Viernes 3 de enero de 2025
Testimonio de cuatro diáconos permanentes recién ordenados en Santiago
Periodista: Alejandro Manríquez H.
Un ingeniero químico, un contador, un comerciante, un transportista escolar, un profesor de religión… Así de variadas son las profesiones y oficios de los nueve laicos ordenados diáconos permanentes en la Iglesia de Santiago.
Son de diferentes zonas de la Arquidiócesis (Maipú, Puente Alto, Peñalolén, Lampa…) y sirven como agentes pastorales en distintas comunidades y parroquias, pero a todos los une un mismo llamado: servir a Dios, a la Iglesia y a los hermanos.
Con la ordenación culminó un “acontecido” proceso de formación de cerca de 7 años que incluyó, entre otros hechos, el estallido social, la pandemia (con clases virtuales), un nuevo rector en la Escuela del Diaconado y el cambio de la sede de formación, ahora en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Han sido años de estudios formales, cambios en las mallas curriculares, discernimiento, acompañamiento espiritual y servicio pastoral. En cada paso han estado involucradas sus respectivas esposas, protagonistas en esta ruta de formación.
“La primera vocación de estos varones es su esposa y su familia”, destaca el padre Javier Vergara, rector de la Escuela del Diaconado Permanente del Arzobispado de Santiago.
“Desde la teología matrimonial, la mujer es la ayuda idónea. Sin el consentimiento de las esposas, ellos no pueden ser ordenados diáconos. De hecho, antes de la misa de ordenación, el arzobispo se reúne con las esposas y los hijos de los diáconos quienes entregan la autorización. Luego viene el juramento de fidelidad y obediencia al obispo”, explica.
En definitiva, es un camino acompañado y abundante en historias de fe, discernimiento y compromiso con el servicio al pueblo de Dios.
A continuación, conoceremos el testimonio de cuatro de los diáconos permanentes.
Claudio Díaz: “sentía que Dios me llamaba a más”
Aunque participa desde los 9 años en la Iglesia fue en 2000 cuando Claudio Díaz vivió una experiencia transformadora con el Señor en un retiro de Cursillos de Cristiandad.
“En ese momento nació un llamado para servir a Dios con más ímpetu. Al poco tiempo nos pidieron, con mi esposa Carolina (Aguilar), ser asesores de pastoral juvenil en nuestra Parroquia El Señor de Renca. Fue un trabajo muy hermoso. Pudimos convocar jóvenes, hacer crecer la pastoral y dar frutos… Pero había un movimiento interior que me llamaba a más”, relata.
Tras casi tres años de oración y discernimiento con su acompañante espiritual y con su mujer, decidió responder al llamado diaconal. “Siempre sentí en mi corazón que podía entregar algo más”, comenta Claudio, quien inició su formación al diaconado en 2018.
Su preparación incluyó estudios teológicos y un año de servicio pastoral en diversas áreas, como el Hospital José Joaquín Aguirre y la pastoral migrante. “Llegar a esta ordenación me llena de esperanza para servir a la Iglesia y al pueblo de Dios con todo lo que Él disponga”, concluye.
Juan Carlos Fuentes: una comunidad inspiró el llamado
Gracias al aliento de su esposa, Jacqueline Gutiérrez, y al de su comunidad de la Capilla Nuestra Señora de Lourdes de Maipú, Juan Carlos Fuentes descubrió su vocación al diaconado.
“Fue un discernimiento largo, de mucha conversación con los diáconos de mi parroquia (Cristo Resucitado). Yo estaba esperando que Dios me diera una señal. Y eso llegó, finalmente, en un retiro. Sentí que tenía que dar el paso”, confiesa.
Su formación, también iniciada en 2018, atravesó grandes desafíos como la pandemia. “La Escuela del Diaconado fue un gran sostén en esos tiempos difíciles", comparte Juan Carlos.
Ahora, con humildad y disposición, se prepara para servir en su parroquia, enfocándose en apoyar activamente la pastorales, asistir a los sacramentos y visitar enfermos. “Mi esperanza es ser un instrumento para servir donde sea necesario”.
Christian Gajardo: una misión renovada
Christian Gajardo es un chileno que vivió durante más de 30 años en Venezuela. En ese país hermano, asegura, vivió una experiencia espiritual que renovó su compromiso con el Señor.
“Regresé a Chile el año 2005 y me casé el 2009 con María Inés (Gutiérrez). Juntos hemos vivido un proceso de catequesis constante. Aproximadamente, en el año 2016 mi párroco (Jorge Ruiz) me ofreció la posibilidad de servir en el diaconado. Estuvimos un año discerniendo con mi esposa y pidiendo oración a la comunidad”, explica quien también es profesor de religión.
“El diaconado representa un nivel más profundo de servicio, especialmente en la liturgia y el acompañamiento pastoral”, afirma Christian, quien destaca la importancia de su esposa en esta misión. “Somos uno, y ella es mi cable a tierra en este camino de testimonio y servicio”.
Juan Antonio Pinto: “útiles en nuestra fragilidad”
Era el año 2011 y Juan Antonio Pinto dividía su tiempo entre su oficio de transportista escolar y el servicio en la Parroquia San Pedro de Las Condes. Allí, mientras cumplía funciones como sacristán cada quince días, conoció a Lautaro Sepúlveda, un diácono cuya sencillez y dedicación dejaron una huella profunda en él.
Don Lautaro, en una de esas tardes de exposición del Santísimo, se le acercó y le dijo: “Veo en ti algo especial, algo que quizás debas discernir”.
Al principio, la idea de un llamado diaconal parecía remota, pero al cabo de un año comenzó a considerar seriamente la posibilidad. Su esposa, Juani, se convirtió en su principal apoyo, acompañándolo en este proceso con fe y apertura.
En 2017, después de un camino de discernimiento y acompañamiento espiritual, Juan Antonio y su esposa fueron presentados oficialmente a la Escuela del Diaconado. La transición no fue sencilla. Retomar los estudios después de haber dejado las aulas en 1979 representó un desafío enorme, especialmente al enfrentarse al rigor académico de la Facultad de Teología de la Universidad Católica. Con paciencia y la ayuda de su hijo menor, aprendió desde manejar programas como Word hasta desarrollar investigaciones teológicas.
Hoy, Juan Antonio Pinto mira hacia atrás y ve un camino lleno de gracia. Junto a Juani, con quien celebrará 44 años de matrimonio, agradece a Dios por haberle permitido crecer en fe y en amor a través del servicio. “No sé por qué Dios nos eligió, pero en nuestra fragilidad encontró algo que podía usar para su obra”, reflexiona.
Estos son los nombres de los nueve diáconos permanentes ordenados el sábado 4 de enero de 2025
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Mario Nicolás Diaz Soto
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Claudio Alejandro Diaz Zenteno
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Juan Carlos Fuentes Vergara
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Christian Rogelio Gajardo Beltrán
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Alejandro Guillermo Gutiérrez Aqueveque
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Rodrigo Hernán Jerez Jeldres
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Rodrigo Andrés Jeria Álvarez
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Juan Antonio Pinto Jerez
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Alfredo del Tránsito Salas Arellano