Miércoles 24 de junio de 2020
Carta en Pentecostés: Obra del Espíritu
Estimado hermano presbítero:
Pienso en usted con su personalidad, con su historia, en su situación singular. Llamado a ser sacerdote, un sacerdote bueno, generoso, alegre, esperanzado. Llamado a ser sacerdote en este Presbiterio y en esta Iglesia particular de Santiago.
A) AGRADECIMIENTO: Jesús nos prometió: “El Defensor, el Espíritu Santo que el Padre va a enviar en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho”; “cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mí, en Jerusalén, en toda la región de Judea y de Samaría, y hasta en las partes más lejanas de la tierra”. "Yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca”.
Jesús cumplió y cumple. Hoy es Pentecostés. Pentecostés, es tiempo de agradecimiento: demos gracias por Jesucristo, por el don del Espíritu Santo, por la Iglesia, por el P. Julio Larrondo que nos entrega como nuevo obispo, por usted ¡por su sacerdocio! Por la misión que nos encomienda y en la que estamos. ¡Hermoso ser cristiano, hermoso ser sacerdote!
En la pandemia y cuando la pandemia pase, seguiremos buscando la felicidad. Y la pregunta será la misma ¿cómo se puede ser feliz ahora? Debemos lograr un cierto estado de bienestar personal. Un país mejor: una sociedad más inclusiva, equitativa y equilibrada. Mejorar la calidad de vida, fortalecer habilidades emocionales y sociales. La salud emocional entrará en crisis: depresiones, alteraciones de humor, nerviosismo, crispación etc. Mejorar la calidad de vida espiritual: la vida espiritual ni es un apéndice ni está fuera de la acción ordinaria; la vida espiritual tiene expresiones que nos enriquecen cuando no nos entrampan en la rutina. ¿Qué hago? ¿Por qué hago esto?
Desde el dolor, desde tantas voces amargadas y con ganas de amargar, hablamos de realidades maravillosas: irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de los pecados… “Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido”. “Cuiden de las ovejas de Dios que han sido puestas a su cargo; háganlo de buena voluntad, como Dios quiere, y no forzadamente ni por ambición de dinero, sino de buena gana, compórtense no como si ustedes fueran los dueños de los que están a su cuidado, sino procurando ser un ejemplo para ellos”.
Llevamos dentro luz, energía, fuerzas de vida, y hay que reconocerlas y trabajarlas. La gracia de Dios y el amor van haciendo de nuestra historia la historia de la salvación. En esa historia tan maravillosa estás como persona; en esa misión tan hermosa eres enviado hoy. Algunos no verán claro al sacerdote, sino que se acercan buscando seguridad, liderazgo, etc. Pero tú no olvides nunca que eres sacerdote. (Señale cinco cualidades de la Iglesia actual, cinco cualidades de sus feligreses, cinco cualidades de su presbiterio).
B) CONFIANZA, RENOVACIÓN: “El mismo Padre los ama porque ustedes me han amado, y han creído que salí de Dios. Salí del Padre y vine al mundo; y ahora dejo el mundo y voy al Padre”. La vida es proceso, cambio. Proceso en ocasiones tranquilo y continuado y otras traumático. Pero cambia luego hay vida. “Ven y renueva la faz de la tierra”, rezamos al Espíritu Santo; y queremos que se renueve sin cambiar, que todo siga como antes. ¿Cómo saldrá Chile de este paso? ¿Y la humanidad? Las personas seremos distintas, las cosas, etc.
Con la gracia de Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo buscaremos sanar las heridas, madurar lo inmaduro, etc.; pero Jesús potencia lo sano, lo realizado y logrado. El pecado existe, como existe la virtud. Unos han mostrado el lado más hermoso, y otros van a ser tenebrosos, buitres, lobos del hombre. Para unos la naturaleza humana es esencialmente negativa, pecadora, y los aspectos positivos que se aprecian en las personas se derivan de ausencia o atenuación de los negativos, y además los positivos son tangenciales y no vale la pena estudiarlos por sí mismos. Las personas son asociales, egoístas, con comportamientos determinados por su experiencia temprana, o por su entorno familiar, social, colegio etc.
No se habla del sentido de la existencia, de la trascendencia, la satisfacción, el placer, la serenidad, la alegría, la tranquilidad, la gratitud, el perdón, el entusiasmo, la resiliencia, la persistencia, la confianza, la fe, la esperanza, el altruismo, etc. (haga una lista de fuerzas o cualidades; luego ordénelas por valor; si quiere salte el paso dos y pase a este tercero: qué puntuación se da usted a sí mismo; cuarto, separe una o dos en que va a trabajar).
Pero hay que sostenerlo y proclamarlo: la mayoría de las personas funcionan en modo normal, y lo más típico de ella es lo positivo. Lo positivo ocurre con mucha más frecuencia que lo negativo. El hecho de que lo negativo atraiga nuestra atención no implica que lo negativo sea lo predominante en la sociedad y en las personas. Se habla de “buenas prácticas”, “con tu aporte” …
Hay personas, familias, grupos e instituciones que funcionan bien. Y funcionar bien lo entiendo no como que no tienen problemas, sino que saben enfrentar y superar los problemas. Chile sabe de destrucción y empobrecimiento. Trabajar para salir adelante; organizarse; repartir lo que tenemos; cuidar la propia vida y la de los demás; vivir más sencillamente; cuidar la naturaleza y los bienes comunes, etc. “Yo no podría”, hemos podido. “Yo haría, yo estoy seguro” … y al final dejar nuestro orgullo y “yo veré si con la ayuda de Dios y de los demás”. Confiar en nosotros es presunción y orgullo que son frágiles y poco eficaces; pero quien no confía no puede ni alegrarse valorando la renovación de la Iglesia, ni ser él mismo un agente renovador.
C) SANACIÓN, RESTAURACIÓN: “todo el que cree que Jesús es el Mesías ha nacido de Dios. Y todo el que ama al que da la vida debe amar también al que nace de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos”. Cuidado con caer en el victimismo, que nada arregla y todo lo empeora. El optimismo iluso resulta estéril si es evasión; el Espíritu Santo nos lleva a un realismo positivo que es clave especialmente cuando las personas enfrentan situaciones adversas. “Perdimos todo lo logrado, después de este tiempo, ¿quién va a venir a buscar a un sacerdote? La psicología está especializada en problemas y situaciones negativas; los economistas y políticos arreglan la vida social, etc.”, me argumentaba un sacerdote. Una situación de violencia como el estallido social, una situación de pandemia del coronavirus afecta y deja huellas y daños materiales y corporales, mentales y espirituales y cuestiona y deteriora el tejido social.
“No, no tenga miedo, que no hemos perdido nada; no compita tratando de ser psicólogo, ni economista ni político; trate de ser sacerdote y verá que vienen, que no sólo de pan –y qué bendición es tener el pan cada día en la mesa- no solo de pan vive el ser humano”. Algunos piensan que basta con ayudar a las personas a liberarse de sus problemas emocionales para que funcionen bien; suponen que la ausencia de trastornos o déficits es sinónimo de bienestar psicológico.
Miraremos a la cruz constantemente porque ahí están los más grandes problemas, y ahí precisamente Jesús los supera: tú pon amor donde otros ponen odio, pon verdad donde otros ridiculizan, ver el lado positivo de las personas, sus emociones positivas, las fortalezas y todo lo que hace a la vida valga la pena ser vivida. El Espíritu Santo nos habla con palabras de san Francisco de Asís “Que la paz que anuncian de palabra, la tengan, y en mayor medida, en sus corazones. Que ninguno se vea provocado por ustedes a ira o escándalo, sino que por vuestra mansedumbre todos sean inducidos a la paz, a la benignidad y la concordia, pues para esto hemos sido llamados: para curar a los heridos, para vendar a los quebrados y para corregir a los equivocados. Pues muchos que parecen ser miembros del diablo, llegarán todavía a ser discípulos de Cristo” … Algo sabemos de conversiones, de cambios de vida y conducta. Muchas cosas que parecen obvias no necesariamente son verdad, y muchas cosas que son verdad no resultan para nada obvio. Se rehace fácilmente lo material. Se hirió y destruyó lo social y eso cuesta; eso exige esfuerzo, tiempo, generosidad.
Algunos esperan más palabras, pero ¿no hablamos los obispos, los sacerdotes, y los religiosos y laicos tratando de proclamar evangelio? Es hora más privilegiada para los hechos: escuche lo que habla a través de servicio de los hermanos. Jesús al identificarse con el pobre nos muestra la dignidad del hombre: del enfermo a quien asistimos, de los migrantes que acompañamos y alojamos, de los hambrientos que reciben alimento… ¡Gracias, hermano sacerdote por tanto bien, generoso y callado y a veces tan incomprendido! He visto florecer el desierto, sé que Dios puede sacar agua de la roca, y convertir la cruz en salvación. Recojo las palabras de fe de un predicador de 64 años: “No tengan miedo, conserven su fe y alaben a Dios. Creo que todo está bien, y eso le sienta bien a mi alma. Tengo una alabanza a mano en mi corazón. Llevo una palabra conmigo y sigo tratando de hacer cumplir la voluntad del Señor incluso desde la cama de un hospital”. (Dos días después supo que tenía coronavirus, y al día siguiente murió.)
Puede anotar tres respuestas “deseo una Iglesia…"; a continuación, escriba tres respuestas “yo aportaré a esa Iglesia…”. Igual con “deseo un Chile…”, y, “yo aportaré para construir este Chile…”.
Cierro estas líneas repitiéndole mi agradecimiento por su ser y ministerio presbiteral; confío en el futuro porque confío en usted; y confío en usted porque Dios confía en usted: es Jesús quien lo llama y envía hoy, es la Virgen María quien le protege. Festejamos el Pentecostés apostólico y el Pentecostés de hoy: recemos unos por otros, y recen por mí: Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Celestino Aós, OFMCap
Arzobispo de Santiago
30 de mayo 2020