Extraordinarios: Verónica Quiroz Muñoz

“Hasta antes de la pandemia acompañábamos en su mayoría a gente en situación de calle que llegaba a ducharse y a comer en un salón de la capilla Espíritu Santo, donde está el comedor desde hace siete años. Todo cambió el 2020. De 50 llegamos a entregar 190 raciones de comida diarias. Lo más impactante fue que se sumaron a la fila vecinos que quedaron sin trabajo y que ya no tenían para comer. El servicio lo entregamos los martes y viernes. No paramos durante enero ni febrero pasado, todo gracias a la ayuda de muchas instituciones y de nuestra comunidad. Esos días vamos tres o cuatro voluntarios a preparar la comida y la entregamos por la reja, para cuidarnos. En ese momento, a pesar de la distancia, nos conectamos. Nuestro párroco, el diácono y las hermanas de la parroquia nos acompañan para conversar y rezar, y así también entregar alimento para el espíritu de las personas. Hacer este servicio de ayudar a Cristo que está en nuestros hermanos que sufren, para mí es un regalo de Dios. Los invito a orar y ponerse siempre la mano en el corazón para ayudar a quienes más lo necesitan”.