"Libros y juegos con sentido" para distraerse este mes de febrero

Entramos en la última etapa del período de descanso veraniego, así que todavía hay tiempo para buscar alternativas de distracción con sentido. En este artículo presentamos algunas propuestas de lectura y juegos que nos aparten de las preocupaciones y la tensión y nos brinden más equilibrio y espiritualidad.

En esta línea, el destacado historiador Alejandro San Francisco recomienda el libro “La luz apacible”, la biografía novelada de Santo Tomás de Aquino del escritor alemán Louis de Wohl, “muy bien lograda, como otras biografías del mismo autor. Muestra la vocación del joven Tomás y luego su sabiduría y santidad con sencillez y dulzura. Es una obra bien ambientada históricamente, que además ayuda a conocer una parte muy interesante en la historia de la Iglesia”.

Otra posibilidad que destaca es “Diario”, del historiador Mario Góngora, intelectual clave del siglo XX en Chile. “Se concentra en sus lecturas de juventud, que fueron numerosas y de gran calidad, lo que puede servir para retomar o acercarse a algunos textos valiosos de la cultura occidental. Un librazo”, afirma.

Rodrigo Morales, director editorial de la Editorial San Pablo, se decanta por “Es urgente ser feliz”, de José María Arnaiz, sacerdote marianista y celebrado autor de libros de espiritualidad. “Somos llamados a ser felices pero solamente podremos conseguirlo si hacemos más feliz al mundo en el que estamos. Esa es la premisa de este libro”, explica. Al mismo tiempo, cita al autor cuando escribe que hacerse y hacer feliz pasa por una transformación desde dentro hacia afuera, “en una conversión existencial. Como creyente puedo decir que viene del compartir con Cristo el corazón de mi vida”.

Otro imperdible para él es “La vida después de la pandemia”, texto que recoge ocho intervenciones del Papa Francisco realizadas en los inicios de la pandemia. El libro “ilustra el pensamiento unitario del Pontífice, su visión del futuro de la humanidad, lleno de amor y esperanza” a pesar de los peligros que dejó al descubierto la crisis por el covid-19, indica.

Para Joaquín Castillo Vial, subdirector del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), “las vacaciones suelen ser una excelente oportunidad para leer textos más largos o explorar otros géneros, hincándole el diente a libros que uno no leería cuando nuestras selecciones están determinadas por el trabajo o el estudio”.

En ese plano, destaca como buena alternativa los “Cuentos escogidos” de Francisco Coloane, editados recientemente por Alfaguara. “El imaginario del escritor nacido en Chiloé -marinos endurecidos en la vida en alta mar y una naturaleza que desafía constantemente a quienes intentan sobrevivir en ella- muestra una enorme actualidad y su gran calidad literaria trasciende las lecturas escolares en las que solemos encasillarlo”, afirma.

También recomienda “¿Quién le teme a la poesía?” de Marcela Labraña y otros cuatro autores, “quienes por medio de brevísimos ensayos abren puertas al mundo de la poesía”.

En cuanto a ensayos, se decanta por “La crisis del humanismo cristiano” en el que gigantes intelectuales del siglo XX  hacen un intento “por reconstruir los cimientos de una civilización que se caía a pedazos, en un mundo donde la industria y la educación ya no se orientan a la trascendencia, sino que están puestos al servicio de una técnica solo atenta a su propio avance”. “Las conclusiones de este ensayo son más actuales que nunca”, asegura.

LUDICIDAD SANA

En cuanto a videojuegos, el panorama desde siempre ha estado dominado por una oferta marcada por la violencia. Pocas son las opciones más positivas y menos todavía las que transmitan valores. Sin embargo, hay algunas iniciativas en este campo. En Estados Unidos son promovidas principalmente por organizaciones evangélicas como Christian Game Developers (https://cgdc.org), que busca poner en contacto a desarrolladores enfocados en generar juegos de contenido cristiano.

Una de las ofertas en este campo es "Journey of Jesus: The Calling", un juego de navegador creado por la firma Lightside Games disponible en Facebook. El protagonista es San Juan Bautista en su búsqueda del Mesías.

Consuelo Rehbein, editora general del portal FayerWayer, menciona otra opción original: "Guitar Praise", realizado sobre el modelo del célebre "Guitar Hero" -el juego en el que simulamos ser un guitarrista- pero con canciones cristianas.

En cuanto a qué pueden hacer los padres para buscar alternativas de videojuegos más "positivos", la experta e influencer recalca la importancia de conocer las etiquetas internacionales que clasifican el contenido de los juegos.

Hay varias categorizaciones, como la europea PEGI (Pan European Game Information). Una de las más difundidas, no obstante, es la estadounidense Entertainment Software Rating Board (ESRB), que parte con la categoría EC (“Early Childhood”) -presente en juegos anteriores a 2018. Es "generalmente educativa y hay muchos juegos valóricos", explica Rehbein.

Luego está la E ("Everyone", todos), para todas las edades, que puede tener un grado bajo de violencia pero "fantástica, no realista". Siguen la E10+, para mayores de 10 años y con más violencia;  T ("Teens", adolescentes); M "Mature", maduros) y AO ("Adults Only", solo adultos).

"Hay que ser cuidadosos, porque a un niño menor de 10 años no es muy conveniente  comprarle un juego categoría T sino como máximo un E+10", enfatiza.

Sobre consolas, Rehbein tiene una elección para una oferta más familiar: la japonesa Nintendo. "Si estás pensando en una consola para un niño, para mí la recomendación siempre va a ser esa. De las tres grandes compañías (Nintendo, Sony y Microsoft) la primera siempre se ha destacado en la categoría de juegos familiares en los Game Awards -los "Oscar" de los videojuegos- de los últimos cinco años, por sus productos que destacan la amistad y el juego colaborativo", asevera.

Coincide Guillermo Sepúlveda, sociólogo y experto en videojuegos y ludicidad. "Nintendo se ha caracterizado siempre por ser ‘family friendly’, por tener un sello no tan violento ni que atente contra algunos valores que puedan socializar las familias", señala.

En todo caso, el período de vacaciones también puede ser una oportunidad para alejar un poco a los niños y adolescentes del universo de los juegos de video más violentos.

"Los juegos en general, incluyendo los videojuegos, tienen una función social: lo lúdico. Esa función es canalizar el afán competitivo del ser humano. Y hay dos formas, una sana y otra no tan sana, de hacerlo. Una es optar por cosas más deportivas, lo que puede ser considerado como 'competencia noble', y otra decantarse en juegos que son muy violentos, con una competencia un poco corrompida", expone.

"Cuando se trata del segundo tipo, eso puede llevar a concebir la violencia como un instrumento para resolver los problemas y afecta cómo se concibe la relación con los demás", agrega. Por ello, puede ser recomendable fomentar un tipo de ludicidad  más sana, "desde los clásicos juegos de mesa a los juegos físicos y también los deportes. En definitiva, opciones más naturales y sociales. Y si hay videojuegos, que sean colaborativos y ojalá no online", apunta.