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Martes 13 de abril de 2021

Opinión: Colchane, ¿una crisis migratoria?

Para reflexionar acerca de diversas temáticas de la contingencia nacional, con un enfoque cristiano, invitamos a diferentes expositores de la política, la academia, el mundo social y pastoral a compartir su visión.

Por: Padre Lauro Bocchi, y equipo INCAMI

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Frente al ingreso de personas por la zona norte del país, encontramos diferentes posturas. Algunas van desde mirar a los migrantes con desprecio y catalogándolos como invasores, hasta quienes se enternecen y sienten compasión delante de mujeres y niños recorriendo el duro desierto para encontrar un mejor mañana, o la protección que les es negada en otros lugares del continente. Más allá de la postura que tomemos, debemos tener la claridad de que se trata de seres humanos en condiciones que no son solo migratorias, ni solo de personas solicitando refugio, se trata de una cuestión humanitaria. Una solución se logra escuchando su realidad, sus motivaciones, sus sacrificios, sus historias de travesías para llegar a Chile.

Esta no es la primera crisis con personas migrantes que estamos viviendo. El estallido social evidenció la carencia de redes de los migrantes y siendo los primeros a perder sus empleos, se fueron a las periferias ante la imposibilidad de pagar arriendos altos en la ciudad. La pandemia, aplicada al contexto migratorio chileno, se materializó en varias situaciones que desde las autoridades no se consideraron. Muchos migrantes ya en Chile, se han sentido incomunicados ante la imposibilidad de atención presencial en pandemia. Otros han recibido negación de sus trámites de visa por requerimientos de documentos mediante oficios que nunca recibieron y, por tanto, no los presentaron. A los turistas, imposibilitados de abandonar el territorio por causa de la pandemia, se les pidió pagar multa para salir, meses después. No se consideró el contexto de pandemia y la ley no respondió a esa realidad.

Tenemos claridad que nuestro país no los puede recibir a todos, no hay condiciones para ello y además que el Estado debe cuidar de la seguridad dentro de las fronteras, pero si se ponen reglas y las personas se acogen a ellas, por lo menos debiese evaluar con un criterio más amplio que restrictivo cuando una familia quiere reencontrarse con los suyos. Como instituciones de Iglesia, seguiremos trabajando por defender los derechos de las personas, mucho más allá de los documentos, recordando a la sociedad el desarrollar criterios de humanidad y de hermandad, más que de indiferencia. Seguiremos buscando formas de dar espacios para que la sociedad desarrolle el compromiso de acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes en su nueva realidad.