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Jueves 18 de abril de 2019

Monseñor Aós en Misa Crismal: ¡Ayúdennos a ser buenos sacerdotes!

La catedral repleta de fieles, más de 300 presbíteros, diáconos permanentes y comunidades parroquiales, fue el marco para la celebración de la Solemne Misa Crismal de este Jueves Santo, presidida por el Administrador Apostólico, monseñor Celestino Aós.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesisdesantiago.cl

Terminada la Liturgia de la Palabra, el pastor se dirigió a todos los presentes, primero en forma particular a los presbíteros, que en esta celebración renuevan sus promesas sacerdotales, expresando: "Somos sacerdotes para amar a Dios y a los demás, somos sacerdotes para enseñar y ayudar a que otros amen (...) Esta es nuestra misión en la vida, como personas y como bautizados: amar y enseñar a que otros amen". Luego advirtió que junto a esa fuerza positiva del amor, "llevamos dentro la fuerza del mal, del pecado. Constantemente ejercitamos nuestra libertad eligiendo el amor o eligiendo el pecado".

Respecto del rito de lavatorio de los pies en la liturgia de la noche de este Jueves Santo, monseñor Celestino Aós dijo: "Como cristiano ungido, como presbítero ungido, usted tiene una tarea: amar. Y el amor no es teoría, sino vida concreta. Todos juntos, aquí alrededor del altar nos atrevemos a preguntarnos: ¿Amo de verdad a los otros sacerdotes? ¿O solo a algunos? ¿Qué tanto los amo? ¿Cómo les demuestro ese amor? ¿Cómo voy a vivir mi amor a los demás sacerdotes, al presbiterio? Saludar, visitar, llamar por teléfono, ayudar a otro. Hay tantas formas de hacer vida el amor". También invitó a los sacerdotes a hacerse estas preguntas: "¿Amo a mis feligreses? ¿Amo a la Iglesia? ¿Cómo hablo de ellos? ¿Cómo los trato? ¿Hago de mi parroquia grupos de amigos?".

Después continuó su exhortación señalando: "Seamos sinceros, alguno dirá: 'No puedo amar a esos fieles; no puedo amar a ese sacerdote o a esos sacerdotes'. Presentemos ante el Señor nuestra herida (...) Hermanos sacerdotes, hoy, Jueves Santo, es día de alegría y fiesta, pero también es día de oración (...) Hay heridas en nuestro corazón, hay heridas en nuestra convivencia, hay heridas en nuestra Iglesia. Solos no vamos a poder. Hagamos lo que podamos y pidamos a Dios fuerza para lo que no podemos", dijo, refiriéndose a una forma de oración de san Francisco de Asís: "Señor, lo que no soy capaz de perdonar hoy, ayúdame para que un día sea capaz de perdonarlo".

Vale la pena ser cristianos y ser sacerdotes hoy

Luego, dirigiéndose a los fieles les pidió: "Ayúdennos a los sacerdotes a amar, a ser sacerdotes, con sus felicitaciones y con sus críticas, con su colaboración, porque la parroquia, la diócesis no es de un administrador apostólico, ni de los obispos o del párroco. Somos todos y todos tenemos que colaborar en esta Iglesia, Ayúdennos con sus oraciones. Queremos ser buenos sacerdotes, queremos ser buenos sacerdotes".

Y añadió que "en este tiempo grande y hermoso que nos toca vivir vale la pena ser cristiano, vivir como cristiano; y en este momento vale la pena ser sacerdote y vivir como sacerdote. Queremos ser buenos sacerdotes. ¡Ayúdennos! Que la fuerza del amor se haga presente en nuestras vidas. Solos no podemos. Trabajemos juntos. Póngannos bajo la protección de la Virgen María, para que ella vaya enseñándonos a desarrollar todas las fuerzas buenas que hay en nuestra vida, que hay en nuestra Iglesia, que hay en nuestra sociedad, para que tengamos un mundo mejor".

Terminada la homilía, todos los presbíteros presentes renovaron sus promesas sacerdotales ante el obispo, su disposición a observar el celibato, la debida obediencia al obispo y también ser "fieles dispensadoras de los misterios de Dios", tanto en la Eucaristía, la Reconciliación y los otros sacramentos.

Posteriormente, el obispo bendijo los aceites sagrados. El Óleo de los enfermos, para llevar alivio en los dolores y fortalecer la fe de ancianos y enfermos; el Óleo de los Catecúmenos, para ungir a los que van recibir el Bautismo, y el Crisma para ungir a los confirmandos, las manos de los nuevos sacerdotes, a los nuevos obispos y los muros de los templos cuando son consagrados al servicio de la liturgia.

Previo a la misa, como todos los años, el pastor se reunió en la Sede Episcopal con todo el clero de Santiago, presente en casi su totalidad. En la ocasión los presbíteros tuvieron una hora y media para reflexionar acerca del ministerio sacerdotal a la luz de la misericordia y la ternura. En ello tuvieron la ayuda de los testimonios del padre Roberto Espejo, con 53 año de sacerdocio; del padre Sergio Loenzini, hasta hace poco misionero en Sudáfrica, y del diácono en tránsito al sacerdocio Raúl Bascuñán.

Además, conocieron algunos párrafos del libro "Como yo os he amado. El Papa Francisco y la teología de la ternura".