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Lunes 15 de junio de 2020

Comedor de iglesia Santa Ana entrega 150 raciones de alimento diarias durante la pandemia

A través de la labor de voluntarios, un espacio del templo ocupa la función de comedor solidario, que desde hace más de diez años ayuda a personas en situación de calle y donde pueden acudir para desayunos y almuerzos los días domingo.

Por: Vanessa Yegres

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Vanessa Yegres

Desde el año 2008, Patricio Aguirre Moya, conocido en la comunidad como el Tío Pato, coordina la labor solidaria del comedor de esta parroquia -uno de los más grandes en la Región Metropolitana- junto a un grupo de voluntarios, quienes, frente a la crisis sanitaria por el Covid-19, afrontan el desafío de continuar sirviendo a quienes más lo necesitan.

La labor inicia temprano todos los domingos, cuando una parte de los voluntarios empieza a cocinar, cortar y preparar lo que más tarde se convierte en el almuerzo para los beneficiarios y que, desde el inicio de la pandemia, ha incluido medidas más rigurosas en la higiene, mayor distanciamiento entre personas e implementos de sanidad. 

La otra mitad de los voluntarios, mientras tanto, atiende a beneficiarios que recurren a la iniciativa del ropero implementado por la comunidad, donde se ha creado una habitación para donaciones de ropa y zapatos de todo tipo y que, como explica Aguirre, “busca ayudarlos a solucionar sus problemas de vestimenta” con un sistema a través del cual pueden tomar lo que más necesiten, “pero tienen que dejar una moneda de colaboración, aunque sean 10 pesos, para cuidar su dignidad”. 
El impacto del Covid-19
En el comedor atienden a más de 150 personas todos los domingos, sirviendo desayunos desde tempranas horas de la mañana y almuerzos desde las 12:30 hrs. El equipo ha visto reducido progresivamente el número de personas que se acercan a la parroquia por la crisis actual. Vilma Fariña, quien lleva seis años realizando voluntariado en este proyecto, explica que a pesar de su temor y el de su familia por la situación actual, su motivación está por el amor a la vocación fraternal. También narra los momentos más difíciles de su experiencia, contando que uno de ellos fue el terremoto de 2010 y la situación actual. “Lo más gratificante es cuando ellos te ven en la calle y te saludan y se sienten felices porque los atienden y les das un abrazo. Ahora sufrimos, porque a quienes les dábamos abrazos no les podemos dar”. 
En su visita al comedor durante el domingo 14 de junio, monseñor Cristián Roncagliolo, Obispo Auxiliar de Santiago, expresó a los voluntarios su agradecimiento y admiración por la labor fraterna que realizan, especialmente frente al Covid-19, agregando que iniciativas como esta impulsan a “un trabajo dentro de la arquidiócesis para motivar más comedores”. 

La voz de los beneficiarios
La solidaridad del comedor ha trascendido no solo a la comunidad, quienes aportan la mayor parte de las donaciones, sino entre los beneficiarios, como fue el caso de Carlos Sepúlveda, quien estuvo durante diez años en situación de calle, tiempo durante el cual llegó a la iglesia y ahora presta apoyo, contando que “un día me dijeron que necesitaban ayuda y acá me quedé”. 

Por su lado, Freddy Venegas, actual beneficiario del comedor, cuenta que “nos dan comida, ropa, antes nos cortaban el cabello pero se les dañó la máquina”, destacando la importancia de la ayuda que recibe desde la parroquia, desde las cosas que les facilitan como vestimenta hasta las comidas. 
A pesar de la circunstancia actual, el entusiasmo entre los voluntarios es el mismo, con lo cual Aguirre resalta que la solidaridad que muestran, es con el objetivo de siempre cumplir con la palabra del Señor, “hace bien al corazón practicar la misericordia que nos regala Jesucristo”.