Lunes 18 de mayo de 2020
Claudia Tornería - "Cuando me voy a acostar y me desconecto, pienso lo logré, salí adelante con la persona que cuido"
Durante todo el mes de mayo y en el marco del Mes del Trabajo, la Iglesia de Santiago quiere compartir una serie de perfiles de personas que día a día entregan lo mejor de si para que la ciudad funcione, en especial en tiempos de Covid-19.
Periodista: Bárbara Guerrero C.
Mi nombre es Claudia Tornería Vera y hace 7 años trabajo como cuidadora de personas con enfermedades complejas. Llegué a trabajar en esto de pura casualidad. Antes era empleada doméstica, así que cuando me ofrecieron trabajar como ayudante de enfermera acepté el desafío.
En este trabajo uno se siente importante y con harta responsabilidad. No todas las personas tienen el aguante para ser cuidadores, es duro, pero gratificante. Me toca vivir con ellos sus procesos, muchos están conscientes de lo les está pasando y los frustra, ahí uno tiene que tirarlos pa' arriba, darles ánimo para que salgan de sus crisis. Intento que se distraigan, les tiro tallas. A veces tengo que olvidarme un poco de lo que estoy sintiendo y ponerme en su lugar para hacerlos sentir mejor. No es llegar y estar sentada al lado del paciente, uno pasa a hacer un poco de todo y yo trato de hacerlo lo mejor que uno puedo.
No sé si sea vocación, pero sé que me he sentido cómoda y pienso que por algo llegué aquí. Es gratificante saber que uno logra sobreponerse. Cuando me voy a acostar y me desconecto, pienso "lo logré, salí adelante con la persona que cuido" .
Lo más duro es enfrentar los duelos, cuando les toca partir. Es complejo porque se construye una relación. Me involucro con las familias, con ellas guardamos un vínculo, una bonita amistad hasta el día de hoy.
Hoy trabajo con una pareja de adultos mayores, cuidando al caballero que sufre una enfermedad parecida al parkinson. Con ellos tengo una buena relación. Desde que empezó el tema de la pandemia, decidimos que era mejor que me quedara trabajando puertas adentro. Yo vivo en Quinta Normal y el trabajo lo tengo en Providencia. Con mi marido ya veníamos conversando que podía pasar en este caso, entonces con su apoyo se hizo más fácil tomar la decisión de quedarme allá. Él me dijo, "no hacerlo es un riesgo para todos".
En mi trabajo me entregan implementos, mascarillas y guantes, también me los dan cuando vengo a mi casa. Su apoyo me ha facilitado las cosas. No he tenido mayores dificultades que estar separada de mi familia, aunque en mi trabajo igual puedo mantenerme en contacto con ellos, hablar por teléfono y video llamada, puedo seguir con mi vida a distancia. Me siento bien. El trato es bueno.
Claro, al principio fue duro porque yo no estaba acostumbrada. Siempre estaba yendo y viniendo, no importando la distancia, me venía a mi casa a la hora que fuera. Nunca me había separado de ellos por tanto tiempo. De repente uno tiene que sacar fuerzas de flaqueza, tirar pa arriba. A Dios gracias, estamos bien. Hay que seguir trabajando no más, enfocarse en eso. Esa es mi bandera de lucha. Mi esposo siempre me está apoyando, mi familia se está cuidando, están haciendo la cuarentena y eso me da la tranquilidad que necesito para trabajar.
Uno tiene que echarse al bolsillo las penas, estar al 100%. Cuando lo necesito, encuentro consuelo y apoyo en mi marido y en mis hijos. Tratamos de ser lo más unidos como familia, eso es fundamental. Este tiempo nos ha enseñado a valorar a las personas. De todo lo malo uno tiene que rescatar lo bueno, si esto sirve además para unir a la familia, bienvenido sea.