Sábado 25 de marzo de 2017
En Renca se desarrolló la Semana de la familia
Con una asistencia del alrededor de cien personas diarias, la parroquia San Joaquín, de Renca, desarrolló una semana titulada "La Familia es Misión", en la que se abordó este ámbito desde la perspectiva del plan pastoral Iglesia de Santiago, Familia de Dios, Misionera y Misericordiosa.
Fotos: Héctor Landskron
Periodista: José Francisco Contreras
Fuente: Comunicaciones Santiago
Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl
La reflexión catequética del cardenal se basó en el Sínodo de Obispos sobre la Familia -en el que participaron numerosos laicos- y la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, del Papa Francisco. Inició su intervención con una reflexión hecha oración sobre la celeridad de la vida actual y cómo el Señor, que está fuera del tiempo, "sonríe al ver a los hombres batallar con el tiempo", que siempre les falta.
Luego afirmó que una familia cristiana no vive fuera de la realidad que la rodea, y que esta realidad, como se vio en el sínodo, es diversa. Como en Chile, donde el 65% de los hijos nacen fuera del matrimonio; existe el divorcio; muchas parejas que no celebran ningún vínculo ni civil ni religioso; gran cantidad de mujeres jefas de hogar y muchos niños no saben quién es su padre. Pero también "hay familias que viven con gozo, a veces con sacrificio, lo que significa formar un hogar, vivir en el amor matrimonial y que se preocupan de educar a sus hijos en la dimensión espiritual. Hay matrimonios y familias santas". Como también parejas que conviven a la espera de vivir el sacramento del matrimonio.
Acompañar con misericordia para integrar
Es esta realidad la que el sínodo miró "con los ojos de Jesús, que es siempre una mirada de misericordia y de perdón, que va al fondo del corazón", dijo. El cardenal Ezzati detalló la invitación de los obispos del sínodo a discernir desde la fe esta realidad diversa, para apreciar lo que hay de bueno y denunciar lo malo; a acompañar a las familias, especialmente poniéndose a la escucha, para integrar y no marginar.
Más adelante, el pastor se refrió al "don de la indisolubilidad del matrimonio, que no es un peso, sino un don que quiere salvar la belleza de lo que es de verdad el matrimonio". Agregó que la proclamación y profundización del kerygma, de la Buena Noticia de Cristo resucitado, está ayudando a las familias de la parroquia "a vivir más plenamente su vida matrimonial y familiar". En este sentido, afirmó que la familia debe volverse escuela de fe y educar en ella a los hijos.
Además, destacó la oración como una gracia que siempre debe estar presente en la familia. Ella necesita estar "de rodillas delante del Señor pidiendo constantemente su ayuda".
El cardenal Ricardo Ezzati se refirió a casos de matrimonios divorciados o con otras situaciones complejas. "También a las personas divorciadas que viven una nueva unión es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que no están excomulgadas". Y mencionó la preocupación de los padres sinodales respecto de los hijos que son víctimas de separaciones y divorcios. Citó palabras del Papa Francisco a los padres separados: "Jamás tomar el hijo como rehén... que no sean los hijos quienes carguen el peso de esta separación, que no sean usados como rehenes contra el otro cónyuge".
Terminada la catequesis, el cardenal Ezzati presidió la Eucaristía en la víspera de la Solemnidad de Anunciación.
Un joven: "He visto a Dios en el perdón"
Simón Espina, 25 años, ingeniero en prevención de riesgo, el mayor de diez hermanos, "dos en el cielo". Su madre falleció cuando él tenía ocho años. Dejó cuatro hijos, uno recién nacido. Su papá se casó al año y medio de enviudar. Vinieron otros cuatro hermanos. "Desde chico he experimentado la familia como una unión gigantesca, por la gracia de Dios. Aunque la pasáramos mal, peleáramos, tuviéramos tristezas, siempre había una alegría que la pone Dios. Todos los domingos la Eucaristía. Así sentí la necesidad de experimentar a Dios en mi vida. Cuando mi papá se casó de nuevo, mi segunda mamá también entró a la Iglesia.
Ahora, igual que cuando yo era chico, con mis hermanos menores rezamos las laudes los domingos en familia. Cuando yo empecé a carretear, si llegaba carreteado el sábado, el domingo igual me tenía que levantar a las laudes. Salíamos sanados, porque en esta liturgia familiar podemos conversar de lo que ha pasado en la semana o decir lo que nos molesta del otro. Así he visto cómo Dios ha mantenido a mi familia unida, porque con 25 años, yo sigo viviendo en la casa con mis hermanos y papás.
Hoy tengo la intención de formar también un matrimonio cristiano. Aquí está mi novia. Estamos discerniendo la vocación al matrimonio. En mi familia he conocido a Dios, el perdón, la obediencia, la autoridad. Dios me calma y me guía y hasta el día de hoy. Dios existe. No es un invento de los curas o la Iglesia. Lo he ido experimentado en el perdón".