Jueves 24 de abril de 2025
Papa Francisco: el legado de un pastor cercano y contemporáneo
La Iglesia universal despide con profundo dolor y gratitud a Su Santidad el Papa Francisco, quien marcó una época en la historia reciente del cristianismo. Cercano, valiente y profundamente humano, Jorge Mario Bergoglio fue un pastor que eligió caminar junto a su pueblo, llevando el Evangelio a las periferias del mundo, tanto físicas como existenciales.
Periodista: Nazareth Quezada A.
Desde que asumió el pontificado en 2013, su estilo sencillo, su lenguaje directo y su amor por los más vulnerables transformaron el modo en que millones de personas creyentes y no creyentes miraron a la Iglesia. En una de sus frases más recordadas, expresó su anhelo por una Iglesia “accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que por estar encerrada y aferrada a sus propias seguridades”.
Francisco fue un incansable defensor de los pobres, los migrantes, los privados de libertad y todos aquellos a quienes el mundo suele dejar al margen. En más de una ocasión, al visitar cárceles, dijo con conmoción: “Cada vez que entro en una prisión, me pregunto: ‘¿Por qué ellos y no yo?’”, revelando así la profundidad de su compasión y humanidad.
También supo abrir espacios de diálogo con comunidades históricamente excluidas de la vida eclesial. Su histórica pregunta “¿Quién soy yo para juzgar?”, en relación a personas homosexuales que buscan sinceramente a Dios, se convirtió en un símbolo de apertura pastoral, y marcó un hito en el camino hacia una Iglesia más acogedora y menos condenatoria. En sus últimos años, impulsó un trato digno y respetuoso hacia la comunidad LGBTQ+, así como leyes civiles que reconocieran sus derechos.
En su encíclica Laudato si’, ofreció una profunda reflexión sobre el cuidado de la Casa Común, vinculando la crisis ecológica con la pobreza y la desigualdad. “Todo está conectado”, insistía, convocando a una conversión ecológica que interpeló a fieles, gobiernos y sociedades enteras.
Francisco no solo fue el primer papa latinoamericano y el primero en llevar el nombre del poverello de Asís. Fue, sobre todo, un pastor de mirada misericordiosa, capaz de hablarle al corazón de este tiempo. Su legado perdurará como una invitación constante a vivir una fe encarnada, alegre y comprometida con el dolor del mundo.
Hoy, la Iglesia llora su partida, pero también celebra su vida, su palabra y su ejemplo. El Papa Francisco deja una huella indeleble: la de un pastor que no tuvo miedo de ensuciarse los pies para caminar junto a su pueblo.