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Lunes 21 de octubre de 2024

Religiosas de claustro de la Arquidiócesis se reunieron en la casa arzobispal

Este jueves 17 de octubre las hermanas de los monasterios de vida contemplativa de Santiago se reunieron en la sede del Arzobispado en su encuentro anual de fraternidad y formación.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Alejandro Manríquez

Son muy excepcionales las ocasiones en que una religiosa de vida contemplativa sale de los muros de su monasterio. Ellas han elegido el silencio, la oración, la vida en comunidad y el trabajo santificado dentro de un claustro. Sólo abandonan sus quehaceres para ir al médico, para votar en las elecciones o para asistir a reuniones a las que las invita la Iglesia. El pasado jueves 17 de octubre fue una de esas ocasiones. 

Religiosas de nueve monasterios de la Arquidiócesis de Santiago llegaron hasta la casa arzobispal en Plaza de Armas para compartir con hermanas de otras comunidades contemplativas y para recibir formación de parte de la Vicaría para la Vida Consagrada.

Dentro de las comunidades participantes estuvieron cuatro conventos de las carmelitas descalzas: Cristo Rey y María Mediadora (La Florida), San Rafael (La Reina), Monasterio de San José (Ñuñoa) y El Toyo (San José de Maipo).

Las otras comunidades que estuvieron presentes fueron los dos Monasterios de La Visitación (Santiago Centro y Ñuñoa), las Clarisas (La Florida), las Clarisas Capuchinas (Santiago) y las religiosas Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento (Santiago Centro).

Este encuentro anual de confraternidad comenzó con una misa con el padre Rodrigo Delazar, vicario para la Vida Consagrada. Posteriormente, las hermanas pudieron compartir con sus pares, realizar trámites en el Arzobispado y recibir una formación de parte de dos psicólogas de la Universidad Finis Terrae.

Una alegría permanente

“Siempre nos reunimos en octubre con las religiosas de la vida contemplativa. Es una linda oportunidad de encontrarse con hermanas de otras comunidades. Y es una hermosa manera de demostrar la alegría que significa una vida entregada a Dios”, destaca el padre Rodrigo Delazar.

Una alegría que se refleja en la hermana Merli de Jesús, religiosa clarisa capuchina. “Reunirme aquí con otras hermanas significa contemplar un jardín de flores que se dedica a amar a Dios. Entregar toda una vida, consumirla para Él es lo mejor que nos ha pasado. Es bello escuchar la voz de un Dios que sabe llenar el corazón de una alegría permanente”, destaca.