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Miércoles 24 de noviembre de 2021

Pedro Ossandón toma posesión del Obispado Castrense

La eucaristía fue presidida por el Nuncio Apostólico, monseñor Alberto Ortega, quien fue acompañado por sacerdotes y obispos de la Arquidiócesis de Santiago. También participaron obispos de otras diócesis, los capellanes castrenses y fieles de las Fuerzas Armadas y Carabineros.

Fuente: Obispado Castrense

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La ceremonia comenzó a las 10:00 horas y fue transmitida a través de las redes sociales del Arzobispado de Santiago y del Obispado Castrense. Bajo estrictas normas sanitarias, sacerdotes y autoridades de las Fuerzas Armadas acompañaron a monseñor Ossandón en este importante momento.

Tras el rito de ingreso hacia el altar, se dio lectura de la bula papal que nombra a monseñor Ossandón como nuevo Obispo Castrense. Tras este momento, el Nuncio Apostólico, Alberto Ortega le entrega el Báculo Pastoral, como signo de fidelidad a Dios, en su caminar junto a la comunidad.

"El obispo está llamado a guiar a esta diócesis en particular y que es la mas larga de Chile", sostuvo el Nuncio Apostólico, Alberto Ortega, mientras agradeció a monseñor Claudio Verdugo, en su calidad de Administrador Apostólico durante estos meses. 

La celebración eucarística prosiguió y en su primera homilía como pastor de la comunidad castrense en Chile, monseñor Ossandón comenzó agradeciendo su historia de vida compartida junto a los arzobispos y obispos auxiliares de Santiago, recordando además a los anteriores obispos castrenses. Comenzó su mensaje, dirigiendo un fraternal saludo a autoridades militares y de Carabineros de Chile, junto a sus familias y colaboradores; así como a los representantes del Ministerio de Defensa Nacional, la subsecretaria de las Fuerzas Armadas, del Estado Mayor Conjunto, y a los capellanes de las diversas ramas del Obispado, entre otros.

“Y en el corazón de la Virgen María abrazo con inmensa gratitud y admiración a mis queridos hermanos, Carlos, Bárbara, María Inés y Andrés, quienes junto a sus familias y a nuestros parientes y amigos queridos nos ayudamos a crecer en amistad y en el servicio a Chile. Mil gracias querida familia, especialmente a nuestros queridos Papás, Carlos y Lucrecia, que nos acompañan con delicadeza y dedicación desde la casa del Padre Dios”, expresó monseñor Pedro Ossandón al comienzo de su homilía. 

“¡La paz esté con ustedes!”

Posteriormente, refiriéndose al Evangelio de san Juan proclamado durante la celebración, el obispo señaló: “¡La paz esté con ustedes! Es la paz que entrega el mismo Cristo que sufrió y murió en la cruz mostrándoles a sus amigos las llagas de su pasión. Es el Señor que derramó su sangre y resucitó para darnos la salvación, venciendo así a la muerte, al pecado y al demonio, con la fuerza todopoderosa del amor misericordioso de Dios”.

“Esta gracia de la paz de Dios la recibimos también nosotros hoy en su Iglesia, en nuestro querido Obispado Castrense. La recibimos con la gracia del Espíritu Santo, la que nos hace nacer de nuevo en el bautismo y nos da la vida de Dios para ofrecer, en la misión evangelizadora, el servicio de humanizar nuestras relaciones con la caridad pastoral en nuestras instituciones, comunidades y familias de Chile. Para que nos tratemos como hermanos, sin prejuicios ni descalificaciones. Recibimos esta gracia de Dios con todos los fieles, personas de buena voluntad y comunidades cristianas que son miembros y colaboradores de las Fuerzas Armadas y Carabineros y sus familias. Recibimos esta paz de Dios para renovar la vocación de servicio al pueblo de Chile. Porque ésta es la más noble de todas las vocaciones, la más necesaria. Es la vocación del amor solidario, la que configura y embellece con alegría y santidad todo nuestro ser y nuestras queridas instituciones castrenses al servicio del bien común de nuestro amado país”, agregó.

Con vocación de servir y el respeto a la dignidad de la persona humana

Luego, en un momento especialmente dirigido a la comunidad castrense, recordó: “nuestra vocación esencial consiste en servir. Los militares, marinos, aviadores y carabineros conocen bien esta vida de servicio. Ante Dios y la bandera de Chile han jurado dar la vida si fuera necesario para la defensa nacional y el orden público, para dar la vida por los afligidos en tiempos de tragedia y calamidades, para dar la vida cada día por el desarrollo integral de cada persona y del país. Para servir a la paz en Chile y en los pueblos amigos. Ofrecen una vida de generosa entrega para que nos encontremos entre los chilenos y con todos los pueblos hermanos colaborando en la convivencia fraternal, la amistad cívica y la paz social. Esta vocación de servir conoce bien la más sabia y sana de las opciones en la vida, la de Jesús, la que surge de la donación de sí y que el Señor fundamenta diciéndonos que `no hay amor más grande que dar la vida por los amigos´ El servicio al prójimo nos da la plenitud y la alegría del amor”.

El pastor también recalcó que “Es posible vivir en el compromiso verdadero para crear ambientes sanos y seguros donde respetamos la dignidad de la persona humana y trabajamos unidos para aprender a dialogar y a realizar el desarrollo integral de todas las familias y comunidades de Chile y de los pueblos hermanos”.

Ofrecer una Buena Nueva que no busca sus propios intereses

Además, en el contexto del tiempo sinodal y la misión de la Iglesia hoy, añadió: “el Papa Francisco nos llama a realizarla sinodalmente, caminando juntos, en comunión y participación corresponsable y en permanente discernimiento. Lo hacemos mirando siempre a Jesús, pidiendo la gracia de que nos aumente la fe y nos convierta para escuchar, junto a la Virgen María, la voluntad salvífica de Dios en la Iglesia Católica. Voluntad que siempre busca el bien del otro, de la comunidad y el propio”, resaltando que el “discernimiento que se hace en el Espíritu Santo y buscando siempre lo que piensa Jesús, lo que dice Jesús y lo que hace Jesús. Es en esta dirección que podemos superar la tentación a vivir como ganadores o perdedores y superar también las maquinaciones de las lógicas del poder que tanto daño hacen. Siempre en comunión con el Papa, la Iglesia y nuestra comunidad castrense y el país, podemos ofrecemos una Buena Nueva que no busca sus propios intereses sino el bien para todos, partiendo por los más pobres de Chile, los predilectos de Jesús”.

Casi al concluir su mensaje, el Obispo recordó a los militares, marinos, aviadores y carabineros enfermos y heridos en actos de servicio, así como a sus familias y personal de salud que les han acompañado; rezando también por todos los chilenos que en estos últimos tiempos también han sido heridos en diversas circunstancias: “Para todas estas personas, nuestro compromiso de seguir trabajando por un pueblo que tiene vocación de entendimiento y no de enfrentamiento”. Además, agradeció por todos los queridos difuntos, a quienes pidió su oración de intercesión en Jesucristo, recordando su contribución a cimentar los principios y valores del país.

Finalmente, dio gracias a Dios por “habernos dado la mejor de las Madres, la Virgen María del Carmen, Madre de Chile, Patrona Jurada de todos nosotros. A ella le suplicamos que nos cuide y proteja con su más sabio consejo: “Hagan todo lo que Jesús les diga”. A ella nos encomendamos siempre con la oración, el rezo del Rosario y su Escapulario en nuestros pechos”.