Jueves 17 de marzo de 2022
Escuela para el Diaconado celebra su nuevo año formativo
La misa que dio inicio a este período de estudios fue celebrada el martes 15 en la catedral. En la ocasión, el cardenal Celestino Aós invitó a los asistentes a "que se acerquen cada vez más a Jesucristo, que ha venido, como él mismo dice, no a ser servido sino a servir y a dar la vida por los demás".
Periodista: Magdalena Álamos
Fuente: Iglesia de Santiago
A las 18:30 horas en punto comenzó la celebración de la misa de inicio de un nuevo año de la Escuela del Diaconado, en la Catedral Metropolitana. Este 2022 se incorporaron nueve alumnos nuevos, por lo que actualmente son 56 los alumnos que cursan alguno de los seis años de formación.
Los futuros diáconos, acompañados por sus esposas se dirigieron al altar, junto a sacerdotes, obispos y el cardenal Celestino Aós, quien presidió la ceremonia. En su homilía, el cardenal ahondó en el Evangelio del día san Mateo (23,1-12), que habla de los escribas y fariseos. “Parece claro que hay varias formas de alejarse, de traicionar a Jesús, venderlo como Judas o traicionar su mensaje y estilo usando la religión y el ministerio para provecho y vanidad, como lo censura el mismo Jesús en el Evangelio. Jesús no censura las buenas acciones, condena la hipocresía con que se visten”, mencionó.
Después, invitó a los diáconos a vivir su ministerio siendo verdaderos servidores: “Toda la vida cristiana es seguir a Jesús aprendiendo de él a servir, a servir a la esposa, a los hijos, en el trabajo, en la vida social, en el ministerio diaconal. El servicio se aprende. Nuestra sociedad no sirve, vende servicios. Y en esta sociedad de venta y negocio, los cristianos tenemos que ser testigos de un servicio gratuito a la vida y al hermano”.
Y luego agregó que: “El diácono es testigo luminoso de este servir con alegría, con generosidad, gratuitamente. En este día, en que abrimos este nuevo curso en la escuela del diaconado, ustedes que ingresan a esta escuela están llamados a sentir y vivir la alegría profunda y de fe. El señor los llama porque los ama. El diaconado es una bellísima vocación. Ustedes serán llamados a configurar su vida sacramentalmente con Jesucristo servidor, por medio del ministerio diaconal”.
Tras la misa, al ser consultado sobre qué mensaje le gustaría transmitir especialmente a los estudiantes, el cardenal Aós expresó el deseo: “que se acerquen cada vez más a Jesucristo, que ha venido, como él mismo dice, no a ser servido sino a servir y a dar la vida por los demás. Al final, la vida humana se reduce a eso. Somos unos egoístas que pretendemos que los demás nos sirvan y algunos son parásitos y viven a costa de otros, o somos de esas personas que florecen y que hacen florecer a las demás, que dan la vida por los demás, que saben servir, sonreír, consolar. Y entonces, eso no se aprende tanto en los libros, sino se aprende en ese contacto con Jesucristo”.
"Más servidores para la vida del Señor"
Julio César Ordoñez, de la Zona Centro, es uno de los nuevos alumnos de la Escuela para el Diaconado. Está casado con Julia Marcano y tiene dos hijos. Son venezolanos y cuentan que tomar la decisión de ingresar a la escuela ha sido un proceso largo de discernimiento.
“Este es un proceso que viene desde hace años, pero no se había podido concretar, pero siempre estuvo la inquietud, el deseo de estar comprometidos más hacia nuestra vocación. Y ya que ahora se dio la oportunidad, bueno, aquí estamos presentes y comprometidos los dos en este nuevo proyecto y nuevo caminar que hemos emprendido”, comentó Julia.
Por su parte, Julio César dijo que sentía que el Señor le pedía poner su vida al servicio de Dios y de la Iglesia. “Creo que en este tiempo la Iglesia necesita más servidores para la Viña del Señor, junto a mi esposa, a pesar de que somos de otro país. Venir de misionero a esta tierra y poner un granito de arena para también construir la Iglesia de Dios (...) Yo creo que lo más importante es ser testigo del amor de Dios y, como decía la madre Teresa, con los más necesitados”, concluyó Julio.
Un proceso similar vivió Fernando García, quien se incorpora a la escuela desde el obispado castrense. “Uno responde a un llamado de Dios”, comenzó diciendo. “Gracias a mi esposa estoy acá. Ella fue la que me animó y me aconsejó. También un sacerdote a quien agradezco mucho que me haya hecho un discernimiento para poder ingresar a la escuela. Ahora viene este hermoso camino de estudio y también de permanente proceso espiritual. Y es con la disposición de servir al prójimo, a mis hermanos, esa es la principal premisa”.
Su esposa, Bárbara Lacouture, dijo estar emocionada con este gran paso. “Es el camino para aportar en la Iglesia, ayudar a la comunidad. Me parece que es un proyecto que tenemos en común y creo que eso también fortalece nuestro matrimonio. Es construir algo juntos”.