Extraordinarios: Helia Cifuentes Carrillo

“Un día que fui a misa y no había coro, preguntaron quien acompañaba con los cantos y me ofrecí. Desde ese día nunca más dejé de tocar la guitarra en todas las celebraciones de la Iglesia. De niña mis padres me inculcaron la fe, pero de adulta fueron mis hijos quienes me hicieron acercarme con más fuerza. Cuando hicieron su primera comunión, el catequista nos dijo con mi marido que estábamos destinados a dar testimonio, así que lo aceptamos y nos comprometimos con nuestra Iglesia. Lo del coro fue uno de esos compromisos, lo demás vino solo. Comencé a ayudar, a decir que sí a todo, participar en peñas de la parroquia, bingos, rifas, lo que fuera, siempre pendiente de las necesidades de los demás, de acompañar al párroco. En pandemia la música ha sido importante, por eso no he dejado de cantar en todas las misas que se han realizado presenciales y virtuales. Doy gracias a Dios permitirme llevar el canto a todos los hogares de mi comunidad, porque cuando el canto sale del corazón para el Señor y se eleva hasta el cielo, eso es lo máximo”.