San Pedro Pescador: Más de medio siglo de evangelización

¿Sabías que en 1960, el peso, la moneda nacional, fue reemplazado por el famoso escudo? ¿O que en mayo de ese mismo año, se produjo el terremoto de Valdivia, el mayor movimiento telúrico registrado en Chile con una magnitud de 9,5? ¿Y que en noviembre, se realizó el XIII Censo Nacional de población?

Pues bien, ese mismo año, en un sector de la comuna de Lo Espejo, también nacía la capilla San Pedro Pescador, templo ubicado en pleno corazón de la población José María Caro y que hoy, 59 años después, celebró la Festividad de San Pedro y San Pablo con una gran misa en compañía de su comunidad y presidida por el Administrador Apostólico de Santiago, Celestino Aós.

Hace frío. Entre sus paredes, se mezcla un antiguo cuadro de san Alberto Hurtado, con un infantil "Feliz Cumpleaños" y un Vía Crucis de madera. El templo está adornado para la ocasión y la comunidad, principalmente adultos mayores, se pierde entre sus abultados abrigos y gorros. Entre medio, aparece Rosa Espina.

La vida de la señora Rosa, con 81 años de edad, ha estado ligada siempre a esta capilla: "Llevo acá los mismos años que está cumpliendo hoy. He visto pasar mucha gente buena y muchos sacerdotes que han sido un ejemplo de vida para mí, pero también he visto partir gente muy cercana".

Ella, escucha atentamente la prédica de monseñor Aós, quien destacó el legado de san Pedro para la Iglesia: "Pedro era un joven pescador que soñaba con muchas cosas, pero que un día dejó todo y siguió a Jesús y con eso, nos enseñó que no se puede amar a Jesucristo y no amar a la Iglesia. Nosotros somos testimonio de ese cariño de Pedro, y yo me pregunto si el Papa sentirá que lo queremos. Para eso está el Credo, para rezar por Pedro y por el Papa".

Marlene Maliqueu, tiene 24 años y es acólita desde los diez: "Es un honor servir desde el altar y desde las Pastoral Juvenil. Las palabras de monseñor son muy acertadas y que debemos poner práctica todos los días en el lugar que nos encontremos como en los estudios como en el trabajo".

En medio de esos detalles, se hacen el tiempo para cuidar y mantener este icónico templo, dice Rosita. Detalles que no se olvidan. Como estos 59 años que se festejaron como Dios manda: en comunidad, con sopaipillas, pie de cuecas y vino navegado. "Qué más puedo pedir", dice la señora Rosa.