Lunes 16 de septiembre de 2019
“Felipe querido, descansa en la paz del Señor”
Son las sentidas palabras de Emiliano Ortega, padre del sacerdote Felipe Ortega Casassus, quien falleció a los 55 años producto de un cáncer. Cerca de 600 feligreses y 35 sacerdotes llegaron el pasado domingo hasta La Transfiguración del Señor, en Las Condes, para darle el último adiós a su querido párroco.
Fotos: Omar González
Periodista: Cristian Amaya Aninat
¿Quién fue el padre Felipe?
Felipe Ortega Casassus nació en Santiago, el 10 de febrero de 1964. Hijo de Emiliano Ortega e Isabel Margarita Casassus, y hermano de Paula, Isabel y Martín. Realizó sus estudios en el Colegio Seminario Pontificio Menor. Estudió dos años de Derecho y posteriormente dos años de Sociología. Ingresó al Seminario Pontificio Mayor de los Santos Ángeles Custodios en marzo de 1987. Fue ordenado sacerdote el 27 de mayo de 1995, en la Catedral de Santiago, por el Cardenal Carlos Oviedo Cavada.
Hernán Reyes fue uno de sus mejores amigos desde la infancia. “Fuimos compañeros desde primero básico del colegio, vecinos de barrio, scouts, fuimos a fiestas juntos, luchamos por recuperar la democracia. Una amistad de 50 años” dice aún con pena por la partida del padre Felipe. De tiempos universitarios recuerda que su compromiso social. “Éramos partidarios de la no violencia activa, inspirados por Gandhi, y estábamos por anunciar y denunciar. Nos mostrábamos como católicos comprometidos. Tratábamos de anunciar que podían venir tiempos mejores. Luchamos contra la dictadura, tranquilos pero con consecuencia”.
Emiliano Ortega, su padre, recuerda que en el tiempo de universidad: “Sufrió un acto injusto. Con otros compañeros universitarios en el edificio de la facultad fue detenido y lo mantuvieron preso durante un mes. Estando ahí me pidió que le llevara una Biblia por si se acercaba el día de Pentecostés. Celebraron intensamente en ese ambiente la fiesta y venida del Espíritu Santo. Cuando salió intuimos que había iniciado un proceso de definición de su vocación. Poco tiempo después dejó la universidad para ir al seminario”.
El Padre Tomás Scherz, actual vice gran canciller de la P. Universidad Católica, recuerda con cariño y admiración al P. Felipe. Ambos fueron compañeros desde 5° básico en el colegio Seminario Menor.
“Cuando salimos del colegio él estudio Sociología y yo Filosofía. A los tres años, en 1986, me decidí de entrar al Seminario Mayor. El entró al año siguiente y volvimos a ser compañeros. Nos ordenamos juntos”.
El P. Raúl Rivera, párroco de La Ascensión del Señor, de Pudahuel, destaca su sencillez: “Lo conocí cuando yo entré al seminario. Lo admiraba por su sencillez y cercanía. Siempre me alentaba. Lo recuerdo como un hombre de fe bastante profunda. En ese tiempo le tocó vivir la muerte de su madre, cuando aún no terminaba el seminario. Siempre dio muestras de una profunda vida interior: le gustaba leer, rezar, y tenía un gusto muy exquisito por la música y el arte. Le gustaba hablar de la situación del país, era una persona comprometida”.
Como sacerdote sirvió como Vicario parroquial de San Luis Beltrán, Zona Oeste, Pudahuel (1994 – 1999); Párroco de Santa Clara, Zona Sur (1999 – 2001); fue formador en el Seminario Pontificio Mayor (2002 - 2003); realizó estudios en Roma en la Universidad Gregoriana, obteniendo la Licenciatura en Teología Espiritual (2003 - 2005); Vicerrector Pastoral Colegio Seminario Pontificio Menor (2005 – 2011); Desde entonces y hasta su fallecimiento, fue párroco de La Transfiguración del Señor, en Las Condes.
Su padre Emiliano recuerda su vocación como párroco y su compromiso social con los más excluidos: “Tenía vocación de párroco. En la parroquia San Luis Beltrán, los fines de semana, con la hermana Rosa, salían a las calles a tratar de evitar las riñas entre pandillas. Para nosotros fue una noticia muy decepcionante cuando buscando el origen de la droga se encontraron con una institución pública que la distribuía”.
El padre Tomás destaca que fue estudioso del pensamiento y labor pastoral del obispo de Talca, Manuel Larraín Errázuriz (1939-1966). “Su licenciatura en espiritualidad se refería a Manuel Larraín y su familia vino de Talca. Por eso muchos conocieron a don Manuel. Muy cercanos al proceso de la Reforma Agraria”.
Contemplativo y fraterno
Su padre lo describe como “una persona espiritual, con una notable riqueza interior. Una persona humilde, sencilla, cercana y entregada. De su vida espiritual brotaba su consejo y acogida. Se conmovía con el sufrimiento, con el dolor, con la injusticia, la fragilidad, la pobreza y la enfermedad. Siempre estuvo para acompañar a personas ancianas y enfermas. Y guardó con mucha humildad y prudencia su poder de sanación”.
Don Emiliano destaca un hecho que lo retrata de cuerpo y alma: “Hace poco tiempo recibió un maltrato, una agresión verbal. Y se acercó a esa persona que lo maltrataba y le dio un abrazo fraterno y una sonrisa. Felipe lo desarmó con amor”.
Cuenta además que tenía un gran amor por la naturaleza. “Restauró una antigua casa campesina y gozó de ella. Se hizo fotógrafo. Nos dejó miles de fotografías. Era amante de la música. En el campo gozaba contemplando un firmamento. Compró un telescopio y lo gozaba con sus sobrinos. Era feliz en una noche despejada se entretenía observando el firmamento”.
El último adiós
El padre Felipe fue diagnosticado el 2017 con un cáncer pulmonar que luego se ramificó a otros órganos de su cuerpo.
Sobre sus últimos días el padre Scherz relata que: “Sufrió mucho su