Lunes 1 de octubre de 2018
Religiosas de la Preciosa Sangre celebraron 131 años de su congregación
Con una misa presidida por el Cardenal Ricardo Ezzati, las hermanas junto a la comunidad, dieron gracias a Dios por un nuevo aniversario.
Fotos: Héctor Lanskron
Periodista: Marcela Maldonado
Al inicio de la eucaristía, el cardenal Ezzati saludó fraternalmente a la comunidad, “felicitaciones por este día, bendiciones a este instituto que nació del corazón la iglesia de Santiago gracias a una hermana que se puso a disposición de la Iglesia y que por ello el espíritu santo suscitó un nuevo carisma, un nuevo don para la vida abundante de nuestro pueblo”, señaló el Pastor.
“Que el Señor siga bendiciendo a esta congregación y le siga otorgando el don de nuevas vocaciones religiosas y puedan seguir realizando la misión educativa, de caridad de estar en medio del pueblo”, expresó el cardenal.
En el día en que la Iglesia celebró el Día de Oración por Chile, el cardenal recalcó que “la vida de este pueblo que nació al amparo de la Virgen del Carmen no tiene futuro sin la presencia de nuestra madre”
“Más que nunca Chile necesita de la presencia de la madre santísima de Jesús para que podamos constituir una familia de hermanos, de hermanas que se ayudan y buscan el bien de todos. Que María santísima del Carmen nos ayude a ir construyendo un país más fraterno, más justo”.
El cardenal también reflexionó en torno a la solemnidad de la sangre preciosa de Jesús. Al respecto dijo que nadie puede desesperarse por la magnitud de sus propios pecados “porque la sangre de Cristo nos ha liberado, nos da vida nueva todas las veces que nosotros, con humildad, con un corazón arrepentido, nos acercamos a Jesús. La sangre de Jesús purifica nuestra vida”.
En la celebración de los 131 años de la congregación de la Preciosa Sangre, su superiora general, hermana María Loreto Fuentes, compartió con la comunidad el mensaje de “vivir muy bien nuestra espiritualidad para dar un mensaje a la gente que trabaja con nosotros, en educación, en salud y en misión directa, a quien lo necesite. Estamos eternamente agradecidos de nuestra fundadora por la gracia que nos ha dado y de la gente que ha trabajado con nostras para esparcir más la espiritualidad de que el sufrimiento de las personas hace sangrar nuestro corazón”.
Bárbara Bugueño, estudió doce años en el Colegio Santa Cecilia, perteneciente a la congregación. Hoy sus dos hijas estudian en este establecimiento y ella es parte del centro de apoderados. “Nosotros somos parte importante de la congregación, siempre estamos apoyando en las actividades que tienen las religiosas, yo más aún me siento más involucrada porque fui ex alumna. Para nosotros es súper importante la formación católica de nuestras hijas, el colegio es como una gran familia”.