Martes 14 de noviembre de 2017
Comunidad de San Gabriel conmemoró su aniversario
Junto al Cardenal Ricardo Ezzati, la comunidad conmemoró el aniversario número 10 de su casa parroquial.
Fotos: Nibaldo Pérez
Periodista: Marcela Maldonado
La construcción cumplió su décimo aniversario, hito que congregó a agentes pastorales y feligreses del sector, para dar gracias al Señor y compartir la alegría de ser Iglesia.
“Hemos de recordar que todos somos templo vivo del Señor y que así como un templo está compuesto por diferentes elementos, el cimiento, las paredes, los ladrillos, cada uno de nosotros es una piedra viva en el edificio de la iglesia y por lo tanto todos somos importantes y tenemos una inmensa misión que cumplir”, expresó el Padre Andrés Valencia, párroco de la Parroquia San Gabriel.
Gabriela González, ministro de comunión y visitadora de enfermos, recordó con emoción el camino recorrido para la construcción de la parroquia. “Hacíamos colecta, bingos, vendíamos bonos y con todo eso comprábamos ladrillos para construir. Estoy feliz, porque yo estuve cuando se puso la primera piedra y desde ahí fue todo muy rápido porque hubo mucha gente que cooperó”.
En la conmemoración de este aniversario, monseñor Ricardo Ezzati presidió la eucaristía en la que reflexionó sobre el significado más profundo del el templo, como signo de la comunidad creyente.
Más allá de lo material, dijo el cardenal, “la iglesia es signo de Cristo, el altar de piedra fuerte es signo de Jesucristo. Una comunidad parroquial puede crecer si tiene delante de sus ojos al Señor, representado en el altar que es mesa que nos invita a participar de la eucaristía”.
En su homilía el pastor expresó que la dedicación del templo recuerda “que Dios es nuestro padre y por eso estamos llamados a descubrir a los hermanos, especialmente a aquellos que están más en la periferia espiritual y material”. También llamó a la comunidad a poner al servicio los dones recibidos y a ser una iglesia acogedora y de puertas abiertas, “la iglesia que hemos dedicado tiene unas puertas que nos acogen y envían”.
Al término de la misa, feligreses y agentes pastorales se acercaron al altar para estampar su beso como signo de fe.