Misas y sacramentos en contexto de “retorno seguro”

El Arzobispado de Santiago ha implementado un proceso de retorno seguro que recoge las indicaciones de la autoridad sanitaria, adaptadas a la realidad eclesial. El material –que está disponible en www.iglesiadesantiago.cl y que ya fue comunicado a todos los párrocos- considera en su redacción los “cinco pasos y sus especificaciones, aplicados a la vida pastoral y sacramental. Uno de los criterios principales para el “retorno seguro” a la vida parroquial e institucional (curia y vicarías) de la Iglesia de Santiago es “vivir la fe cuidándonos, para cuidar a los demás”. Así lo sostiene el Vicario General de la arquidiócesis, monseñor Cristian Roncagliolo.

¿Cómo evalúa la experiencia en los templos de aquellos sectores que entraron en etapa de transición?

Ha estado marcada por el esfuerzo de todos por retomar progresivamente la vida pastoral sabiendo que debemos hacerlo responsable y gradualmente. Ha sido ejemplar el comportamiento de la mayoría de las personas. Por supuesto está la legitima desazón de los fieles –y de los pastores- porque resulta aún difícil, sobretodo, concurrir a la eucaristía. El número de diez personas es suficiente. Esperamos prontamente seguir avanzando en aumentar los aforos de personas presentes físicamente, pero dependemos de las normas sanitarias.

El número de asistentes que pueden participar de una misa es limitado. ¿Existen criterios de selección, como la inscripción previa o ingresan por orden de llegada?

El número de diez o veinticinco personas es dado por la autoridad, en el ítem actividades en espacio cerrado de los Pasos dos o tres. La selección se da, generalmente, porque las personas se inscriben vía secretaria parroquial y luego se toman los datos para, si es que se presentara algún caso de Covid, determinar la trazabilidad. A la llegada a la parroquia, en el templo y a la salida hay un protocolo estricto que implica usar siempre mascarilla, distancia física, lavarse las manos con alcohol gel y otros requerimientos debidamente explicitados en carteles puestos en lugares visibles en cada parroquia.

¿Cómo ha seguido funcionando el servicio eclesial con las restricciones de la pandemia?

La Iglesia ha seguido viva en tiempos de pandemia como lo evidencian las misas diarias, retiros online, la vida sacramental, dentro de lo posible, la asistencia a enfermos y difuntos, el acompañamiento espiritual, jornadas de formación, reuniones de comunidad. También resalto un extenso apostolado de la caridad, expresado en comedores abiertos, albergues, ollas comunes, atención a migrantes, a personas en situación de calle, ayuda fraterna y tantas otras obras solidarias que se han mantenido y han debido adaptarse a este tiempo, tomando todos los resguardos necesarios y haciendo más estrictos sus protocolos.

¿Será posible en este periodo celebrar sacramentos como matrimonios, bautizos, primera comunión o confirmaciones?

Por supuesto que se pueden celebrar todos los sacramentos y animamos a los fieles a acudir a ellos, sabiendo que habrá limitaciones en el número de personas que pueden concurrir a la misa, a los matrimonios y a otras celebraciones comunitarias. Lo importante es hacerlo siendo corresponsables en el cuidado y respeto de las normas establecidas por las autoridades.

¿Sustituye la misa online a la presencial?

Si bien la misa online no sustituye a aquella que se vive presencialmente, desde los inicios de la pandemia la gran mayoría de las parroquias se subió a las plataformas digitales para llevar la misa hasta los hogares. Esta ha sido una experiencia fecunda, que manifiesta a una iglesia en salida, que quiere estar cerca de los fieles. Una vez superada la pandemia, las misas online, se quedarán entre nosotros para servir preferentemente a los enfermos y adultos mayores.

¿Cuál es su llamado a los fieles, para lograr que los templos sean un espacio seguro y libre de Covid?

Creo que el llamado más importante es a cultivar la fe y a hacerlo responsablemente. Y esto ha exigido a todos aprender a vivir la fe de otra manera y con limitaciones temporales. Entiendo y comparto el dolor de muchos por las dificultades que la pandemia ha traído a la vida de la Iglesia, particularmente en lo que refiere a la recepción de los sacramentos. Al mismo tiempo, los animo a que sean muy responsables sabiendo que evitando situaciones de contagio menguará la pandemia y volveremos a nuestra vida pastoral normal.