Miércoles 5 de junio de 2019
Encuentro: Dos nuevos obispos auxiliares para Santiago
En esta edición, conoceremos sobre los dos nuevos obispos nombrados por el Papa Francisco para la Arquidiócesis de Santiago.
Padre Alberto Lorenzelli SDB: "Alégrense siempre en el Señor"
Con este lema asumirá el electo Obispo Auxiliar de Santiago, padre Alberto Lorenzelli, quien será ordenado por el propio Papa Francisco el 22 de junio en la Basílica de San Pedro.
¿Cuáles fueron sus primeras tareas como salesiano? Trabajar en la pastoral de los colegios. He llevado siempre una actividad como profesor de Religión y también de materias literarias aquí en Italia. Una experiencia muy fuerte y significativa fue el trabajo por cinco años en la cárcel de menores. Otras actividades son la predicación en parroquias donde se me pidió formación en vista del Jubileo del 2000, y la fundación de la Universidad de la Tercera Edad, para personas que desde los 30 años para arriba quieren dedicarse a la cultura. Además, por ocho años fui presidente nacional de los religiosos de Italia.
¿Y cuál fue su experiencia como religioso salesiano en Chile? Sobre todo como provincial, coordinando las varias actividades de los colegios a lo largo del país, también de nuestras parroquias y santuarios y las otras actividades pastorales que tenemos en la Fundación Don Bosco, que atiende a los niños de la calle. La mayor preocupación fue siempre pastoral, hacer vivir a los jóvenes no solo la experiencia académica, sino también una apertura al mundo con lectura crítica del entorno. Otra experiencia importante fue mi trabajo como Gran Canciller de la Universidad Cardenal Silva Henríquez.
¿Cómo toma el nombramiento de obispo auxiliar de Santiago? Fue para mí una gran sorpresa. Ya me había establecido aquí en Roma y me llamó el Papa Francisco pidiendo esta disponibilidad. Al principio no estaba muy convencido, pero frente a su deseo que yo cumpliera con esto, lo tomé como una obediencia que asumo con espíritu de fe, de que en ella se manifiesta la voluntad de Dios. Debo decir también que en este diálogo el Santo Padre fue muy paternal. Me sorprendió y conmovió aún más cuando me dijo que será él mismo quien me ordene obispo el próximo 22 de junio en la Basílica de San Pedro.
¿Cómo ve esta crisis de la Iglesia en Chile, en particular en Santiago? El recuerdo que tengo de la Iglesia en Chile es muy positivo, sobre todo a partir de las comunidades cristianas en las que participé, donde encontré mucho compromiso de los laicos, y una religiosidad profunda en el ánimo de las personas. Esta crisis creo que es más bien institucional, donde a nosotros, especialmente diáconos, sacerdotes y obispos, se nos pide una disposición nueva frente al Pueblo de Dios, saber comprender los cambios que se están viviendo. Tengo la visión de una Iglesia viva, con una fe profunda, pero también la de una institución jerárquica hoy exigida a aprender a vivir según un espíritu más sencillo y humilde. Se nos pide saber escuchar y saber pedir perdón por las muchas veces que nos hemos equivocado. También comprender los tiempos que estamos viviendo, saber reconocer el dolor de las personas y responder a ese dolor.
¿Qué falta por hacer en la prevención de abusos y reparación a las víctimas? Falta mucho por hacer, sobre todo entender que no siempre hemos manejado las cosas de la mejor manera. Se requiere seguir avanzando en la formación en prevención con los sacerdotes. Hay que hacer un profundo seguimiento de las personas que se acercan con inquietud vocacional y acompañar todo este proceso formativo, sabiendo que hay que generar buenas relaciones, evitar los abusos de poder y las relaciones no sanas. Tenemos ya una experiencia negativa al respecto, pero que nos ayuda a tomar conciencia de que esto no debe suceder nunca más. Debemos ser muy respetuosos de los hijos, que son hijos de la Iglesia y que los padres confían a nosotros para que los formemos. Creo también que como Iglesia y por todo lo que ha sucedido, tenemos que tener el coraje de pedir perdón y reconocer que si bien muchos hermanos han fallado, y en algunos casos hasta cometido delitos, también nosotros comunitariamente hemos sido poco rigurosos en detectar las señales que nos hablaban de esta problemática.
¿Cómo valora las acentuaciones pastorales de Santiago 2019-2020: conciencia de ser Pueblo de Dios; vida comunitaria; opción por los pobres; prevención de abusos y reparación a las víctimas; Iglesia que opta por los jóvenes? Me parece que son muy significativas. La vida comunitaria es fundamental. Hoy tenemos que caminar teniendo la mirada en la Eucaristía, que nos ayuda a tomar conciencia de que todos somos Pueblo de Dios, no solo los sacerdotes y los obispos, todas las personas. En cuanto a la opción por los pobres, es algo sobre lo cual el Papa Francisco insiste muchísimo, porque es cierto, hay muchos contrastes en la vida social y hoy, a los primeros que como Iglesia tenemos que privilegiar, es los más pobres, los vulnerables, los marginados, los descartados. Respeto de la prevención, es algo que nos ha tocado como Iglesia y no podemos dejarlo atrás. Tenemos que hacer un trabajo con el Pueblo de Dios, ayudados por profesionales que colaboren para hacer comprender lo que ha sucedido y mirar adelante para que esto no suceda nunca más.
¿Qué mensaje le gustaría entregar a la comunidad de la Iglesia de Santiago? Primero que todo el lema episcopal que he elegido: ‘Alégrense siempre en el Señor’. Se trata no de una alegría superficial, sino profunda, una alegría del corazón, de mirar toda la realidad de forma positiva, de mirar todo el bien que hay. Tenemos que pensar en esa Iglesia renovada y re encantadora que el Señor nos pide, retomando toda esta rica tradición de vida religiosa y espiritual, de santidad.
Padre Carlos Irarrázaval: “Corríjanme y ayúdenme a ser pastor”
Designado por el Papa Francisco como electo Obispo Auxiliar de Santiago, el padre Carlos se refiere a sus primeros años de sacerdote y a su visión de la Iglesia actual.
E l padre Carlos nació en Santiago el 17 de abril de 1966, cursó la enseñanza básica y media en el colegio Tabancura; estudió Derecho hasta cuarto año en la Universidad Católica; ingresó al Seminario Pontificio Mayor y fue ordenado sacerdote el 18 de mayo de 1996 por el Arzobispo de Santiago, cardenal Carlos Oviedo Cavada. Entre otras tareas, fue vicario de la parroquia Cristo Nuestro Redentor, en Peñalolén; Asesor de la pastoral UC en el Campus San Joaquín; Vicario en la Iglesia de la Sagrada Familia; Prefecto de Teología en el Seminario Pontificio Mayor; párroco de Nuestra Señora del Rosario, en Las Condes; Director de Radio María, y desde 2011, párroco de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en la comuna de Providencia.
¿Cómo fueron sus primeros años de presbiterado en Peñalolén? Siendo seminarista uno empieza a salir a las parroquias. Tanto en la parroquia de Puente Alto como primera experiencia, y después en Santo Tomás Moro, la segunda, y luego en Santa Rosa de Barnechea y en San Andrés, la pastoral universitaria, en todas esas experiencias pastorales previas en el seminario el Señor te va disponiendo y preparando. Entonces hay un ansia sana. Y el primer destino es precioso y pasa a ser el primer amor, hay una comunidad parroquial que acoge. Hubo ahí una experiencia sacerdotal potente. El corazón de pastor en la vida real, en el día a día, fue la comunidad de Peñalolén que me lo fue regalando.
¿Cuáles fueron las primeras impresiones al conocer la decisión del Papa? Uno no se siente digno para nada, nunca lo seré. Pero, por otro lado, una sensación de responsabilidad con la Iglesia. El Papa confía en que yo puedo ayudar, lo haré con cariño y confianza en que toda la Iglesia me va a apoyar. Mujeres y hombres, de toda edad y condición que nos sabemos enamorados de Cristo, sabemos que estamos viviendo un momento de crisis. Y yo espero que tanto las mujeres como los hombres de toda edad y condición me ayuden a ser pastor, rememos juntos para poner a Cristo en primer lugar. Mi ministerio no es solamente parroquial, solo para el pueblo fiel, sino también para el pueblo que no está marcado por el Bautismo, que no es creyente, pero que le exige a la Iglesia algo. ¿Cuál será su lema episcopal y qué significado tiene para usted en la tarea que debe asumir? Mi lema sacerdotal es “He aquí, oh Dios, que vengo a hacer tu voluntad”. Todavía no tengo lema episcopal, estoy buscando. Pero irá por la línea del servicio.
¿Será útil para usted la experiencia en su parroquia en este nuevo camino que va a emprender? Cada comunidad me ha ayudado y me ha formado, también ésta, la del Sagrado Corazón de Jesús, en Providencia, en Peñalolén, en la universidad, en Lo Barnechea. Ya estos pocos días de obispo electo, esta comunidad de la curia arzobispal me está formando.
¿Qué mensaje quiere enviar a los católicos de la arquidiócesis? Que la Iglesia somos todos. Tenemos que trabajar juntos. ¿Es parte también de esta renovación reconocer errores, como por ejemplo, algunas de sus declaraciones a un medio de TV sobre la crisis de la Iglesia, mujeres y la comunidad judía (ver recuadros)? Sin duda. Se lo he dicho siempre a la gente con quien he estado: corríjanme. Lo dije en la entrevista en televisión: corríjanme. Corríjanme, ayúdenme a ser pastor. Y eso implica que me tienen que ayudar a escuchar, pero también escucharme, porque parte de la corrección fraterna es escucharnos mutuamente, para tratar de ver desde la perspectiva del otro y no encerrarme en mi propia perspectiva.