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Lunes 6 de junio de 2022

"Tenemos la gran oportunidad de renovar la misión encomendada a la Iglesia"

Por: Monseñor Carlos Godoy, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santiago y Vicario para la Pastoral

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/junio2022/

En la Eucaristía se concentra la vida de la Iglesia y de ella brota su quehacer pastoral y catequético. Damos gracias a Dios por llamarnos a catequizar a muchos, cumpliendo así el llamado de Jesús de ir por todos lados a anunciar la buena noticia de la Salvación.

Si bien en el período pascual el personaje principal es Cristo Resucitado, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, en el período posterior a la Pascua, lo es el Espíritu Santo. Es el gran protagonista de la vida eclesial, que acompaña a la comunidad cristiana que camina junta. Es bueno hacernos conscientes de esto, particularmente en este tiempo de la fase diocesana del proceso sinodal. Estamos llamados a caminar juntos, a hacernos conscientes de nuestra condición de pueblo de Dios que camina, peregrino hacia la patria del Cielo.

Uno de los primeros elementos para cuidar y proteger el espacio sinodal, de manera que el Espíritu Santo pueda moverse en él como quiera, es precisamente la oración. Ella viene a ayudarnos a todos nosotros a poder crear una atmósfera donde el Espíritu Santo actúe con determinación, con decisión, y también con apertura del corazón, particularmente de aquellos que protegen ese espacio para dejar que el Espíritu se manifieste.

El ideal que nos presenta el texto de los Hechos es el de una Iglesia que se deja conducir por el Espíritu Santo, una Iglesia dócil a las inspiraciones que recibe del Dios de la historia, especialmente a través de las diversas situaciones que le toca encontrar. Una Iglesia atenta a las necesidades de los pobres y de los que más sufren, una Iglesia que valora las semillas del Verbo, más allá de las fronteras de lo seguro y estable: la Iglesia de Cristo, que somos todos nosotros, invitada a ser fiel a su Maestro y Señor.

Ustedes son ante todo discípulos de Jesús. Y la centralidad en su persona será fundamental para comprender que la vida cristiana, y también la vida pastoral, arranca de la experiencia de la cercanía con el Señor. Nada en la Iglesia debiese entenderse desconectado de la persona de Jesús. Lo mismo podemos decir de nuestro ministerio: si la catequesis no arranca a los pies del Maestro, no tiene sentido. Ahí hay un primer desafío fundamental.

Un segundo desafío es la adhesión a la misión de la Iglesia. La vida cristiana y pastoral debiese comprenderse unida a la Iglesia.

Es cierto que las situaciones de abuso y corrupción han desencantado a tantos en la Iglesia, con razón. Hemos sido testigos de la frustración y decepción de personas incluso comprometidas con ella. Hoy los vemos lejos, desencantados, defraudados. Qué tristeza más grande nos debiese dar a todos nosotros. Y no solo por ellos, que se pierden la oportunidad de los grandes tesoros que administra la Iglesia, como la Eucaristía. Pero sobre todo tristeza, porque no hemos sabido dar testimonio coherente del Evangelio, lo que ha generado el desencanto de muchas personas.

Sin embargo, tenemos la gran oportunidad de renovar la misión encomendada, que no es nuestra: es del Señor. Ninguno de nosotros tiene el derecho de sentirse dueño de esa misión. Tan solo somos pobres y frágiles instrumentos del Único que es el Camino, la Verdad y la Vida, Nuestro Señor Jesucristo.

Será más creíble la misión de la Iglesia en la medida en que crezca en mayor fidelidad, coherencia, transparencia y verdad, particularmente nosotros, los pastores. Debemos crecer en ello. Las circunstancias nos lo exigen con fuerza. Empero, el cambio comienza por cada uno de nosotros. Todos somos Iglesia, y lograremos una Iglesia más fiel y consecuente en la medida en que cada uno de nosotros nos esforcemos por ser más fieles, más coherentes con el Evangelio del Señor, más transparentes en nuestras formas de vivir y más sinceros y verdaderos con los demás.