Domingo 30 de agosto de 2020
Celestino Aós “En la misa encontramos sentido, luz y fuerza”
En la eucaristía de este domingo, presidida por el Arzobispo de Santiago, Celestino Aós, y concelebrada por el Obispo Auxiliar, Alberto Lorenzelli, se invitó a los fieles a proclamar a Jesucristo con palabras y buenas acciones.
Periodista: Paula Ampuero Ulloa
“Pidamos al Señor que nuestros silencios, que nuestras palabras, que nuestras obras sean siempre de amor, que tengan un contenido”, con esa motivación el arzobispo dio inicio a la celebración del domingo, que fue transmitida por emol.com. Y siguió con esperanza: “Acá en la misa encontramos ese sentido, esa luz y esa fuerza. Acojámonos entonces a la misericordia y a la gracia de Dios”.
Las lecturas nos invitan a renunciar a sí mismos para seguir con fe al Señor, pese a los dolores o a las burlas. Los que cuestionan en estos tiempos, dice el arzobispo, pensarán, pero las personas siguen enfermándose y muriendo, siguen perdiendo el trabajo o sus empresas. Ante ello, sostiene: “Nosotros miramos a Jesucristo y la cruz no es un talismán, ni la oración es un seguro contra catástrofes –entonces- ¿Para qué sufrir? ¿Para qué morir? ¿Para qué rezar?”.
El arzobispo nos ilumina con su reflexión ante esas preguntas: “Para aceptar que, a través del sufrimiento y la muerte, llegamos a la resurrección. Seremos salvados de todo pecado, purificados y santificados, la lucha que resulta una derrota en nuestro cuerpo físico, resultará una victoria en nuestra alma, porque nosotros lo sabemos y esperamos. El Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles y entonces pagará a cada uno de acuerdo a sus obras”.
En ese sentido, el arzobispo hace una invitación explícita a los cristianos, a los que participan en una misa: “Tenemos que proclamar a Jesucristo y el amor de Dios con nuestras palabras. A los enfermos y a los sanos, díganles palabras buenas y evangélicas, y tenemos que proclamarlo con nuestras obras. Si puede ayude en una olla común, ayude a un enfermo o a un anciano, haga alguna obra buena, la que usted pueda. No tome el modelo de este mundo, el modelo de los egoístas que solo se miran a sí mismos, y no cuidan la salud de los demás, que son capaces en unas horas de echar por tierra la obra que, con tanto sacrificio, durante días o semanas, han logrado otros”.
Lecturas del días
PRIMERA LECTURA
La palabra del Señor es para mí aprobio.
Lectura del libro de Jeremías 20, 7-9
¡Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir! ¡Me has forzado y has prevalecido! Soy motivo de risa todo el día, todos se burlan de mí. Cada vez que hablo, es para gritar, para clamar: “¡Violencia, devastación!” Porque la palabra del Señor es para mí aprobio y afrenta todo el día. Entonces dije: “No lo voy a mencionar, ni hablaré más en su Nombre”. Pero había en mi corazón como un fuego abrasador, encerrado en mis huesos: me esforzaba por contenerlo, pero no podía.
SEGUNDA LECTURA
Ofrézcanse ustedes mismos como una víctima viva.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 12, 1-2
Hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer.
No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
EVANGELIO
El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 21-27
Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá”.
Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras”.