Jueves 16 de agosto de 2018
En el día de la Asunción de la Virgen, la vida religiosa agradeció la vocación recibida
El 15 de agosto el Vicario de la Vida Consagrada, Padre Pedro Pablo Garín presidió la eucaristía en la Parroquia San Antonio de Padua, para celebrar a la Virgen María, elevada al cielo, destacándola como modelo de seguimiento a Jesús.
Fuente: Comunicaciones Santiago
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Al iniciar la misa, el Vicario de la Vida Consagrada, Padre Pedro Pablo Garín, saludó a sus hermanos y hermanas y en un signo de mucho respeto, los invitó a arrodillarse delante del Señor, en signo de perdón por sus pecados y los de la iglesia. "Celebramos esta eucaristía teniendo el corazón abierto en un tiempo importante y de dolor para nuestra iglesia", dijo el vicario.
En su homilía, el vicario reflexionó en torno a tres palabras: encuentro, lucha y profecía.
Al referirse al primero de estos términos, recordó lo que el Papa Francisco dijo a los consagrados en su vista a Chile. "El Papa nos recordó promover y renovar la cultura del encuentro con el amor de Dios". Luego, dijo, "María nos enseña que todo comenzó gracias al encuentro con el Señor, ahí nació el camino de la consagración. La vida consagrada nace y renace del encuentro con el señor. La vida consagrada deja las riqueza pasajeras para abrazar al que permanece".
El Padre Pedro Pablo señaló también que hoy vivimos una lucha, al igual que la que vivió la Virgen junto a su hijo.
"Hoy tenemos que hacer lo posible para que triunfe la gracia, creo que el mal y tentación están delante de nosotros, de la cual muchas veces nos hemos contaminado, de acomodarnos, de búsqueda del poder, de promover el clericalismo, de callar, de encubrir de no abrir la participación especialmente de la mujer, de no decir un basta y nunca más de abuso. Ahí está el pecado personal y social", dijo padre Pedro.
En tercer lugar, el vicario reflexionó en torno a la profecía, como el desafío en esta hora que vive la iglesia. "Nuestra consagración está llamada a ser la vida que cale profunda que cuestione una mirada nuestra que pueda transformar la realidad, que da esperanza".
Finalizando su homilía, señaló que como consagrados "estamos desafiados a ser iglesia profética que sabe poner al centro a Jesús. El don que tenemos todos, es el de sabernos profetas de este tiempo".
Al finalizar la eucaristía consagrados y consagradas compartieron su reflexión sobre los signos de esperanzas hoy.
María Inés, de las religiosas del Sagrado Corazón señaló, "hoy tenemos un llamado a la humildad, a recibir, a ser auténticamente como Cristo".
La hermana Sara Romero, misionera redentorista, es religiosa desde hace 30 años y en el día de la vida consagrada compartió la alegría de su sí al Señor. "Renuevo y celebro mi consagración, con otros que han hecho una opción de vida respondiendo al llamado de Dios. Sabemos que estamos viviendo un tiempo difícil pero es una oportunidad de crecer, la crisis es algo positivo, creo que todo creyente debe poner su mirada en Jesús, ahí vamos a encontrar luz para vivir este tiempo".