Opinión: La labor del párroco hoy

Siempre he entendido que la labor de un párroco es doble: cuidar la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada y buscar caminos para llegar con la buena noticia del Evangelio a los que no están dentro de la Comunidad Cristiana. La lucha permanente es que la primera tarea no absorba tanto mi tiempo que la segunda quede imposibilitada. Ambas tareas se han visto dificultadas en el último tiempo por la secularización creciente de la sociedad chilena y nuestro bajo nivel de credibilidad y de confianza debido a los abusos a menores. Además, durante la crisis social estuvimos bastante ausentes y silenciosos, al menos así lo percibió mucha gente.

La pandemia significó una suspensión repentina de nuestro accionar pastoral y yo, en un comienzo, quedé bastante desconcertado. Creo que nos pasó a muchos. Pero el dolor de tanta gente que quedó sin trabajo, enfermó de covid y perdió sus seres queridos, nos hizo reaccionar y nos dimos cuenta que lo que Dios nos pedía en este momento era multiplicar la solidaridad y trabajar codo a codo con creyentes y no creyentes, agnósticos y ateos para atender las necesidades urgentes de tanta gente.

Es así como en la Pintana y en tantos otros sectores pobres de nuestra ciudad hemos fortalecido los comedores parroquiales, apoyado las ollas comunes y creado formas nuevas de solidaridad. Vía remota hemos escuchado y consolado a mucha gente y hemos fortalecido su fe a través de celebraciones online, videos cortos que animan la esperanza y formación a distancia. Creo que casi sin darnos cuenta hemos acogido el concepto de Iglesia que tiene el Papa Francisco y que hoy Dios quiere para nosotros: Iglesia en salida, Iglesia hospital de campaña, Iglesia sinodal que construye fraternidad con todos los hombres y mujeres de buena voluntad.