Domingo 1 de agosto de 2021
Editorial: Cristianos en sociedad hoy
Por: Monseñor Celestino Aós OFM Cap, - Cardenal Arzobispo de Santiago.
Fuente: Periódico Encuentro
Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/agosto2021/pdf/encuentro.pdf
Las leyes de la tierra son terrenas; y a los cristianos nos sirven en cuanto sean expresión de los Mandamientos de Dios y la Ley de Jesucristo. A los cristianos los ninguneaban, se encargaban de difamarlos difundiendo noticias de que cometían asesinatos, rituales, orgías y desenfrenos, los perseguían, los encarcelaban, los torturaban, los mataban martirizándolos, etc.
Antes del año 300 tenemos la Carta a Diogneto: “Como veo, Diogneto, que tienes gran interés en comprender la religión de los cristianos, y que tus preguntas respecto a los mismos son hechas de modo preciso y cuidadoso, sobre el Dios en quien confían y cómo le adoran, y que no tienen en consideración el mundo y desprecian la muerte, te doy el parabién por este celo, y pido a Dios, que nos proporciona tanto el hablar como el oír, que a mí me sea concedido el hablar de tal forma que tú puedas ser hecho mejor por el oír, y a ti que puedas escuchar de modo que el que habla no se vea decepcionado. Despréndete de todas las opiniones preconcebidas que ocupan tu mente, y descarta el hábito que te extravía, y pasa a ser un nuevo hombre, por así decirlo, desde el principio, como uno que escucha una historia nueva, tal como tú has dicho de ti mismo".
Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un modo de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres. Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble.
Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho.
Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los cristianos residen en medio de cosas perecederas, en tanto que esperan lo imperecedero que está en los cielos… Si deseas poseer esta fe, has de recibir primero un conocimiento pleno del Padre. Porque Dios amó a los hombres, a quienes envió a su Hijo unigénito, a quienes Él prometió el reino que hay en el cielo, y lo dará a los que le hayan amado”.
A cada cardenal se le asigna una iglesia en Roma. A mí el Papa Francisco me asignó la de los Santos Nereo y Aquileo: dos soldados que obedecían por miedo las órdenes del tirano Diocleciano, se dan cuenta que algo no calza: ¿por qué esos hombres y esas mujeres, los cristianos, viven de otro modo? Se convierten y bautizan y son martirizados. Nereo y Aquileo son contemporáneos de la Carta a Diogneto o unos años después, ya que el Papa Siricio les levantó un templo en el año 390, que desde un siglo después es título cardenalicio. Mensaje para mí y para esta Iglesia de Santiago. No nos van a hacer un mundo para nosotros; tenemos que vivir “en cristiano” en medio de los demás: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”, dice Jesús (Jn 17, 15).
Esperamos una Constitución que no vaya en contra de los Mandamientos de Dios y de la Ley de Jesucristo, y que así nos ayude a convivir de un modo mejor en esta tierra chilena y nos ayude a avanzar hacia el cielo. Hemos celebrado la Asamblea Episcopal, y agosto nos trae el día del párroco, el día del diácono, el día de la vida consagrada, el día de la Solidaridad en la fiesta de san Alberto Hurtado; y la consagración de los dos nuevos obispos. Seguro que usted añade otras más… Exigente pero hermoso ser cristiano hoy.