Sábado 8 de septiembre de 2018
Nuevos diáconos permanentes al servicio de la Iglesia en Santiago
La Catedral de Santiago fue el lugar donde once nuevos diáconos acompañados por sus familias, amigos, seres queridos y fieles fueron ordenados por el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati.
Fotos: Nibaldo Pérez
Fuente: Comunicaciones Santiago
Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl
Eran las 10 de la mañana y la Catedral de Santiago estaba repleta. La procesión de entrada, encabezada por el cardenal Ezzati y algunos vicarios, se dirigía rumbo al altar con gran presencia de diáconos y sacerdotes de toda la arquidiócesis, que quisieron participar en la ordenación de los nuevos hermanos diáconos permanentes.
“Reciban el encargo de ser signo del Señor Jesús que ha venido a servir y no a ser servido, a dar su vida en rescate de muchos. Aquí está queridos hermanos, el núcleo central de su vocación, de su consagración y de su misión: ser signo, sacramento, continuadores de la misión de Cristo Jesús. Feliz de lavar los pies a los hermanos necesitados. Como él, ustedes también, como el buen pastor y buen samaritano de su pueblo, están invitados a seguir haciendo y realizando esa acción de Jesús”, dijo el pastor de la Iglesia de Santiago en su homilía (Revisar y descargar completa al final de esta nota).
Además, el pastor resaltó la importancia pero a la vez la responsabilidad de lo que asumieron. “Ser diácono sin duda es un honor pero nunca hay que olvidar en qué consiste este honor. Nunca se deberá confundir con una preeminencia mundana, con el poder de este mundo, o la soberbia de ocupar los primeros lugares. Dejen que el Señor se acerque constantemente a sus vidas. Escuchen la invitación a nacer de nuevo, permitan que él los toque con su mano, que les devuelta la vida”, agregó.
“No dejen de mirar a Jesús, no dejen de dejarse lavar los pies por él. No dejen de reproducir en la identidad de su persona la manera de vivir de Jesús. Rechacen la autosuficiencia, rechacen el poder, el poder que viene de nuestro creernos superior. Dejen que Jesús les siga lavando sus propios pies, su propia miseria”, les pidió su obispo.
Por su parte, el vicario para el Clero, padre Cristian Castro, valoró el hecho que el Señor los llamara al servicio de la Iglesia. “Lo hermoso de esto es recordar que el Señor sigue llamando en todos los tiempos y hoy lo ha hecho de forma especial a través de estos nuevos once diáconos de la Iglesia. A través de sus familias, a través de sus esposas, de sus hijos y las comunidades en las cuales ellos se han formado, han participado y ahora están destinados a servir como diáconos de la Iglesia del mundo y de la Iglesia de Santiago, específicamente”.
Acompañar con fe el mundo del trabajo
En el caso de Ignacio Arriagada el proceso de discernimiento del diaconado se remonta al periodo en que el Padre Ignacio Muñoz era vicario para la Pastoral de los Trabajadores. En ese entonces Ignacio era dirigente sindical y participaba en la Central Autónoma de Trabajadores (CAT), “el vicario abrió las puertas de la vicaría a las centrales de trabajadores, nos acogió y empecé a participar en lo sindical y pastoral”. Desde ahí Ignacio comenzó a apoyar al área Animación Laboral acompañando comunidades de trabajadores.
Ser diácono fue una decisión que le tomó tres años, hasta que finalmente dijo sí. Lo suyo era poder servir en el mundo sindical, en el mundo del trabajo. El 2013 el padre Andrés Moro lo presentó a la Escuela del Diaconado.
“Me siento feliz. Cuando entramos con mi esposa a la escuela del diaconado nuestro interés era aprender a madurar en nuestra fe y poco a poco fue prendiendo este bichito de llegar al diaconado. Hoy estamos felices porque podemos ayudar de otra forma y hoy, como está la Iglesia, se hace necesario contar con hombres con experiencia de matrimonio, de trabajo, de haber criado hijos, de haber vivido y sufrido situaciones que las personas viven todos los días. Creemos que podemos hacer un aporte. Nuestra labor es la de estar ahí, acompañando”, finalizó.
Hay que poner la mirada de amor de Dios
Los primeros pasos de Raúl Veroisa en el camino al diaconado fueron en el Santuario Nacional de Maipú, donde trabaja como administrativo y miembro del equipo pastoral. “Todo comenzó acompañando a mi hijo como acólito, colaborando en la pastoral de acólitos de la arquidiócesis. Después me pidieron acompañar a la virgen misionera y del consuelo por todo Chile, hasta que después, un amigo diácono de la vicaría me comentó del diaconado. Él me fue preparando sin que yo lo supiera”, recuerda.
Luego de un año de discernimiento comenzó su proceso de formación en la escuela del diaconado. Hoy tiene claro que su horizonte de servicio: “Viendo las necesidades que existen me incliné por servir como diácono en los enfermos, porque hay muchos que necesitan ser oídos, acompañados, necesitan que se les lleve la comunión en los hospitales”.
Se siente con muchas ganas de comenzar esta nueva etapa. “Estoy tranquilo, esperando el momento para servir. Esta generación enfrenta momentos difíciles por la situación que está viviendo la Iglesia pero hay que poner la mirada en Dios y echarle pa’ adelante”.
Agradece a su familia, a quienes lo han guiado en este camino, diáconos y sacerdotes amigos por la experiencia que han tenido y por su confianza y a la gente del Santuario.
Esperanza en que la Iglesia somos todos
Francisco Mera es ingeniero, hoy Trabaja en Radio María pero su vinculación con la Iglesia se dio mientras trabajaba en la Fiscalía. “Teníamos una comunidad en la fiscalía y el área laboral de la Pastoral Social apareció como una parte de la Iglesia que nos ayudó a prepararnos para la confirmación, nos dio formación, nos ayudó con herramientas para que la comunidad tuviese vida”, recuerda Francisco.
La experiencia en esa comunidad, unida a su participación en la pastoral carcelaria hizo que Francisco sintiera que era la Iglesia la que lo estaba acogiendo y sentía una gran gratitud por eso, aunque no sabía qué hacer para responder. Para Él, el diaconado era estar en la parroquia, estar en el altar, pero luego se dio cuenta que era mucho más que eso: “Comencé a descubrir el servicio y la espiritualidad en el trabajo”.
Hoy, se siente con esperanza: “Iglesia somos todos. Siempre en las crisis de la Iglesia es el pueblo, curas, diáconos, laicos; todos salimos adelante, todos somos llamados a unidos salir adelante y ahí siento un fuerte llamado a contribuir”.
Los siguientes son los que fueron ordenados diáconos permanentes este sábado 8 de septiembre en la Catedral Metropolitana:
Antonio Calfueque Millapán
Porfirio Segundo Montecinos Urzúa
Gustavo Néstor Isella Scremin
Luis Eduardo Vergara Ponce
Paul André Malbec Lepeley
Sergio Edgardo García Ríos
Patricio Fernando Ovalle Ovalle
José Valentín Espinosa Vergara
Francisco Javier Mera Figueroa
Ignacio Arcadio Arriagada Fernández
Raúl Eugenio Veroisa Guerrero.