Lunes 6 de noviembre de 2017
Vicaría Zona Oeste vivió su Asamblea Presinodal
En el caminar del X Sínodo de la Iglesia de Santiago, jóvenes, párrocos y agentes pastorales, se reunieron el sábado 4 de noviembre en una asamblea presinodal para analizar las respuestas obtenidas en este proceso.
Fotos: Luis Parraguez
Periodista: Lorena Martino
En el colegio Madre Vicencia, ubicado en Estación Central, más de 400 personas, muchos de ellos jóvenes, se reunieron a reflexionar en torno a las respuestas de las fichas entregadas a la fecha por parte de consagrados, agentes pastorales adultos, jóvenes católicos y jóvenes no católicos.
Una jornada que estuvo bajo la guía de Monseñor Galo Fernández, obispo auxiliar de Santiago y vicario de la zona Oeste, quien entregó líneas de orientación a los asistentes: "La Iglesia está en clave de preguntarse qué nos está pasando, para tener una aproximación digna de cómo transmitir la fe, el gran tesoro que hemos recibido de Jesucristo, es una responsabilidad tremenda. No es por un asunto de marketing, ni por un asunto de que queremos captar más adherentes, es porque queremos compartir un tesoro que nos llena el corazón de vida y que, sabemos, responde profundamente a la búsqueda de todo ser humano. No quisiéramos que los jóvenes, que las nuevas generaciones, estén privadas de ese encuentro de conocimiento, tengo la convicción de que sin Jesús o sin el Evangelio, la vida se empobrece".
Luego comenzó el análisis detallado de cada ficha entregada, la que fue entregada a los asistentes. Patricia Catalán, Secretaria Pastoral de la Zona Oeste, fue quien comenzó con las opiniones de los consagrados , de color azul: "Hay dolores importantes y eso es una deuda también como Iglesia, cómo ir acompañando esas realidades para que ellos puedan sentirse acogidos. También aparece con fuerza en los comentarios que muchos jóvenes tienen situaciones difíciles con las familias, familias disgregadas, papás ausentes o están solos".
Otros de los resultados es que los religiosos ven en las redes sociales una riqueza importante en el mundo juvenil para el diálogo y la conexión. Además, analizan una desorientación, sobre todo cuando viven en barrios complicados que los exponen a las drogas y el alcohol. Para ello dicen que deben ayudarlos a encontrarse con Jesús, escuchándolos, conociéndolos y acogiéndolos.
A continuación, Katia Soto, encargada de formación de la zona oeste, rescató los aportes de los agentes pastorales adultos: "El gran desafío es incorporar la tecnología como un elemento eficaz de comunicación. Los adultos vemos con preocupación el uso de redes sociales en los celulares como un proceso de aislamiento más que de comunicación y, a veces, incluso, lo vemos como una adicción, pero hay que entender que los jóvenes viven en un mundo donde las adicciones están aceptadas, nadie está lejos de esta realidad y hay que aprender a discernir en este tiempo y en este lugar".
Esta fue la ficha verde, la que además aportó con otros fundamentos: "Sienten que los desafíos de los jóvenes hoy es alcanzar estudios superiores y buenos trabajos, pero a su vez experimentan abandono por parte de los padres y recalcan que resienten los errores de la Iglesia", señala el documento de resultados.
Por su parte, Jonathan Salgado, encargado de formación pastoral juvenil, recogió la base de lo que expresan los jóvenes católicos: "Si bien hay un mayor acceso a la educación, un desafío es poder terminar la carrera profesional, temas económicos vuelven a salir, la presión social y de las familias, cuando están en la carrera, muchas veces se dan cuenta que no tienen dedos para el piano y quieren cambiarse y ahí sucede la crisis, que la familia no quiere, son procesos complicados y pensemos también en aspirar a un trabajo estable, los primeros años de inserción laboral porque piden 4 años de experiencia y vienen recién saliendo."
Esta fue la ficha naranja, de la cual se recibieron 48 aportes de 16 comunidades. Aquí otros elementos destacados fueron: sienten que tienen un mayor acceso a la tecnología que les permite tener más cultura e información de manera más rápida. Se definen con una mayor sensibilidad social, a favor de minorías, y con opinión respecto a temas actuales como el aborto o procesos educativos. Manifiestan mayor claridad en sus derechos.
En cuanto a los desafíos, plantean una desconfianza sobre las instituciones, tanto civiles como religiosas, aunque no pierden la esperanza de volver a confiar en ellas.
Sin embargo hubo un pendiente, la ficha morada, de la cual sólo se recibieron cinco, las que fueron entregadas a la vicaría para la Educación para incluirlas en la síntesis arquidiocesana.
A continuación fue el trabajo grupal, jóvenes, consagrados y adultos compusieron el trabajo de análisis frente a los resultados. El grupo seis de color azul comentó: "Existe una separación entre los jóvenes y adultos porque nos ven como tatitas". Frente a la pregunta de qué actitudes NO favorecen la cercanía de los jóvenes con la iglesia, señalaron que depende de los adultos y consagrados el entregar testimonios y una buena acogida para respetar su valor.
El grupo dos amarillo, por su parte, señaló: "casi nadie participa en la iglesia y sienten que hay pocas herramientas para descubrir las vocaciones", además plantearon que hay un error al asumir que al hablar de vocación se refieren sólo al ámbito sacerdotal y eso debiese estar más aclarado, porque hay distintos tipos de llamados de servir al prójimo. Mientras que un joven señala que hay miedo de participar, por ejemplo, como acólitos ya que los amigos se burlan de él.
El grupo uno rojo, en forma paralela, reflexionó frente a las experiencias vividas: "a nosotros nos marcan los amigos, el legado de nuestros padres, de nuestro entorno, nos gusta hacer cosas, pero a veces nos sentimos sin voz".
Al finalizar el conversatorio en grupos, Melany Hernández, Marcelo Neira y el padre Ignacio Pizarro del observatorio del X Sínodo, fueron los encargados de aportar con pistas para seguir escuchando a los jovenes en sus contextos.
Finalmente el padre Galo Fernández los animó a asumir como desafio la deuda que tienen como zona. Acercarnos y escuchar a los jovenes que no son de Iglesia. Acercarse a ellos para descubrir sus sueños, sus dolores y dificultades y preguntarles de qué manera se podria ayudar en esto: "Estas preguntas son vitales para la Iglesia, pero sobre todo para los jóvenes, porque cuando pienso en cómo transmitir la fe me imagino la antorcha olímpica, que no se entrega, sino que se entrega el fuego que enciende otra antorcha, eso es la entrega del amor de Jesús que se entrega por generaciones. Un tesoro que queremos compartir".