Martes 8 de marzo de 2022
Opinión: Hábitos y certezas
Para reflexionar acerca de diversas temáticas de la contingencia nacional, con un enfoque cristiano, invitamos a diferentes expositores de la política, la academia, el mundo social y pastoral a compartir su visión.
Por: Magdalena Aninat, Directora Ejecutiva Corporación Educacional del Arzobispado de Santiago
Fuente: Periódico Encuentro
Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/junio2021/9.php
A poco más de un año de iniciada la crisis sanitaria en nuestro país, hoy podemos afirmar algunas cosas, sin temor a equivocarnos. Lo primero: esta pandemia nos ha permitido reformular nuestras prioridades y volver a ponernos en contacto con lo que es esencial: los afectos y la familia. Y lo segundo: los niños, niñas y adolescentes han estado, sin duda, entre los más afectados por las necesarias restricciones sanitarias y los continuos cambios. Un escenario que han enfrentado con una admirable resiliencia, paciencia y creatividad.
No ha sido fácil. En medio de los enormes cambios que ha traído la pandemia han tenido que adaptarse a nueva forma de vida: padres y madres trabajando desde la casa, o en horarios poco habituales, niños y niñas compartiendo espacio con otras personas mucho más tiempo del normal, exposición a pantallas más allá de lo deseable, falta de movimiento, nuevas formas de ir al colegio, entre otras. Y justamente, en medio de este escenario cambiante, vale la pena recordar el rol e importancia que tienen los hábitos para mantener una estructura y marco de referencia vital sano para nuestros hijos e hijas.
Nuestros niños, niñas y jóvenes necesitan seguridad y tranquilidad para poder desarrollarse en plenitud. Mantener hábitos y rutinas diarias les entrega la confianza necesaria para poder desenvolverse de buena manera, a pesar de un entorno incierto como el que estamos viviendo. Debemos esforzarnos para que los estudiantes puedan estructurar su día a día: asistir a clases, presenciales o virtuales, realizar sus tareas o trabajos, hacer actividad física regularmente, dedicar tiempo a la lectura, aportar en las tareas del hogar, mantener sus horas de sueño, y, por supuesto, tener un espacio para el desarrollo espiritual y social.
Al crear buenos hábitos no sólo se educa para ser autónomos y responsables, sino fundamentalmente, estas rutinas generan una estructura clara y segura para sobrellevar estos tiempos inciertos. Es relevante que intentemos reforzar los hábitos de higiene, estudio y actividades extraprogramáticas lo más posible. Cada pequeño gran esfuerzo en esa dirección valdrá la pena, por la confianza y bienestar de nuestros estudiantes.