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Jueves 5 de marzo de 2020

Doctrina Social de la Iglesia: Hacia una sociedad más justa, fraterna y humana

La construcción de una sociedad a la luz del Evangelio de Cristo es la base que sustenta los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Bárbara Guerrero

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Vivirla y difundirla es fundamental para que creyentes y hombres de buena voluntad sean capaces de llevar a cabo el plan de Dios, que aspira a que todos tengan la posibilidad de vivir dignamente.

La construcción de una sociedad a la luz del Evangelio de Cristo es la base que sustenta los principios de la Doctrina Social de la Iglesia DSI. Vivirla y difundirla es fundamental para que creyentes y hombres de buena voluntad sean capaces de llevar a cabo el plan de Dios, que aspira a que todos tengan la posibilidad de vivir dignamente. Sobre esto conversamos con Eugenio Yáñez, director del Instituto de Filosofía de la Universidad San Sebastián; Guillermo Sandoval, Máster en Doctrina Social de la Iglesia de la Universidad Pontificia de Salamanca, y el sacerdote Cristian Hodge, Doctor en Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quienes nos entregaron su visión de lo que para ellos significa la DSI en el contexto del Chile de hoy.

Nos encontramos a días de cumplir cinco meses desde el estallido social del 18 de octubre de 2019, cuando trabajadores, estudiantes y organizaciones sociales en todo el país salieron a la calle exigiendo justicia y dignidad. Mensajes como "no son 30 pesos, son 30 años" se leían en los primeros lienzos -alusivos al alza en el transporte público- o frases como "hasta que la dignidad se haga costumbre" se repetían en las manifestaciones, dejando en evidencia la escandalosa inequidad en la que se construye nuestra sociedad en materias como salud, educación y pensiones.

El diagnóstico no fue una sorpresa y hoy la discusión va en dirección de que los ciudadanos elijan a través de un plebiscito cambiar o no la Constitución de 1980. ¿Qué puede aportar la Doctrina Social de la Iglesia al bien común y a la construcción de una sociedad más justa, fraterna y humana?

La Doctrina Social de la Iglesia

La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) es una enseñanza ética, moral, social que propone principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario. Se estructura bajo la metodología del ver (para interpretar e interpelar), juzgar (discernimiento de lo humano, justo, fraterno, o lo contrario, a la luz del Proyecto de Dios) y actuar (la toma de decisiones coherentes con los valores del Reino de Dios).

Es moralmente obligatoria para los cristianos y su difusión constituye una prioridad pastoral; tienen que vivirla, transmitirla y actuar según sus principios, buscando el Bien Común, especialmente de aquellos que viven en condiciones de vulnerabilidad.

La DSI promueve los valores de la verdad (basada en la revelación), la libertad (relación con los demás y la creación) y la justicia (respeto a la dignidad y los derechos humanos del pueblo de Dios), y se estructura esencialmente bajo los principios de la Dignidad Humana, el Bien Común, el Destino Universal de los Bienes, el principio de Subsidiariedad y el principio de Solidaridad.

Este pensamiento social de la Iglesia puede ser reconocido en encíclicas sociales como la clásica Rerum Novarum (1891), del papa León XIII; Quadragesimo Anno (1931), del Papa Pío XI; Gaudium et Spes (1965), del Concilio Vaticano II; Populorum Progressio (1967), del papa Pablo VI; o Laudato Si (2015), del papa Francisco, entre otras.

¿Hemos cumplido el plan de Dios?

Las principales demandas del movimiento social en Chile tienen que ver con la dignidad de la persona humana. Desde un análisis a la luz de la fe, una de las dificultades para abordar los problemas que hoy afectan a la sociedad chilena están ligados a la pérdida de Dios en nuestras vidas. Eugenio Yáñez, director del Instituto de Filosofía de la Universidad San Sebastián, lo atribuye al ateísmo práctico, "como el mismo Benedicto XVI lo decía, el ateísmo práctico es peor que el ateísmo como tal porque se vive diciendo que Dios existe, pero se vive como si Dios no existiera", enfatiza. Para Yánez la fractura en la sociedad se debe a la forma en que estamos viviendo, atribuyéndolo a la pérdida de la amistad cívica, bajo la lógica amigo/enemigo.

En una sociedad que ha obviado valores esenciales, el exitismo y el individualismo se asoman como una práctica habitual. Para Guillermo Sandoval, Máster en Doctrina Social de la Iglesia de la Universidad Pontificia de Salamanca, este tipo de conductas es el motivo por el cual la dignidad de la persona humana está siendo transgredida. "Hay un tema de vulneración de la dignidad de las personas en Chile y en distintas partes del mundo (...) mediante abusos, injusticias, falta de inclusión y maltrato (...) La apertura a un mundo más amplio hace tomar conciencia que había cosas que antes se daban casi como una limosna, pero que en realidad corresponden a derechos", afirma.

Frente a la falta de una respuesta oportuna por parte de las autoridades políticas, la violencia toma protagonismo y fractura aún más las confianzas. Se dificulta la posibilidad de lograr el Bien Común, uno de los principios fundamentales de la DSI. Según Eugenio Yáñez, en este contexto los laicos cristianos "debemos estar en política, como nos lo pidió Juan Pablo II.

La política es la prudente preocupación por el Bien Común", asevera. "Tenemos varios políticos cristianos, pero pocos cristianos en política. Antes de su fe ponen sus intereses políticos". Una lectura similar hace Guillermo Sandoval: "La política, como lo han dicho reiteradamente los papas, es una forma superior de la caridad, del amor. Eso es la política para un cristiano, que puede ejercerla a través de distintas posibilidades, sin importar su color político".

La respuesta en los ojos de Cristo

El esquema "ver - juzgar - actuar" resulta muy actual a la hora de proyectar caminos que abran el diálogo en medio de la crisis social que atraviesa el país. Para el sacerdote Cristian Hodge, Doctor en Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, este discernimiento ético-social comprende la realidad, incluso mediante el uso de las ciencias sociales, y juzga esta realidad social desde unos principios que son éticos y que también surgen desde el Evangelio y la tradición moral de la Iglesia".

Existe una concepción errada de la Doctrina Social de la Iglesia, incluso es confundida con visiones personales y no como lo que es, "un sistema abierto de pensamiento que no pretende adoctrinar sino iluminar desde el Evangelio y la tradición moral el actuar de los creyentes", aclara Hodge. Ante el panorama actual, la responsabilidad de construir una sociedad justa a los ojos de Dios es una tarea de todos. Urge restablecer vínculos y retomar el diálogo poniéndonos en el lugar del otro. "La Doctrina Social de la Iglesia nos interpela directamente (...) El cristiano es signo de escándalo, la cruz es signo de escándalo y tal vez eso se necesita ahora. Lo que necesitamos es la conversión de los corazones", agrega Yáñez.

De esto hay una incipiente muestra y se ha dado en conversatorios y diálogos en parroquias y comunidades educativas cristianas. "Este diálogo es la actitud que enseña el concilio Vaticano II, en especial en la constitución Gaudium et spes. Los creyentes necesitamos dialogar con el mundo y también entre nosotros. Incluso en la reciente exhortación apostólica del Papa Francisco "Querida Amazonía" vuelve a proponer el diálogo social como un camino necesario", argumenta Hodge, y complementa: "esta actitud de escuchar al otro, de proponer y de participar comunitariamente es realmente un aporte para este proceso que estamos viviendo y, en general, para nuestra vida política", sentenció.

Ante la crisis social que atraviesa nuestro país, el pueblo de Dios debe ser protagonista. Hodge es categórico: "a los pastores y a la jerarquía les toca el rol de liderar estos procesos y, por lo tanto, tener una actitud de poder iluminar lo que estamos viviendo. Respecto de los consagrados, nuestra vocación es acompañar al pueblo de Dios, en especial a los laicos en todos los procesos sociales que se viven. Por otra parte, los pastores y consagrados están llamados a ejercer un rol profético. Siempre la DSI lo ha planteado, la Iglesia tiene un rol de anuncio, pero también de denuncia. Cuando se ven atropellados los derechos humanos, el rol profético de la Iglesia es denunciar. Esto ha sido una constante en el mundo, en América Latina, y en Chile. No podemos renunciar a esa defensa de los derechos humanos, es el servicio profético que tenemos los consagrados y consagradas. La opción por la no-violencia activa es también una señal profética para nuestro tiempo".