Miércoles 13 de abril de 2022
Cardenal a comunidades religiosas: “Una Iglesia que convoca a un nuevo estilo de vida”
El Martes 12 de abril, la Vicaría para la Vida Consagrada e Institutos de Vida Apostólica invitó a las comunidades religiosas a participar del rezo de las Vísperas. En este encuentro, el Arzobispo de Santiago animó a las congregaciones a trabajar de forma sinodal, y llamó a evangelizar “a una Iglesia que convoca a un nuevo estilo de vida”.
Fotos: Nibaldo Pérez
Periodista: Danilo Picart
Fuente: Iglesia de Santiago
Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl
Es Martes Santo y la Iglesia Universal se apronta a vivir el Triduo Pascual, donde se vivirá la pasión, muerte y resurrección del Señor. Con este importante acontecimiento, representantes de diferentes congregaciones religiosas, se reunieron en el Primer Monasterio de la Visitación de Santa María, en calle Huérfanos, para rezar las Vísperas junto al Arzobispo de Santiago.
La oportunidad permitió convocar de forma virtual a numerosos fieles, quienes se sumaron a través de las redes sociales de la Iglesia de Santiago y pudieron adentrarse en la oración vespertina que está presente en la Liturgia de las Horas y que se convierte en la voz orante de las comunidades religiosas y monasterios de todo el mundo. En este ambiente, el Cardenal Celestino Aós dio un mensaje en que llamó a hacer vida las orientaciones pastorales de la arquidiócesis e invitó a vivir sinodalmente este tiempo.
El misterio de Jesucristo “no con palabras, sino con obras”
Monseñor Aós comenzó su mensaje indicando que “nuestros mayores encontraron el modo de celebrar Semana Santa y vivirla en las comunidades y en las parroquias. Encuentren ustedes el modo de celebrar y vivir el misterio de Jesucristo. No se limiten a hacer lo que se hacía antes”, además les instó a enseñar al pueblo de Dios “por dónde va el camino. No con palabras sino con obras”.
Más adelante se refirió a la escasez de vocaciones a la vida consagrada. De cara al futuro, “debemos rezar y encarar estos problemas”. Sin embargo, advirtió que el problema más grave es “la pérdida de profundidad, la mundanidad, como diría el Papa Francisco, de tantos de nosotros; la lucha por el poder dentro de la Iglesia o en el campo apostólico”.
Ante esto, expresó que la sinodalidad “no es asambleísmo ni multiplicidad de reuniones, ni artículos y conferencias. No son mayorías a mano alzada. Ustedes lo saben bien. La sinodalidad es caminar juntos como pueblo de Dios, pero siendo nosotros lo que Dios quiere que veamos (…) Evangelicen a una Iglesia que convoca a un nuevo estilo de vida, el estilo sinodal, que es el meollo de la vida religiosa. Vivir en comunidad y vivir la comunidad”.
Desafíos en conjunto
El Arzobispo continuó su reflexión valorando que se vive una hora hermosa, donde “nuestra vida de religiosos y nuestro apostolado ha de tener siempre sentido de iglesia”. Pero, a futuro “no podremos llevar todas las obras y tareas que hoy hacemos. Por esto, tomemos decisiones en conjunto, no aisladamente: ¿por qué no tener casas o enfermerías en conjunto varias congregaciones? ¿Por qué no consultar y tener una mirada de conjunto a la hora de cerrar o entregar un colegio y gestionar alguno entre varias congregaciones? ¿por qué no caminar sinodalmente con otras congregaciones más pequeñas o aproblemadas para desarrollar una pastoral vocacional en común? ¿Nos preocupa tanto la justicia y la ayuda a las víctimas de los abusos y cada congregación busca y hace lo que buenamente puede en vez de reunirnos para ser más claros y eficaces? ¿Hace falta un congreso religioso?”
Culminó sus palabras reiterando que Dios regala en cada religiosa o religioso y en cada comunidad “un don para la Iglesia”, no obstante, le preocupa y duele “la tensión y los problemas que se crean entre los religiosos y las religiosas y los párrocos y diáconos. ¿Entrará esto también en la sinodalidad? «No os dejaré huérfanos, os enviaré al Espíritu Santo» nos promete Jesús. Él nos ilumine para reconocer en Jesucristo crucificado al Hijo de Dios, a nuestro Salvador; y para reconocer en los hermanos, especialmente en los más empobrecidos y pecadores, las llagas del mismo Jesús”, sentenció.