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Martes 16 de enero de 2018

Catedral: Una Iglesia con llagas no se cree perfecta, dijo el Papa

Un templo catedral repleto de presbíteros, religiosos, religiosas, diáconos permanentes y seminaristas fue el escenario para el encuentro catequético del Papa Francisco con los consagrados, en su segundo día de estada en Santiago.

Fotos: Nibaldo Pérez, Ignacio Elissegaray

Periodista: Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl/

*[DISCURSO] Discurso completo del Papa a los consagrados en formato pdf aquí
*[DISCURSO] Saludo del Cardenal Ricardo Ezzati en formato pdf aquí
*[DISCURSO] Saludo del Papa a los obispos de Chile en formato pdf aquí
*[DISCURSO] Saludo de Mons. Santiago Silva en formato pdf aquí
*[VIDEO 1] Transmisión completa visita del Papa a la Catedral de Santiago aquí
*[VIDEO 2] Nota previa a llegada del Papa a Catedral de Santiago y reacciones posteriores aquí 
*[VIDEO 3] Nota papamóvil pasa por la Plaza de la Constitución camino a la Catedral aquí 

Luego de recorrer en papamóvil las calles Morandé y Compañía, el Santo Padre completó la vuelta por Plaza de Armas hasta llegar al frontis de la catedral, donde toda la tarde hubo animación, cantos, música y danzas latinoamericanas, con el color y la alegría propia de nuestros países, especialmente de aquellos con mayor presencia en la capital.

El Papa hizo un breve momento de oración personal en la capilla del Santísimo y puso una ofrenda floral ante la imagen de la Virgen del Carmen, que fue instalada a un costado del presbiterio. Después de la proclamación de textos bílblicos, Francisco entregó un mensaje que tuvo un valioso contenido catequético. Se centró en el relato de la triple pregunta de Jesús a Pedro: "Me amas más que estos?". (Jn 21, 15-17).

Acerca del dolor del apóstol por esta insistencia de Jesús dijo que era un "Pedro abatido", con torbellinos en su vida por la muerte de Jesús, con momentos de turbulencias. Luego de esto, volvió a referirse a los casos de abusos a niños en la Iglesia, y aseguró seguir con atención "cuanto hacen para superar ese grave y doloroso mal. Dolor por el daño y sufrimiento de las víctimas y sus familias, que han visto traicionada la confianza que habían puesto en los ministros de la Iglesia. Dolor por el sufrimiento de las comunidades eclesiales, y dolor también por ustedes, hermanos, que además del desgaste por la entrega han vivido el daño que provoca la sospecha y el cuestionamiento, que en algunos o muchos pudo haber introducido la duda, el miedo y la desconfianza. Sé que a veces han sufrido insultos en el Metro o caminando por la calle; que ir "vestidos de cura" en muchos lados se está pagando caro. Por eso los invito a que pidamos a Dios nos dé la lucidez de llamar a la realidad por su nombre, la valentía de pedir perdón y la capacidad de aprender a escuchar lo que Él nos está diciendo".

Más adelante, Francisco afirmó que nuestras sociedades están cambiando y que "podemos tener la tentación de pensar que todo está mal, y en lugar de profesar una "buena nueva", lo único que profesamos es apatía y desilusión. Así cerramos los ojos ante los desafíos pastorales creyendo que el Espíritu no tendría nada que decir. Así nos olvidamos que el Evangelio es un camino de conversión, pero no sólo de "los otros", sino también de nosotros".


Ver en las heridas signos de resurrección

Enfatizó también el Papa que Pedro fue "misericordiado". Y dijo: "No estamos aquí porque seamos mejores que otros. No somos superhéroes que, desde la altura, bajan a encontrarse con los "mortales". Más bien somos enviados con la conciencia de ser hombres y mujeres perdonados. Y esa es la fuente de nuestra alegría. Somos consagrados, pastores al estilo de Jesús herido, muerto y resucitado. El consagrado es quien encuentra en sus heridas los signos de la Resurrección. Es quien puede ver en las heridas del mundo la fuerza de la Resurrección. Es quien, al estilo de Jesús, no va a encontrar a sus hermanos con el reproche y la condena". Y afirmó que Jesucristo se presentó con llagas, y que tampoco nosotros debemos esconder nuestras llagas: "Una Iglesia con llagas es capaz de comprender las llagas del mundo de hoy y hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene nombre: Jesucristo". Porque, precisó, "en Jesús nuestras llagas son resucitadas".

Confesó luego el Papa que "veo con cierta preocupación que existen comunidades que viven arrastradas más por la desesperación de estar en cartelera, por ocupar espacios, por aparecer y mostrarse, que por arremangarse y salir a tocar la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel". Y agregó: "El pueblo de Dios no espera ni necesita de nosotros superhéroes, espera pastores, consagrados que sepan de compasión, que sepan tender una mano, que sepan detenerse ante el caído y, al igual que Jesús, ayuden a salir de ese círculo de "masticar" la desolación que envenena el alma". Invitó a pasar de ser una Iglesias de abatidos desolados a una Iglesia servidora de tantos abatidos".

Francisco terminó dando gracias por este encuentro y deseando "que la Virgen del Carmen los cubra con su manto".

Junto con Francisco, concurrieron también al principal templo católico de Santiago el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano; el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati; los cardenales eméritos Jorge Medina y Francisco Javier Errázuriz, y varios obispos eméritos, tanto de Santiago como de otras diócesis.


El saludo del cardenal Ezzati

Tras la liturgia celebrada al interior de la catedral, y antes del mensaje del pontífice, el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, saludo a Francisco:
"Muy querido Santo Padre, bienvenido y bendito, porque viene en nombre del señor a traernos su paz. Bienvenido, lo hemos esperado tanto, quienes le acogen en esta iglesia catedral de Santiago, somos sus hermanos y hermanas, discípulos misioneros de Jesús buen pastor, de Jesús servidor y Jesús testigo del padre" dijo el cardenal.

Luego añadió: "Aquí están las mujeres consagradas que con la variedad de sus carismas son testigos del misterio de Cristo, fecundando la historia de los hombres, sus hermanos, con la alabanza y su intercesión continua y multiforme de servicios apostólicos que prestan, especialmente entre los excluidos y necesitados.
Aquí están los diáconos permanentes. El año recién pasado hemos agradecido a Dios los cincuenta años de las primeras ordenaciones de diáconos permanentes del postconcilio en nuestra patria. Al igual que la semilla de la parábola, la vocación diaconal ha crecido y en el curso de estos cincuenta años se han convertido en una bendición para nuestras iglesias particulares.

Aquí están los presbíteros, incansables pastores que desde el inicio de su pontificado han acogido el desafío a que los invitó: tener olor a oveja a fin de que las ovejas puedan percibir en ellos, el perfume del óleo santo que los hizo sacramento y persona de Cristo el Señor.

Aquí están también los seminaristas, las y los jóvenes consagrados en formación, fascinados por la llamada que Jesús les ha hecho y deseosos de responderle fielmente. La realidad vocacional constituye un gran desafío para nuestras comunidades eclesiales. Para ello hemos intensificado nuestra oración, como también la convicción y la convocación del próximo Sínodo de los Obispos, que es una gracia para nosotros, y es una gracia para esta arquidiócesis de Santiago".

Finalmente el obispo de Santiago expresó al Papa: "Queremos caminar en el espíritu de una autentica conversión pastoral y de un alegre anuncio del Evangelio.

Querido Santo Padre, la vida pastoral y consagrada en Chile ha atravesado y atraviesa horas difíciles de turbulencia y de desafíos no indiferentes. Junto a la fidelidad de la inmensa mayoría, ha crecido también la cizaña del mal y sus secuelas de escándalo y deserción. Le agradecemos sus palabras que denuncian el pecado y la tibieza, y a la vez sus continuos llamados a vivir la belleza de la elección y la entrega apostólica de la vocación consagrada.

Bendíganos Santo Padre. No olvidamos de rezar por usted y por su ministerio universal. Muchas, muchas gracias".

Encuentro con los obispos del país

Terminada la liturgia de la Palabra, el Papa se reunió con los obispos activos y eméritos del país en la sacristía de la Catedral Metropolitana. Allí le ofreció un saludo monseñor Santiago Silva, presidente de la Conferencia Episcopal, quien le agradeció su visita y le señaló que "lo recibimos con inmenso cariño y esperanza (...) como a padre y hermano con quien anhelamos compartir nuestra vida, nuestra fe y nuestra misión".

Liego, reconoció que "el caminar de la Iglesia en Chile no ha sido fácil. Dificultades internas y los desafíos propios de una sociedad en evolución, que anhela ser globalizada y pluralista, nos plantean retos nunca antes afrontados. Queremos que estos desafíos se conviertan en oportunidades. Pero tenemos que ser capaces de replantear nuestro modo de ser discípulos misioneros de Jesús en estos contextos nuevos. Deseamos ser Iglesia en salida que escucha, anuncia y sirve, como nos propusimos en las Orientaciones Pastorales Nacionales 2014-2020".

Más adelante, monseñor Silva adelantó que, como una forma de prolongar la visita y el mensaje del Papa al país, se realizará entre marzo y noviembre de este año un Congreso o Año Eucarístico Nacional, que se vivirá en cada Iglesia particular.

Luego del saludo de monseñor Silva, el Papa intervino saludando en primer lugar a monseñor Bernardino Piñera, Arzobispo emérito de La Serena, que este año, precisó Francisco, cumplirá 60 años de obispo, siendo el obispo más anciano de mundo. El pastor tiene actualmente 102 años de vida.
No al clericalismo

Francisco recordó que hace casi un año recibió a los obispos chilenos en la visita Ad limina y que la tarea principal de un pastor es "estar cerca de nuestros consagrados, de nuestros presbíteros. Si el pastor anda disperso, las ovejas también se dispersarán y quedarán al alcance de cualquier lobo. Hermanos, ¡la paternidad del obispo con sus sacerdotes, su presbiterio! Una paternidad que no es ni paternalismo ni abuso de autoridad. Un don a pedir. Estén cerca de sus curas al estilo de san José. Una paternidad que ayuda a crecer y a desarrollar los carismas que el Espíritu ha querido derramar en sus respectivos presbiterios".

A continuación recalcó que uno de los problemas de la sociedad hoy es el sentimiento de orfandad, idea que se puede colar en la Iglesia y empezar a creer que no pertenecemos a nadie. Nos olvidamos, señaló, que "somos parte del santo Pueblo fiel de Dios" y que la falta esa conciencia "nos puede llevar a una de las tentaciones que más daño le hacen al dinamismo misionero que estamos llamados a impulsar: el clericalismo, que resulta una caricatura de la vocación recibida". Enfatizó: "Digámoslo claro, los laicos no son nuestros peones, ni nuestros empleados. No tienen que repetir como "loros" lo que decimos".

Terminó el Santo Padre sus palabras manifestando: "No al clericalismo y a mundos ideales que sólo entran en nuestros esquemas pero que no tocan la vida de nadie". Y: "No le tengamos miedo a despojamos de lo que nos aparte del mandato misionero".