Miércoles 1 de agosto de 2018
Casa de Acogida Espíritu Santo
Tres años dignificando la vida de los adultos mayores.
Fotos: Nibaldo Pérez
Periodista: Natalia Castro
Fuente: Periódico Encuentro
Link fuente: www.periodicoencuentro.cl
Dos semanas han pasado desde que la televisión diera a conocer el triste desenlace de Elsa y Jorge, dos ancianos que, empujados por el abandono y las enfermedades, habrían tomado la drástica decisión de terminar con sus vidas. Un hecho que deberá ser investigado, pero que pone nuevamente en juego la necesidad de poner más atención en nuestros adultos mayores.
Según cifras del Ministerio de Desarrollo Social, el 15% de la población de ancianos de nuestro país está en completo estado de abandono, una realidad que en la Casa de Acogida de la Parroquia Jesús Servidor, en Peñalolén, conocen de cerca, ya que desde hace más de tres años atienden a ancianos en situación de vulnerabilidad, brindándoles un techo y cuidados.
En este lugar, enclavado en pleno corazón de Lo Hermida, adultos mayores pasan sus días recibiendo alimentación, un lugar donde dormir y cuidados que dignifican su vida. Acá se hace vivo el Evangelio, se pone a Cristo en el centro y en los más necesitados, tal como lo ha pedido el Papa Francisco.
El aniversario
El sábado 28 de julio la Casa de Acogida Espíritu Santo se vistió de fiesta. Voluntarios y beneficiarios se congregaron para festejar un año más de funcionamiento de esta iniciativa que surgió de la misma comunidad, al alero de una parroquia y que los vecinos de Lo Hermida sienten suya. Su fundador, el padre Pablo Palma, comenta: "La situación en que se encuentran muchos adultos mayores, es una realidad que como Iglesia hemos asumido ante la notoria pobreza de este tiempo, que es el abandono de esta parte de nuestros hermanos. Lo que importa acá es tener un espacio digno para acogerlos gratuitamente, donde estos adultos mayores varones autovalentes, son ellos los dueños de casa, cada uno tiene su dormitorio y hay espacios comunes donde ellos pueden compartir la vida".
Junto a lo anterior, el padre Palma agradece a los laicos, quienes participan anónima y activamente como voluntarios y agrega que "nuestro compromiso es dignificar la vida de nuestros adultos mayores que la sociedad actual muchas veces descarta, como dice el Papa Francisco, devolverles la sonrisa y las ganas de compartir con otros".
Manuel Castillo tiene 71 años, es oriundo de Buin y llegó en el año 2014 al centro de acogida, debido a dificultades económicas y las "vueltas de la vida", como él las define. Hoy, sacristán y ministro de Comunión, comenta: "Si no estuviera acá, quizá andaría ambulante, con mi bolsita al hombro. Pero Dios quiso algo distinto y acá estoy bien, tengo un techo, abrigo y la comida, nosotros mismos mantenemos el orden y cuidado de este espacio, porque es nuestro lugar. Dios no abandona".