensaje judeocristiano y en la relación de Jesús y las mujeres. Con ello, propongo cinco ámbitos para replantearlo: el estructural/institucional (roles y liderazgos de la mujer en la estructura eclesial, lo cual ya se ha plasmado en algunos nombramientos.

Recordemos el rol de María en la primera comunidad cristiana); el comunitario (¿en qué medida nuestras comunidades reproducen las estructuras que desconocen la dignidad de la mujer?); el relacional (¿cómo nos relacionamos y escuchamos entre mujeres y hombres en relación con la mujer y lo “femenino”? ¿en qué expresó Jesús una superación de las injusticias hacia las mujeres de su época?); el social (¿cómo promovemos y apoyamos en nuestra sociedad que Jesús también llevó una buena nueva a las mujeres?); y el teológico (¿nuestra vida espiritual revela sólo un Dios masculino? ¿o podemos relacionarnos a un Dios con características que normalmente vinculamos a lo femenino?).