Artículo
Viernes 21 de diciembre de 2018
Celebración de Navidad en el Arzobispado de Santiago
Una Liturgia de la Palabra con salmos y villancicos, oraciones, un texto evangélico y el mensaje del cardenal Ricardo Ezzati, formaron parte de la celebración navideña del personal que trabaja para el arzobispado.
Fotos: Nibaldo Pérez
Periodista: José Francisco Contreras
Fuente: Comunicaciones Santiago
Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl
El encuentro, presidido por el pastor arquidiocesano, se desarrolló en la capilla de la Sede Arzobispal, que fue inundada por alegres salmos y villancicos entonados por todos los presentes junto al coro y grupo musical.
En su mensaje a los trabajadores y colaboradores del arzobispado, el cardenal señaló que los sentimientos y "las mociones de fe que brotan de nuestro corazón, entran en el diálogo entre el acontecimiento que celebramos, la Navidad, y los acontecimientos de la historia personal y de la historia colectiva, comunitaria".
Refiriéndose a los relatos de los evangelios acerca del nacimiento de Jesús, destacó lo que señala Juan, en el sentido que el Hijo de Dios "vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron". En cambio, según el mismo Juan, a aquellos que sí lo recibieron "les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios". En cuanto al relato histórico, recordó el arzobispo que en Belén no hubo lugar para Jesús y sus padres y que Herodes sintió amenazado su poder por un niño pequeño, tras lo que vino la matanza de los menores de dos años, "porque el orgullo de los poderosos vio en ese niño que nacía una amenaza y no le abrieron el corazón, lo que permitió un mal tan grande para niños inocentes".
Junto ello, siguió el cardenal, los evangelios precisan quiénes son los que abren las puertas al Salvador y las consecuencias de esta acogida. Como José y María, que reciben a Jesús, a cada uno de los cuales el ángel les dice que no tengan miedo. "¡Qué contraste! Herodes tiene miedo. Aquellos que veían en Jesús a alguien que venía a tocarles la conciencia tuvieron miedo y lo quisieron quitar de entre medio y lo crucificaron". Por el contrario, el cardenal Ezzati recordó a muchos personajes del Evangelio que sí acogieron a Jesús, como una pecadora pública, ciegos de nacimiento, tullidos, leprosos, a los que le dio poder ser hijos de Dios.
Agregó que en el mundo se da esta doble posibilidad de acoger o no a Jesucristo, "algunos cierran las puertas y vemos tantos y tantos males que brotan de ese no acoger, desde la realidad triste de nuestra vida personal, sometida a veces a la tentación y al pecado, hasta las consecuencias sociales de esto". Al respecto se refirió al mensaje de Navidad de la Conferencia Episcopal, que mencionó algunos de esos males productos de rechazar el mensaje de Jesucristo, como la violencia, la droga y el propio pecado de miembros de la Iglesia que, cerrando las puertas al Señor, han ocasionado "tanto daño. Cerrar la puerta al Señor que viene no es solo eso, es cerrarle la puerta a aquellos con los cuales él se ha hecho semejante".
Finalmente el Arzobispo de Santiago deseó a todos los trabajadores de la arquidiócesis y sus familias, a los agentes pastorales, personal consagrado, incluyendo a quienes están como administradores apostólicos en otras diócesis o misionando en el extranjero, "que de verdad seamos tan humildes como María y José, como los pastores, como los reyes magos y como tantos que en la historia han sabido abrir de par en par las puertas al Redentor".
Posteriormente, los presentes acompañaron la figura del Niño Dios con pequeños cirios encendidos hasta el pesebre ubicado en la entrada principal del segundo piso, donde recibieron la bendición impartida por el Arzobispo de Santiago. Tras ello compartieron un momento de fraternidad dentro del espíritu navideño.
En su mensaje a los trabajadores y colaboradores del arzobispado, el cardenal señaló que los sentimientos y "las mociones de fe que brotan de nuestro corazón, entran en el diálogo entre el acontecimiento que celebramos, la Navidad, y los acontecimientos de la historia personal y de la historia colectiva, comunitaria".
Refiriéndose a los relatos de los evangelios acerca del nacimiento de Jesús, destacó lo que señala Juan, en el sentido que el Hijo de Dios "vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron". En cambio, según el mismo Juan, a aquellos que sí lo recibieron "les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios". En cuanto al relato histórico, recordó el arzobispo que en Belén no hubo lugar para Jesús y sus padres y que Herodes sintió amenazado su poder por un niño pequeño, tras lo que vino la matanza de los menores de dos años, "porque el orgullo de los poderosos vio en ese niño que nacía una amenaza y no le abrieron el corazón, lo que permitió un mal tan grande para niños inocentes".
Junto ello, siguió el cardenal, los evangelios precisan quiénes son los que abren las puertas al Salvador y las consecuencias de esta acogida. Como José y María, que reciben a Jesús, a cada uno de los cuales el ángel les dice que no tengan miedo. "¡Qué contraste! Herodes tiene miedo. Aquellos que veían en Jesús a alguien que venía a tocarles la conciencia tuvieron miedo y lo quisieron quitar de entre medio y lo crucificaron". Por el contrario, el cardenal Ezzati recordó a muchos personajes del Evangelio que sí acogieron a Jesús, como una pecadora pública, ciegos de nacimiento, tullidos, leprosos, a los que le dio poder ser hijos de Dios.
Agregó que en el mundo se da esta doble posibilidad de acoger o no a Jesucristo, "algunos cierran las puertas y vemos tantos y tantos males que brotan de ese no acoger, desde la realidad triste de nuestra vida personal, sometida a veces a la tentación y al pecado, hasta las consecuencias sociales de esto". Al respecto se refirió al mensaje de Navidad de la Conferencia Episcopal, que mencionó algunos de esos males productos de rechazar el mensaje de Jesucristo, como la violencia, la droga y el propio pecado de miembros de la Iglesia que, cerrando las puertas al Señor, han ocasionado "tanto daño. Cerrar la puerta al Señor que viene no es solo eso, es cerrarle la puerta a aquellos con los cuales él se ha hecho semejante".
Finalmente el Arzobispo de Santiago deseó a todos los trabajadores de la arquidiócesis y sus familias, a los agentes pastorales, personal consagrado, incluyendo a quienes están como administradores apostólicos en otras diócesis o misionando en el extranjero, "que de verdad seamos tan humildes como María y José, como los pastores, como los reyes magos y como tantos que en la historia han sabido abrir de par en par las puertas al Redentor".
Posteriormente, los presentes acompañaron la figura del Niño Dios con pequeños cirios encendidos hasta el pesebre ubicado en la entrada principal del segundo piso, donde recibieron la bendición impartida por el Arzobispo de Santiago. Tras ello compartieron un momento de fraternidad dentro del espíritu navideño.