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Jueves 25 de febrero de 2021

Opinión: Inteligencia artificial desde una mirada de Iglesia

Para reflexionar acerca de diversas temáticas de la contingencia nacional, con un enfoque cristiano, invitamos a diferentes expositores de la política, la academia, el mundo social y pastoral a compartir su visión.

Por: Rodrigo Fábrega Lacoa, Director Fundación Puente

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/febrero2021/8.php

Cada día vamos a escuchar más hablar acerca de inteligencia artificial (IA). De hecho, la utilizamos a diario, sin siquiera darnos cuenta: en el celular, viendo televisión, usando el transporte público, subiendo en los ascensores, cuando navegamos por internet, entre muchas otras actividades. ¿De dónde viene todo esto? ¿por qué es importante saber en qué consiste desde una mirada de la búsqueda del bien común?

La IA comenzó a desarrollarse hace unos 80 años, la idea era dotar a las máquinas de alguna inteligencia para resolver problemas en forma autónoma. Vale recordar que lo que no proviene directamente de la Creación, es decir, lo que es transformado por los humanos, se le llama artificial. Por ejemplo: los sabores artificiales, los fuegos artificiales, los aviones que vuelan artificialmente, recordando que los pájaros pueden volar naturalmente. Así como el sabor, fuegos y vuelo, no son ni buenos ni malos, sino que depende para qué se use, ocurre algo similar con la IA.

El Papa Francisco dedicó la intención de noviembre pasado a reflexionar sobre la IA, ha dicho que está en el centro del cambio de época y alertó acerca de la oportunidad que tenemos para encausar la tecnología, sentenciando que “si el progreso tecnológico aumenta las desigualdades, entonces no se trata de un progreso real”. Esto es fundamental para entender y crear las condiciones del futuro del trabajo.

La IA va a tener impacto en el mundo del trabajo. Los pesimistas dicen que se van a perder muchos empleos por el reemplazo del trabajo humano por el de las máquinas, como ha ocurrido con los cajeros automáticos, los peajes automáticos entre otros; en cambio, los optimistas piensan que se abrirán nuevas fuentes de trabajo y, por lo tanto, el efecto se compensará. Nuestra Iglesia ha tomado una visión realista: ética y práctica.

Mientras los técnicos siguen avanzando en desarrollar nuevas máquinas y algoritmos, recientemente en el Vaticano se ha firmado con las principales empresas generadoras de IA, la Carta de Roma para la ética en la IA. No se trata solo de un desafío técnico, sino de aprovechar la oportunidad que ofrece esta tecnología para humanizar y no simplemente para tecnologizar. Sabemos que los algoritmos no son neutrales, sino que van a seguir las instrucciones de los que los crearon, y en eso debe prevalecer la búsqueda del bien común y no solo la búsqueda de optimizar el corto plazo.

Atentos a las señales de los tiempos, el Área de Educación de la Conferencia Episcopal ya está pensando de manera colectiva el impacto de la IA en este campo. Así que se ha adelantado siendo pionera en el desarrollo de un congreso en noviembre pasado, donde miles de docentes de escuelas católicas pudieron encontrarse con esta posibilidad y así poder contribuir a reflexionar acerca de cómo la escuela católica contribuye a poner los fines por delante de las herramientas, desde una perspectiva que realce el conocimiento y la dignidad humana.