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Artículo

Jueves 11 de julio de 2019

El calor solidario que abriga a migrantes y gente de calle

“Soy venezolana y sé lo que es sentir frío y no saber cómo abrigarte. Por eso les explicamos que tienen que ponerse varias capas de ropa”, dice Mercedes Zavarce, venezolana, secretaria de la parroquia N. S. del Rosario de Andacollo, en calle Mapocho de Santiago.

Fotos: Sebastián Fuenzalida

Periodista: José Francisco Contreras y Sebastián Fuenzalida

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

En el patio parroquial hay varias mesas llenas de ropa de invierno donada por los parroquianos y vecinos del sector, recolectada durante dos o tres meses por los propios venezolanos, pensando en sus compatriotas, pero también en la gente en situación de calle.

"En Venezuela hay un clima privilegiado, es el Paraíso en la tierra. No es que tú quieras emigrar, sino que estás obligado a emigrar, porque tienes hambre, porque estás enfermo y no tienes medicina, o porque tienes que mandar plata a tus papás enfermos. Es muy triste. Eso parte el corazón. No me acostumbro. No me gusta ver a tantos venezolanos acá, me duele, no me alegra, porque significa dolor, sufrimiento, un drama que no se alcanza a dimensionar". El testimonio de Mercedes Zavarce estremece. Ella misma se emociona visiblemente en varias ocasiones.

En las mesas, migrantes y chilenos escogen lo más adecuado a sus necesidades: ropa de mujer, de hombre y de niño preclasificada y ordenada. Muchos salen ya usando sus nuevas prendas.

Otro que se emociona es el párroco, padre José Antonio Tomei Caro, oriundo de Estados Unidos. ¿Por qué se emociona? Porque él también emigró a Chile y "porque sé que vienen acá no porque quieren, y vienen con muy poco, tienen que pagar plata en cada país. Me emociono, me llega, porque sus vidas son difíciles, y cuando vienen acá a veces es peor, pues pagan mucho para arrendar una habitación que tienen que compartir. A veces, si pueden tener una casa o un departamento, no tienen muebles. Me llega y me emociono, todos los días rezo por los que están abusados, oprimidos por el abuso de poder, especialmente por los que vienen de Venezuela".

Los voluntarios siguen entregando ropa. Ya celebraron la misa al mediodía y después almorzaron tallarines junto al párroco. "Esto me llena el corazón, termino molida, no puedo conmigo, pero la satisfacción de ver a la gente salir con ropa para abrigarse, venir con una carita triste y con frío y salir con la ropa puesta es una satisfacción inmensa. Es un servicio que al final es para uno, porque el corazón se llena, eres útil, estás haciendo algo por los demás, y eso no lo paga nada", comenta Mercedes.Ella llegó en 2104 a Chile, se casó con un chileno y tienen dos hijos nacidos en esta tierra. Vio acá todo el proceso desde el comienzo de la llegada de sus compatriotas. Por eso la secretaria de la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Andacollo afirma que no es solo la entrega de ropa: "Es darles una acogida, una sonrisa. A veces necesitan solo un abrazo. Les doy un abrazo y se van con otra cara".

Uno de los favorecidos con esta solidaridad es Emilio Vizcaíno, dominicano: "Es algo muy bonito, un buen gesto de las personas que aportaron y decidieron poner este granito de arena para que otros tengan cómo abrigarse en este frío".