Viernes 7 de mayo de 2021
Opinión: Sinodalidad, un camino de corresponsabilidad de todo el Pueblo de Dios
Para reflexionar acerca de diversas temáticas de la contingencia nacional, con un enfoque cristiano, invitamos a diferentes expositores de la política, la academia, el mundo social y pastoral a compartir su visión.
Por: Monseñor Cristián Roncagliolo, Obispo Auxiliar de Santiago y Vicario General
Fuente: Periodico Encuentro
Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/mayo2021/9.php
Para explicar el sentido de la sinodalidad, nos ayuda el reconocer tres características que expresan el alcance del término.
En primer lugar, la sinodalidad designa el estilo peculiar de la vida y la misión de la Iglesia, que se expresa como el caminar juntos y el reunirse en asamblea del Pueblo de Dios, bajo la luz del Espíritu Santo, para anunciar el Evangelio. Este estilo de vivir y de actuar sinodal de la Iglesia se realiza mediante la escucha comunitaria de la Palabra y la celebración de la Eucaristía, la fraternidad de la comunión y la corresponsabilidad y participación de todo el Pueblo de Dios, en sus diferentes niveles y en la distinción de los diversos ministerios y roles, en su vida y en su misión.
En un sentido más específico, designa aquellas estructuras y aquellos procesos eclesiales en los que la naturaleza de la Iglesia se expresa. Estas estructuras y procesos, como por ejemplo, un Consejo Pastoral, están al servicio del discernimiento de la autoridad de la Iglesia, llamada a indicar, escuchando al Espíritu Santo, la dirección que se debe seguir.
La sinodalidad designa, por último, la realización puntual de aquellos acontecimientos en los que la Iglesia es convocada por la autoridad competente, como por ejemplo, un sínodo, involucrando de modos diversos, a todo el Pueblo de Dios bajo la presidencia de los obispos, para discernir su camino y cuestiones particulares, y para asumir decisiones y orientaciones con el fin de llevar a cabo su misión evangelizadora.
El camino sinodal revela lo que somos y la corresponsabilidad de todo el Pueblo de Dios en el devenir de la Iglesia. Pero, no podemos soslayar que está al servicio de la misión y debe comprenderse siempre en un dinamismo en ‘salida’. Sin esa mirada, la Iglesia se paraliza y la sinodalidad se vuelve una experiencia autoreferente y ensimismada.