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Artículo

Lunes 17 de agosto de 2020

La misericordia de Dios supera las vulnerabilidades de nuestra realidad

“Mi madre falleció hace poco más de un mes. Se contagió de Coronavirus, logró superar la cuarentena de un mes, pero dada su edad de 95 años y del Alzheimer, no resistió y falleció”, relata el sacerdote jesuita Juan Diaz en su meditación “Nuestra experiencia de vulnerabilidad y fragilidad”.

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

Sus palabras estaban dirigidas a cerca de 90 sacerdotes que la noche del pasado domingo iniciaron el Retiro del Clero vía teleconferencia, para iluminar con una reflexión de todo el día la realidad actual producto de la pandemia, en la cual los presbíteros tienen sus propias vulnerabilidades y, además, deben atender las crisis de  los demás.

Comenzó su meditación invitando a plantearse durante el día tres preguntas, tomadas de diversos textos bíblicos: ¿Dónde estás? ¿dónde está tu hermano? ¿qué buscas? y ¿qué quieres de mí? Luego, se refirió a san Ignacio de Loyola, quien, a los 30 años de edad, mientras estaba entregado a las vanidades del mudo, fue herido de gravedad en un combate por una bala de cañón, quedó cojo y vio derrumbarse toda su seguridad. Debió aprender, relata el padre Juan, a integrar el ímpetu de su carácter con la vulnerabilidad de su cuerpo.

Y sigue: “Lo que todos hemos experimentado con el coronavirus ha sido también como recibir una bala de cañón y se han desbaratado muchos de los planes y proyectos que antes teníamos”. El Covid 19 “ha aparecido como una zancadilla dolorosa que nos ha echado de bruces contra el suelo de una realidad bien dura”, lo que se suma, dice, al tema de los abusos por parte de religiosos y al estallido social del año pasado. Antes de estos hechos parecía que íbamos muy bien, pero, al igual que Ignacio de  Loyola, “hay que aceptar la experiencia de vulnerabilidad y fragilidad que ha quedado patente en nosotros y con los miedos que se nos aparecen y aprender a vivir con ellos”.

También será necesario aprender a vivir con menos distracciones, con mayor sobriedad, más sanamente y con más alma, disfrutar más en casa y dejarse ayudar por los demás, expresa el religioso, quien invitó a los sacerdotes a escribir lo que ha vivido cada uno en estos días y preguntarse cuál ha sido el mayor sufrimiento en este tiempo, “rezar largo nuestra penas”  y hacerse conscientes de la realidad de cada uno, a acostumbrarse, como Ignacio de Loyola, a caminar con nuestra cojera.

Rezar largamente las penas

En otra parte de su reflexión, el padre Juan Díaz señala que el caos actual -como la oscuridad al inicio del mundo, en el Génesis- a muchos mueve al temor y a huir, pero, al mismo tiempo, “puede hacer nacer en cada uno un íntimo deseo que nos alcance, por fin, la claridad”. Además, recuerda que “todos somos creaturas de Dios, que Él nos ha llamado a la vida y que somos hijos muy amados”. Agrega que ser creatura es sentirse frágil y vulnerable, y “para tener experiencia de Dios se hace necesario aceptar la propia vulnerabilidad, mirar no nuestras excelencias sino que nuestras debilidades”. Y el desafío hoy, dice, es sentir que “somos una vulnerabilidad  abrazada por la misericordia de Dios”.

El Retiro del Clero sigue hasta el jueves, con dos reflexiones diarias, en la mañana y en la tarde, y momentos de oración comunitaria y personal.