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Domingo 16 de julio de 2017

Miles de fieles celebraron a la Virgen del Carmen en Santuario Nacional de Maipú

Al mediodía, el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, presidió la "Gran Misa de Chile" en el Santuario Nacional de Maipú, celebración que tuvo como lema "Virgen del Carmen, tu Santuario, nuestra Promesa". Durante la homilía el Arzobispo de Santiago pidió por los más de 90 mil niños y jóvenes vulnerados.

Fotos: Héctor Landskron

Periodista: Enrique Astudillo Baeza

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl

Cerca de 15 mil fieles fieles llegaron durante esta jornada de domingo hasta el Templo Votivo de Maipú, para agradecer y encomendarse a la protección de la Patrona de Chile. En total, fuentes del Santuario estiman que unas 60 mil personas visitaron el templo durante el fin de semana.

Así, esta expresión de fe y de fiesta se notaba en todo lo que pasaba alrededor del Templo, espacios en los que desde muy temprano se celebraron eucaristías y confesiones cada una hora. Además, se realizaron diversas actividades artísticas que comenzaron el viernes 14 de julio y que culminaron con la "Gran Misa de Chile".

En la misa de mediodía, el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, invitó a los presentes a tener fe en la promesa de Jesús, que nos dio a su madre como madre nuestra: "Nos sentimos hermanos a pleno derecho; aquí nadie es allegado o extranjero: la casa de María es nuestra casa. Su Santuario de Maipú es techo que nos cobija a todos, la gran familia de los hijos e hijas de Dios, destinados a ser ciudadanos del cielo, bajo la materna protección de la Santísima Virgen del Carmen".

Luego, el obispo agregó que siempre es bueno tener a la Virgen como Protectora: "María es la Virgen de la escucha; la mujer que conservó en su corazón la Palabra; la madre que, como afirman los Padres de la Iglesia, antes de concebir en su seno, había concebido en su corazón".

Refiriéndose al pasaje bíblico de Caín y Abel, de la primera lectura del Génesis, el pastor interpeló: "¿Dónde está tu hermano inmigrante? ¿Qué haces por él. Qué haz dejado de hacer por él? ¿Dónde están tus hermanos y hermanas más pequeños, los más de 90 mil niños y adolescentes vulnerados, muchas veces abandonados a su suerte, sin protección social adecuada, y hasta sometidos a maltratos físicos y psicológicos, niños y adolescentes que mendigan un techo del cual, finalmente, intentan huir, porque no es "hogar", sino una cárcel? ¿Qué hemos hecho de estos hermanos, vulnerados por tantas injusticias. Dónde está tu hermano que, en pleno siglo XXI, en una sociedad marcada por tantos adelantos y por la opulencia de unos pocos, es desechado como descarte del cual hay que liberarse? ¿Qué hacemos con tantos pobres que aún viven en míseros campamentos, con los adultos mayores abandonados? ¿Dónde está tu hermano, tu hermana, que no conoce el gozo y la esperanza de la fe, la acogida de una comunidad creyente que brinda acogida y calor, o que por nuestras deficiencias se ha alejado de Jesús y de la comunidad? En esta fiesta, la Virgen del Carmen nos invita a dejarnos interpelar por el Señor. Pidamos su ayuda, para que podamos responder, desde el corazón su Hijo, Buen Samaritano".

El cardenal agregó que "María, Madre de la familia chilena, especialmente en estos tiempos de crispación, nos pide aprender el lenguaje del amor. Sólo el amor construye, sólo con amor se construye amistad cívica, sólo con amor se levanta la cultura de la acogida y de la solidaridad. La Virgen del Carmen, a todos los hijos e hijas de Chile, nos auxilie a desterrar el lenguaje duro y descalificador, y aprender la gramática del diálogo que construye y hermana".

Por último, el arzobispo exhortó a los miles de fieles a recordar que "desde la cruz, Jesús nos entregó a su Madre como nuestra Madre. Volvamos a acogerla en "nuestra casa", en nuestra familia, en nuestra ciudad, en nuestro País".

Por otra parte, el padre Carlos Cox, rector del Santuario, sostuvo que "la conmemoración de este año es muy especial por dos razones. La primera, porque este es un comienzo para la preparación de lo que significa la venida del Papa Francisco, lo que sin duda, nos permite colocarnos en el camino espiritual, generar el ambiente y abrirnos al don que el Vicario de Cristo nos quiere regalar. Y segundo, en el horizonte del año 2018, donde se cumplen los 200 años de la independencia y los 200 años de la promesa que hizo Chile al levantar un Santuario en el lugar donde se consolidó la independencia, nosotros los hemos querido recoger no solo recordando, sino que especialmente a través de la renovación de la promesa de Chile y de toda su gente".

"Siempre le doy gracias a la Virgen del Carmen por ser la madre de Chile. Estoy muy contenta de venir hasta acá, porque le pido por mi familia, por el país, por mis enfermedades. Gracias a Dios, aún puedo venir hasta el templo y me alegra ver que tanta gente también lo hace. Es una fiesta que todos debiéramos asistir, porque la Virgen es nuestra Madre todos los días", expresó Lucila Cortés de 65 años, quien asiste a esta fiesta desde hace 10 años.

Carlos Encina, por su parte, también llegó hasta Maipú desde Ángol para conmemorar a la Virgen del Carmen: "Yo vengo a darle gracias por mi familia, por mi salud. Chile está pasando momentos difíciles y siempre es bueno pedirle a la Patrona de Chile que interceda por cada una las cosas que pasan. Es bonito ver que tanta gente también lo hace".

 

A CONTINUACIÓN LA HOMILÍA COMPLETA DEL CARDENAL RICARDO EZZATI, EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 2017:

 

Maipú, 16 de julio de 2017

HOMILÍA DEL CARD. RICARDO EZZATI ANDRELLO, SDB ARZOBISPO DE SANTIAGO

Hermanos, hermanas peregrinos todos.

La paz del Señor resucitado, vencedor de todo mal, llene sus corazones de confianza, consuelo y esperanza, especialmente en este día de fiesta, que nos ha convocado a este Santuario de Maipú, para saludar y venerar a la Madre y Reina de Chile, Nuestra Señora del Carmen. Confiados en la promesa de Jesús, que nos dio a su Madre como madre nuestra, nos sentimos hermanos a pleno derecho; aquí nadie es allegado o extranjero: la casa de María es nuestra casa. Su Santuario de Maipú  es techo que nos cobija a todos, la gran familia de los hijos e hijas de Dios, destinados a ser ciudadanos del cielo, bajo la materna protección de la Santísima Virgen del Carmen. Bienvenidos.  

1.- Nos alegramos de tener como Protectora a la Virgen del Carmen.

A comienzos de esta solemne eucaristía hemos orado diciendo: “Dios omnipotente, estos hijos tuyos nos alegramos de tener como protectora a la Santísima Virgen del Carmen, Madre y Reina de esta Patria nuestra”.

Sí: nos alegramos de tenerla como madre y reina; nos alegramos y nos llena de confianza sabernos amparados bajo tu manto; nos infunde confianza y serenidad caminar por la senda de la vida de su mano. En el gozo y en la plenitud de la vida, en la soledad del dolor y en la obscuridad de la desesperanza, que nunca faltan, nos alienta que la Reina y Madre Misericordiosa, nos muestre el fruto bendito de su vientre, nos alienta a su ejemplo de fe y fortaleza y nos conforta su poderosa intercesión. Como lo hizo en Caná de Galilea con los esposos a quienes les vino a faltar el vino de la fiesta, Ella no deja de acompañar a sus hijos para ofrecerles motivos de esperanza. Nos anima verla de pie junto a la Cruz de su Hijo; nos consuela mirarla, Dolorosa, acogiéndolo en sus brazos nos regocija contemplarla victoriosa junto a Él en la gloria del cielo.   

Desde nuestras múltiples situaciones, de gozo, de dolor, y desesperanza, hoy llegamos a tu santuario oh Virgen del Carmelo, para contemplar como tus ojos misericordiosos se vuelven hacia nosotros; para escuchar, llenos de asombro, y conmoción, tu palabra llena de ternura, para auscultar los latidos de tu corazón de Madre y experimentar tu materna intercesión que alienta a seguir caminando con esperanza. Ven con nosotros a caminar, Santa María, ven con nosotros a caminar.

María es la Virgen de la escucha; la mujer que conservó en su corazón la Palabra; la madre que, como afirman los Padres de la iglesia, antes de concebir en su seno, había concebido en su corazón. Al Ángel Gabriel enviados por Dios para pedir su consentimiento para que el hijo eterno de Dios se hiciera hombre en su seno. Ella responde: “Hágase en mi según tu palabra”, una disponibilidad que no se improvisa. De su vida de la fe, los Evangelio afirman que “Ella guardaba todas esas cosas, metiéndolas en su corazón”.

Hoy, como hijos suyos, nosotros también queremos disponer nuestro corazón para la escucha de la Palabra del Señor, para acogerla en el corazón y  ponerla por obra. Es Santa María del Carmen quien nos invita a escuchar la voz de su Hijo para hacer de ella norma para nuestra vida.

Desde las tres lecturas bíblicas que hemos escuchado, acerquémonos al mensaje de Jesús, fuente de vida abundante para nosotros, para nuestra comunidad eclesial y para todo el Pueblo de esta Patria nuestra.

2. Del libro del Génesis

La primera lectura bíblica, sacada del libro del Génesis, nos estremece. Por envidia Caín, ataca y mata a su hermano Abel. Y a la pregunta de Dios "¿dónde está Abel, tu hermano?", hemos escuchado con indignación la respuesta cruel de Caín: "No sé, ¿soy yo el guardián de mi hermano".

- ¿Dónde está tu hermano?, ¿Dónde está? ..., especialmente, si es pequeño, si sufre, si está enfermo, si está perdido o si, por tantos motivos, se ha alejado del hogar. Dónde está tu hermano? ¿Qué has hecho de él?

- ¿Dónde está tu hermano migrante? , ¿Qué haces por él?, y ¿qué has dejado de hacer por él?, ¿acogemos e integramos o pasamos de largo, con los ojos ciegos y el corazón endurecido?

- ¿Dónde están tus hermanos y hermanas más pequeños, los más de 90.000 niños y adolescentes vulnerados, muchas veces abandonados a su suerte, sin protección social adecuada, y hasta sometidos a maltratos físicos y psicológicos, niños y adolescentes que mendigan un techo del cual, finalmente, intentar huir, porque no es "hogar", sino una cárcel? ¿Qué hemos hecho de estos hermanos, vulnerados por tantas injusticias?

- ¿Dónde está tu hermano que, en pleno siglo XXI, en una sociedad marcada por tantos adelantos y por la opulencia de unos pocos, es desechado como descarte del cual hay que liberarse? qué hacemos con tantos pobres que aún viven en míseros campamentos, con los adultos mayores abandonados y solos, con seres humanos concebidos el seno de sus madres y a las cuales se les niega el derecho a vivir? La interpelación y el reproche de Dios no nos pueden dejar indiferentes.

- ¿Dónde está tu hermano, tu hermana, que no conoce el gozo y la esperanza de la fe, la acogida de una comunidad creyente que brinda acogida y calor, o que por nuestras deficiencias se ha alejado de Jesús y de la comunidad? ¿Qué hacemos por ellos, para que lleguen al gozo del Evangelio?

En esta fiesta, la Virgen del Carmen nos invita a dejarnos interpelar por el Señor. Pidamos su ayuda, para que podamos responder desde el corazón a su Hijo. Buen Samaritano.

3. Todos comenzaron a hablar en otras lenguas

La segunda lectura, sacada de los Hechos de los Apóstoles, presenta a la primera comunidad cristiana, unida en comunión fraterna, junto a María la Madre de Jesús, fortalecida por la irrupción del Espíritu Santo que comienza la misión que el Maestro le había encomendado.

El texto dice que los discípulos "comenzaron a hablar en otra lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran". ¿Cuál es este lenguaje nuevo que los discípulos comenzaron a hablar? ¿Acaso, mágicamente, se volvieron políglotas? No, no se trata de esto. El lenguaje que la gente comenzó a comprender el lenguaje de Dios, de Dios que es Padre, de Dios nuevo, el lenguaje que desde la más tierna infancia y a lo largo de todo el arco de la vida, va llenando de significado la historia de cada persona, de la familia y de la sociedad. Es el lenguaje que permite reconocernos hermanos, el lenguaje que permite construir ciudad, el país, el mundo entero como una mesa preparada para todos y en la cual nadie quede descartado excluido. Es el lenguaje que respeta a todos en su dignidad humana, el lenguaje que no insulta, que no desprestigia, que no miente, que piensa bien de todos, que habla bien de todos, y que a todos hace bien"

"María, Madre de la familia chilena, especialmente en estos tiempos de crispación, nos pide aprender el lenguaje del amor. Sólo el amor construye, sólo con amor se construye amistad cívica, sólo con amor se levanta la cultura de la acogida y de la solidaridad.

Pero, todo esto sólo será posible, si nos disponemos a aprender el lenguaje de Dios. Dios es amor y sólo quien ama puede crecer como hijo de Dios. Aprendiendo a reconocer a Dios que es Padre, aprendemos a reconocer al otro como hermano o hermana.

La Virgen del Carmen, a todos los hijos e hijas de Chile, nos auxilie a desterrar el lenguaje duro y descalificador, y aprender la gramática del diálogo que construye y hermana. Todo ello debe inspirar la vida privada y familiar, así como la vida pública, social y política. "Chile tiene vocación de entendimiento y no de enfrentamiento", nos dijo hace 30 años, San Juan Pablo II en su visita a Chile.

4.- Mi Madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen

Finalmente, en la tercera lectura bíblica de esta liturgia, San Lucas pone en boca de Jesús una expresión, que a primera vista nos puede parecer dura: "¿quién es mi madre y quienes son mis hermanos? Pregunta que, sin embrago se torna el elogio más grande para la Virgen. Es su Madre porque ha creído; es bienaventurada por la fe, experiencia que desde la anunciación al dolor de la cruz marcó radicalmente su existencia. María es la mujer que oyó la palabra de Dios y la cumplió. Así lo reconoció Isabel: "Bendita Tú, porque has creído". Bendita tú, porque supiste confiar en la promesa del Padre, El que, mirando la humildad de su sierva, la quiso elevar a la dignidad alta de ser madre del Redentor del mundo.

Bienaventurados, los hijos de María; bienaventurados quienes aprenden a vivir como Ella, quienes ponen su confianza en Dios, quienes todo lo esperan de Él que colma de bienes a los hambrientos y despide con las manos vacías a los satisfechos.

Queridos hermanos y hermanas; desde la cruz, Jesús nos entregó a su Madre como nuestra Madre. Volvamos a acogerla en "nuestra casa", en nuestra familia, en nuestra ciudad, en nuestro país. Ella siga siendo el alma de Chile, la Madre de todos quienes habitamos esta patria, a fin de que, que con su ayuda, la sabiduría de quienes nos gobiernan y la solidaridad de todos, sea la antesala del cielo.

Amén