Viernes 14 de enero de 2022
Monseñor Aós participó del XXVII Congreso Bi-Nacional de Bailes Religiosos
El Cardenal Arzobispo de Santiago, presidió la eucaristía de inicio del congreso en que participaron representantes de agrupaciones religiosas de Chile y Perú. Entre los días 13 al 16 de enero, reflexionaron sobre su servicio de canto, música y danza en fe, las cuales alimentan una significativa piedad popular.
Fotos: Omar González
Periodista: Danilo Picart
Fuente: Iglesia de Santiago
Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl
Promeseros, músicos y danzantes, acompañados de los estandartes de las asociaciones religiosas de diferentes diócesis de Chile, son parte de una procesión que avanza de forma alegre por los interiores del Santuario de Schoenstatt en La Florida. El sonido de los tambores, las trompetas y los platillos marcan el ritmo de esta colorida procesión que alegremente se dirigió hacia el altar del templo, donde se celebró la inauguración del XXVII Congreso Bi-Nacional de Bailes Religiosos.
El encuentro, que se realiza cada dos años, designó como su sede 2022 a la Arquidiócesis de Santiago. En esta oportunidad, recibió a las delegaciones provenientes del norte, centro y sur del país. Además, de considerar instancias virtuales de participación, con agrupaciones hermanas de Perú, en que reflexionaron sobre los desafíos para este tiempo, donde el canto, música y danza consagrada a la fe, ha tenido que convivir con una realidad marcada por la crisis sanitaria.
“El traje es bendito”
En la misa inaugural, monseñor Celestino Aós dedicó palabras para animar el servicio que los danzantes realizan en sus diócesis, y reflexionó sobre el rol de las diferentes agrupaciones, que alimentan la piedad popular a lo largo de todo el país. “Quien participa en un baile religioso, lo hace por una promesa y ha recibido un traje que es bendito y no simplemente un modelo a exhibir para las fiestas. Es como un hábito religioso, que pide que se le cuide bien, con respeto”, dijo.
El Cardenal, habló emotivamente ante las delegaciones provenientes de Arica, Calama, Copiapó, La Serena, Coquimbo, Andacollo, Valparaíso, San Bernardo, Rancagua y de la Región Metropolitana, asociados en AMBAR (Asociación Metropolitana de Bailes Religiosos). En su homilía subrayó que “el baile es pertenencia a un grupo, es sentirse parte de un colectivo, es una familia. Organizarse, darse normas y repartir roles. (Aunque) la tentación de buscar sobresalir está ahí, de exigir que los demás le sirvan esta ahí, debemos tener presentes que al vestir un traje, nos tenemos que vestir y adornar por dentro, en nuestra mente, en nuestra alma. Quien baila reza con las manos, con los pies, con la cara, con el cuerpo”.
Desde el “corazón de la religiosidad”, el Cardenal Celestino Aós ha manifestado que los alrededor 300 bailes que representan y agrupan a la comunidad de bailes religiosos, habita un Dios que está cerca, íntimo, en cada persona que tiene su dignidad. “De ahí, ese deber admirable, esos hombres y mujeres llegados de lejos que se transforman ante la imagen de Dios y de la Virgen, del Santo” y luego añade que “algunos vienen a bailar este año, otros lo que dure la manda y otros mientras dure el físico o se desgaste el traje. Sé y lo he constatado, que la experiencia de participar y pertenecer a un baile es profunda y marca a las personas. Por eso, ustedes, se van transformando sin darse cuenta y con el paso de los años debemos encontrarnos con personas que participarán con mayor sentido religioso: en oración, en esta forma de culto y religiosidad popular”.
Espíritu de encuentro y fe, revestidos de María
María Victoria Zambrano, presidenta de la Asociación Metropolitana de Bailes Religiosos, brindó una bienvenida a las comunidades que participaron en este XXVII Congreso Bi Nacional, agradeciendo el sacrificio de viajar, en un contexto que no ha sido fácil. Cuenta que durante este tiempo han recorrido Chile, a través del conversatorio de jóvenes, para escuchar su voz, su experiencia de vida, sus raíces de fe, “en esta nueva realidad de la ausencia de danza, como asociación nos abrazamos a una pastoral digital que descubrió espacios para la oración y para encontrar la gracia de Dios. En ese espíritu, acogimos con esperanza el compromiso de trazar un compromiso que nos llevaría a volver a vernos, a través de esta celebración. Lo primero que hicimos fue celebrar a los hermanos que partieron durante la pandemia. Luego, nos reunimos en el mes de agosto a conocer y a compartir nuestros dolores, sufrimientos por no haber danzado por tanto tiempo. A pesar de ese dolor, nos reconfortamos en la fe y nos abrazamos al hecho de que un danzante siempre está revestido de María”.
Carolina Ardiles, representante de la diócesis de Copiapó y perteneciente al Santuario de la Candelaria, relata que su promesa a través del baile religioso, se ha acrecentado durante este tiempo de pandemia, “nos hemos aferrado más a la fe, a la esperanza. Para poder volver a reunirnos, hemos tenido que pasar unas pruebas, que hemos ido superando gracias a estos encuentros, a esta nueva forma de hacer Iglesia, a través de las redes sociales, a través de la Eucaristía. Ciertamente, hace falta estar en comunidad, pero se ha fortalecido las Iglesias domésticas que hemos hecho en casa para vivir la fe. La Virgen nos ha acompañado, tal como lo ha hecho con los discípulos, lo hace en nuestras casas, viviendo un nuevo Pentecostés en nuestros hogares”