¿Qué es y qué hace la Vicaría de la Esperanza Joven?
“Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos” (Lc 24,15).
NUESTRA MISIÓN
Como Vicaría de la Esperanza Joven (VEJ) buscamos ser respuesta de la Iglesia de Santiago a los anhelos y necesidades de los adolescentes y jóvenes de hoy; animando, orientando y conduciendo, a la luz del Evangelio, la acción de la Iglesia, de manera preferencial, en favor de este importante segmento de la población, con el fin de que tengan vida, y la tengan en abundancia (cf. Jn 10,10).
NUESTRA PROPUESTA PARA LOS JÓVENES
Caminar junto a los jóvenes es una gracia que Dios nos ha regalado como Vicaría, lo que también implica dedicación, compromiso y, por sobre todo, fidelidad en compartir con ellos la alegría de Jesucristo que brota de su Evangelio. Esto conlleva el desarrollo mutuo y coherente de dos grandes líneas de acción: “Una es la búsqueda, la convocatoria, el llamado que atraiga a nuevos jóvenes a la experiencia del Señor. La otra es el crecimiento, el desarrollo de un camino de maduración de los que ya han hecho esa experiencia”.
Desde esta orientación que nos ofrece el Papa Francisco, es que como Vicaría al servicio de los jóvenes, queremos caminar hacia un horizonte en que ellos:
- Vivan una profunda experiencia de vida cristiana.
- Descubran la vocación a la cual Dios les llama.
- Cultiven un profundo ardor misionero.
- Se animen a una vida al servicio de los demás desde la caridad cristiana.
NUESTRA APUESTA ECLESIOLÓGICA PASTORAL
Como VEJ, para llevar a adelante nuestra misión, buscamos ir permeando nuestro quehacer desde tres realidades particulares, que si bien sabemos existen muchas otras, optamos por estas con un carácter esencial y prioritario, dada su incidencia natural en el contexto o escenario pastoral donde los jóvenes hoy se desenvuelven:
- Desde la centralidad de Jesucristo y el corazón de su Evangelio
Esta realidad, esencial y constitutiva de la identidad cristiana, es desde la cual buscamos se despliegue todo nuestro quehacer como Vicaría, con y en favor de los jóvenes donde “la centralidad de Jesucristo exige que nuestras comunidades representan el Cuerpo Místico del Señor, vivenciando la cultura del encuentro, la fraternidad, la comunión, la diversidad y, por sobre todo, la fe entendida como adhesión a Cristo en su Iglesia”.
Somos conscientes de que hoy en día cada pastoral juvenil tiene y vive sus propias particularidades, sus propios desafíos, sus propias limitaciones, sus propios miedos e incertidumbres; pero también hay sueños y esperanzas en donde queremos animar y ofrecer una ayuda que les permita asumir un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, donde el anuncio se concentre en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario. Una apuesta que desde lo simple, sea también capaz de ofrecer a los jóvenes una propuesta pastoral profunda, llena de verdad, más contundente y radiante, capaz de transformar sus vidas y de aquellos de quienes les rodean.
- Desde una Iglesia que discierne y vive en sinodalidad
La “sinodalidad”, por muy extraño que pueda sonar para algunos, no es un nuevo slogan, ni mucho menos el concepto de moda, sino que es lo más propio y constitutivo de la Iglesia; es un estilo que nos “indica la específica forma de vivir y obrar (modus vivendi et operandi) de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora”.
Se trata de un modo de ser y de proceder, en este caso, en medio de los jóvenes y con los jóvenes, teniendo su principio en la participación de todos ellos en la vida de la Iglesia. ¿Por qué? se preguntarán algunos, y es simplemente porque somos testigos de cómo “los mismos jóvenes son agentes de la pastoral juvenil, acompañados y guiados, pero libres para encontrar caminos siempre nuevos con creatividad y audacia”. Ellos nos muestran la urgente necesidad de que la pastoral juvenil sea capaz de adquirir otra flexibilidad, otra forma, otro estilo, que cada tanto les ofrezca un lugar donde no sólo reciban una formación, sino que también les permita compartir la vida, celebrar, cantar, escuchar testimonios y experimentar el encuentro comunitario con el Dios vivo.
En ese sentido, debemos ser cada vez más conscientes de que “la pastoral juvenil sólo puede ser sinodal, es decir, conformando un “caminar juntos” [...], mediante un dinamismo de corresponsabilidad”, donde se hace muy necesaria la escucha desde la cual, podemos decir, se producen tres particulares efectos en relación:
- En primer lugar, se da un encuentro de libertad, que requiere humildad, paciencia, disponibilidad para comprender y empeño para elaborar las respuestas de un modo nuevo. “Los jóvenes están llamados continuamente a tomar decisiones que orientan su existencia; expresan el deseo de ser escuchados, reconocidos y acompañados”.
- En segundo lugar, la escucha atenta y desinteresada hacia los jóvenes hace posible un intercambio de dones, en un contexto de empatía. Esto permite que los jóvenes den su aportación a la comunidad, ayudándola a abrirse a nuevas sensibilidades y a plantearse preguntas inéditas.
- Y en tercer lugar, y quizás lo más relevante, la escucha pone las condiciones para un anuncio del Evangelio que llegue verdaderamente al corazón de los jóvenes, de modo incisivo y fecundo.
- Desde una cultura del cuidado y ambientes sanos
La acción pastoral que se desarrolla en favor de los jóvenes debe darse, en primer lugar, desde un reconocimiento de su dignidad dada por Dios, la cual ha de ser cuidada, respetada y amada. En la vida y ministerio de Jesús, el reconocimiento de esta dignidad y del valor de la persona humana es un punto central donde se juega la naturaleza misma de la Buena Noticia: “Traten a los demás como quieren que los demás los traten, en eso consiste la ley y los profetas” (Mt 7,12).
De ahí, que como VEJ, animamos a que se promueva, cuide y cultive una cultura del cuidado y ambientes sanos donde predomine el buen trato, el adecuado lenguaje y los límites sanos, estando atentos a los estilos relacionales, los modos de vinculación predominantes al interior de la comunidad y los entornos donde los jóvenes se desenvuelven. Todo esto, con el propósito de construir un “testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente, donde todos puedan admirar cómo se cuidan unos a otros, cómo se dan aliento mutuamente y cómo se acompañan. En esto reconocerá el mundo que son discípulos de Jesucristo, en el amor que se tengan unos a otros”.
Queremos animar a que en cada comunidad pueda desarrollarse, o bien potenciarse mucho más la capacidad de acogida cordial, donde las comunidades puedan ofrecer caminos de amor gratuito y promoción, de afirmación y crecimiento, entendiendo que muchos de los jóvenes que llegan lo hacen en una profunda situación de orfandad. Pero también porque los jóvenes desean contar con espacios donde pueda entrar y salir con libertad, donde puedan acercarse espontáneamente y con confianza al encuentro de otros jóvenes tanto en los momentos de sufrimiento o de aburrimiento, como cuando deseen celebrar sus alegrías.
Los jóvenes “se integrarán mejor a comunidades abiertas, vivas en la fe, deseosas de irradiar a Jesucristo, alegres, libres, fraternas y comprometidas. Estas comunidades pueden ser los cauces donde ellos sientan que es posible cultivar preciosas relaciones”.
UNA MISIÓN QUE SE HACE POSIBLE EN COMUNIÓN CON OTROS
Para llevar adelante nuestra misión, establecemos vínculos y trabajo colaborativo, en primer lugar y de manera directa, con los jóvenes y las Pastorales Juveniles-Vocacionales Parroquiales donde ellos se desenvuelven.
- La Pastoral Juvenil-Vocacional Parroquial, en la cual confluyen no solo los jóvenes, sino que también todos aquellas personas de la comunidad que realizan una acción pastoral en favor de ellos; dígase: sacerdotes, diáconos, religiosos/as, seminaristas y diversos agentes pastorales, entre otros. Buscando fortalecer el acompañamiento y atención integral de los jóvenes en su relación con Jesucristo y descubrimiento de la vocación a la cual Dios les llama. Esto en coordinación y colaboración especialmente con las Vicarías Territoriales, Vicaría Pastoral y Vicaría para el Clero.
Preocupándonos y relacionándonos igualmente con jóvenes de movimientos y pastorales educativas
- La Pastoral del Mundo Educativo, procurando animar y fomentar, en coordinación y colaboración con la Vicaría para la Educación, la vida pastoral en los colegios católicos, liceos y escuelas de enseñanza municipalizada. Así mismo, en las instituciones de educación superior de inspiración católica, como también aquellas laicales.
- Los Movimientos y Congregaciones de la Iglesia, don providencial de Dios para estos tiempos que vivimos, las cuales han adquirido un desarrollo y rol fundamental en la acción pastoral con jóvenes. Esto en coordinación y colaboración principalmente con la Vicaría para la Vida Consagrada.
Preocupándonos y relacionándonos igualmente con instituciones y/u organismos extraeclesiales
- Instituciones y/u organismos extraeclesiales, entre las que destacan actores claves estatales y de la sociedad civil, como lo son el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), Delegaciones Presidenciales, Municipios, entre otros. Esto con el objeto de establecer alianzas estratégicas que contribuyan a la acción evangelizadora que como VEJ llevamos adelante en favor de los jóvenes de Santiago.
- Líneas de acción que orientan nuestro horizonte
Para el desarrollo de nuestra misión y de nuestra propuesta pastoral a los jóvenes, buscamos ofrecerles y desplegar una diversidad de experiencias y procesos:
- Espacios de reflexión y discernimiento pastoral
- Creación del Observatorio de Jóvenes
- Peregrinaciones
- Encuentros de oración
- Voluntariados
- Instancias de formación integral
- Acompañamiento pastoral y psicoespiritual
- Promoción de ambientes sanos y seguros
- Visitas pastorales
“¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lc 24,32).