Viernes 26 de noviembre de 2021
Asamblea Eclesial y los desafíos para asumir la sinodalidad
Ser uno, a imagen de Jesús y el Padre, ese es siempre un desafío en la vida de la Iglesia, todavía más en una Iglesia en la que se quiere caminar juntos, en sinodalidad. Para eso, la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe animó este 25 de noviembre a depurar las invitaciones que nos hace el Señor para nuestra misión como Iglesia en América Latina y El Caribe.
Sinodalidad no es marketing religioso
Podemos decir que la sinodalidad se va afianzando fundamentada en la escucha que “no tiene la finalidad de un marketing religioso”, sino que “implica entrar con los pies descalzos en los corazones que se abren y se expresan”, como aseguró Monseñor Jorge Eduardo Lozano, secretario General del Celam en su saludo a los participantes de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe al inicio de los trabajos.
Es momento para pensar en lo que va a pasar después del próximo domingo en que será clausurada la Asamblea, en cómo lograr que los párrocos se motiven con la Asamblea Eclesial y el camino sinodal que propone Francisco. Para ayudar a dar pasos, los cardenales Marc Ouellet y Mario Grech, la hermana Liliana Franco y Mauricio López, han reflexionado sobre el camino sinodal, en el que se avanza en la medida en que eso se vive y practica. Una sinodalidad que no se puede separar de la misión, como recordaba el cardenal Grech, que advertía sobre “aquellos grupos y sectas cristianas que promueven una comprensión individualista e intimista de la fe”.
Una Iglesia sinodal es una Iglesia caminante en la fe
El sueño de una Iglesia sinodal nace del hecho de que “el Papa cree en el Espíritu Santo y quiere que aprendamos a escucharlo mejor en todos los niveles de la Iglesia”, afirmaba el cardenal Ouellet, que señalaba que “una Iglesia sinodal es una Iglesia caminante en la fe”. Una sinodalidad que es “un proceso, un itinerario de encuentro y conversión”, en el que es necesario “ubicarnos en el lugar de la humildad, reconocer nuestro pecado”, en palabras de la hermana Liliana Franco. No podemos olvidar que “la sinodalidad es inherente al ser de la Iglesia”, en palabras de Mauricio López, algo que “no depende de nosotros, es una experiencia de gracia”.
Una vez más, la rueda de prensa, en la que este jueves participaban el cardenal Mario Grech, Emilce Cuda, la hermana Birgit Weiler y el padre Juan Luis Negrón, con la presencia de decenas de periodistas, la mayoría en modo virtual, como viene siendo la norma cada uno de los días, ayudó a reflexionar sobre la realidad, en este día marcada por Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una temática ya presente desde la oración de la mañana.
Corresponsabilidad, sentirse escuchados
También fueron abordadas cuestiones relacionadas con el trabajo, el clericalismo, la participación de los laicos en la vida de la Iglesia, el cuidado de la casa común y, evidentemente sobre la sinodalidad, dada la presencia del secretario del Sínodo para los Obispos. La capacidad de organización de los pueblos del continente, algo nacido de la fe y desde la periferia, fue uno de los elementos abordados por Emilce Cuda. El abuso de poder, algo que nace del clericalismo, es algo que no ayuda en el camino sinodal, que crece cuando se fomenta la corresponsabilidad, la sensación de que todos son escuchados.
En América Latina, algo repetido a lo largo de los últimos días por algunos de los invitados, se percibe “el sueño de una Iglesia más sinodal, pero también de una praxis más sinodal”, como reconocía el cardenal Grech, que llamaba a entender y asumir que “en el Pueblo de Dios todos debemos aprender, y cada uno comienza su camino en un punto diferente”. Para esa sinodalidad el padre Juan Luis Negrón afirmó la necesidad de humildad, pues “no se puede estar en una experiencia sinodal si no es con una humildad auténtica, sincera, honesta, consigo mismo, con el pueblo y con Dios”.
Defender la casa común como opción de fe
Al abordar la cuestión ecológica, Emilce Cuda afirmaba que “defender la casa común no es una opción ni económica, ni política, es una opción de fe, de quienes se toman en serio el llamado a cuidar de la Creación”. Se trata de llevar la reflexión a la vida, pues “no se quieren más documentos, sino llevar a la práctica”, según Birgit Weiler.
Entre los testimonios de los asambleístas, en los que ante muchos la emoción aflora, podemos destacar la voz de los jóvenes, que piden de la Iglesia un lenguaje que se adapte más a sus necesidades, más práctico que teórico, que poco o nada les dice a unos jóvenes que lo ven muchas veces como un sistema de algoritmos.
Poder humano y poder de Dios
Un Dios vivo y que permanece para siempre, cuyo Reino no será destruido, es la enseñanza que descubría en la Palabra de este día el cardenal Álvaro Ramazzini. El purpurado lo comparaba con el poder del rey que tiene amarradas las manos por sus propias leyes. Un poder humano y limitado frente al poder de Dios, que es el vencedor. Ante ello se preguntaba por el sentido verdadero de la historia.
En unos días en que el lenguaje apocalíptico está presente en la liturgia, el obispo de Huehuetenango llamó a reflexionar sobre realidades desconocidas, como es la pandemia. Se preguntó por el sentido verdadero de la historia en relación con los demás, colocando el discernimiento espiritual, al que llama el Documento de Aparecida donde “somos llamados a discernir los signos de los tiempos”, un espíritu presente en esta Asamblea, que debe ser descubrir lo que Dios nos pide en cada una de las realidades que cada uno vive.
Signos de esperanza
Estos signos de los tiempos se hacen presentes en el cambio climático, en la violencia contra la mujer, en los migrantes, fenómenos que deben llevarnos a preguntarnos lo que nos dicen. Como discípulos de Jesucristo tenemos que sentirnos interpelados, llamados a la conversión pastoral, a la escucha, a luchar por la justicia y la verdad en relación con Dios, destacando la importancia de la caridad, del amor, pues será la prueba en el juicio al final de nuestras vidas.
A veces los gestos nos ayudan a vislumbrar imágenes de aquello que esperamos. En ese sentido fue significativo, todavía más en esta Asamblea que pretende avanzar en el camino de la sinodalidad, ver como las mujeres bendecían a los obispos y cardenales al final de la celebración, pidiendo la bendición de Dios y su misericordia para los pastores de América Latina y el Caribe. Que Él les mire con ternura femenina llena de vida. Y que les conceda la paz, la fraternidad y la alegría de la sinodalidad misionera.