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Artículo

Martes 15 de octubre de 2024

Homilía de Monseñor Fernando Chomali en la peregrinación a Santa Teresa de Los Andes 2024

Les compartimos la homilía del Arzobispo de Santiago, Mons. Fernando Chomali G., pronunciada durante la Peregrinación a Santa Teresa de los Andes 2024, bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”, que tuvo lugar el sábado 12 de octubre de 2024, en el Santuario de Auco.

Periodista: Nazareth Quezada

Hermanos y hermanas: 

Bendigo al Señor por este encuentro, por todos quienes lo han organizado. Por cada uno  de ellos gracias a Dios una y mil veces. 

Desde hace una semana que estoy pensando día y noche en este encuentro, y quisiera  hablarles al corazón desde palabras que salen fruto de la oración delante de Dios. 

Lo primero que quisiera hacer, estimados jóvenes, es pedirles perdón. Perdónennos por  el mundo que les hemos dejado. Perdónennos porque no hemos sido capaces de  detener la guerra que mata y que no construye.  

Les pido perdón porque no hemos sido capaces de detener la corrupción que tanto nos  duele. Corrupción por doquier de quienes tienen la obligación de cuidarnos y de velar  por el bien común.  

Les pido perdón también por los abusos de todo tipo, incluso al interior de la iglesia. ¡Cómo nos duelen! Les pido perdón por las injusticias sociales que claman al cielo, son muchas las familias chilenas y del mundo que no llegan a fin de mes con su sueldo, para  qué decir en otros lugares del mundo. 

Les pido perdón también por la inseguridad en la cual vivimos. ¡Les fallamos, jóvenes! No les dejamos el mejor mundo. Este mundo no está en el plan de Dios, Él no quiere  esto para nosotros.  

¿Qué nos pasó? Nos enceguecimos con un crecimiento económico que no fue al mismo  tiempo un crecimiento moral ni espiritual. Nos enceguecimos con las cosas y nos  olvidamos de las personas. Eso fue lo que pasó, les pido perdón. 

Este sistema injusto trae en ustedes muchos dolores. Nosotros conocemos esos dolores porque conocemos a los jóvenes. Nos duele que muchas personas y jóvenes capaces no  puedan estudiar porque no tienen dinero. Nos duele que miles de ellos han dejado el  colegio y andan a la deriva. 

Nos duele saber lo que les cuesta encontrar trabajo y más nos duele que todavía haya  personas que no contraten a mujeres en edad fértil. Nos duele esa discriminación. 

Nos duele también ver las dificultades que tienen para adquirir una vivienda, dificultándoles el poder casarse y formar una familia. Todos estos son dolores grandes que los vemos día a día y que tienen que ver con esa incapacidad que tuvimos de velar  por el bien común porque estábamos demasiado preocupados de nosotros. ¿Qué  haremos frente a este panorama? 

Tenemos que volver una y otra vez a la palabra del Señor y a su promesa. Esa que no  falla, que sigue presente y que se hace realidad hoy, “yo estaré con ustedes hasta el fin  de los tiempos”.  

A pesar de todos los males Cristo está presente en nuestra vida y quiere que nosotros  saquemos bien de ese mal. Por eso que tenemos una gran responsabilidad. Sí, los  hombres, mujeres y jóvenes de fe tenemos una gran responsabilidad porque seremos  capaces con la ayuda de Dios de sacar bien donde hay mal y lo haremos porque Dios  actúa a través de la iglesia que somos cada uno de nosotros. 

Si ponemos al centro a Jesucristo, si lo reconocemos como el creador,si lo reconocemos  como el que dio la vida por cada uno de nosotros, si nos grabamos en nuestra mente,  en nuestro corazón, en nuestra boca, nuestras manos que Cristo nos amó hasta el  extremo y se entregó por cada uno de nosotros seremos capaces de vislumbrar un  nuevo futuro para nosotros y para los demás. 

Para eso tenemos que reconocer que solamente Jesucristo es capaz de darle sentido a  nuestra vida. No encontraremos sentido a nuestra vida en las cosas; las cosas nos dejan  vacíos. Creo que nos tienen anestesiados para que compremos cosas que no  necesitamos. Así, perdemos tiempo en vez de concentrarnos en Jesucristo aquel que es  verdad, camino y vida. 

Jesucristo nos tiene preparada una vocación personal; nosotros no tenemos vocación a  lo que nos resulte porque la tenemos inscrita en nuestro corazón, desde siempre desde toda la eternidad. Nadie nos puede robar ese sueño de cumplirlo, nadie nos puede robar  la ilusión de saber que podemos sacar lo mejor que tenemos, es decir, las destrezas, las  habilidades, los carismas que Dios nos ha regalado para ponerlos al servicio de los  demás. 

Para eso no solamente tenemos que sacar el corazón de piedra y poner uno de carne  con la ayuda del Señor, sino que también tenemos que emprender un camino de  valentía, sabiendo que vamos a nadar contra la corriente. Jóvenes, pero vale la pena  para poder vivir según como se piensa. Si no lo hacemos terminaremos pensando cómo  vivimos. Esa es la ruina del hombre y del alma. 

También tenemos que reconocer la grandeza que hay en los demás, no podemos vivir  en una sociedad donde el otro es nuestro enemigo, que nos va a quitar un puesto en la  universidad o en el trabajo. Somos una comunidad de hermanos que construimos entre  todos un nuevo mundo, un mundo según el querer de Dios.  

Solamente Dios nos dará auténtica libertad asociada a lo que es bueno, a lo que es  verdadero y nosotros tenemos eso porque Jesucristo es camino, verdad y vida, es luz  que nos encamina. Por eso que es tan importante reconocer la sabiduría que de Él  procede, por eso que es tan importante conocer los mandamientos como una fuente de liberación, ellos no son fuente de esclavitud, son fuente de iluminación, fuente de vida  auténtica. 

El no a la mentira es un gran sí a la verdad, el no a matar es un gran sí a la vida. Ese es el  camino que tenemos que recorrer. Pidiéndole al Señor que nos da la sabiduría que de Él  procede.  

Tenemos que hacer un decidido camino de oración, no podemos permitirnos ser  superficiales, no puede girar nuestra vida en torno a la previa y del carrete, no tenemos  tiempo para eso. Este es el tiempo de ustedes, este es el tiempo del Señor. Es la hora de  preguntarnos ¿qué vamos a hacer por la Iglesia? Para que brille el rostro de Jesucristo  en nuestro corazón. 

Hablo de la oración, porque el Señor lo dice una y otra vez con claridad, “sin mí no podéis  hacer nada”. Construir la propia vida desde los gustos terminará atentando en contra de  nosotros, quien no reza no tiene nada que decirle al mundo y nosotros como Iglesia no  podemos permitirnos ser superficiales, pues estamos llamados a mirar los fundamentos  de la realidad para comprender el mundo y así transformarlo.  

Esa tarea se hace en la parroquia, en el movimiento, en el colegio. Les vuelvo a insistir  no toleremos que nos anestesien con las cosas, porque las cosas son instrumentos que  solamente tienen validez cuando están al servicio de la persona.  

Aquí en este lugar está el futuro Presidente de Chile, no lo vamos a ir a buscar a otra  parte, ¡Está aquí! Está aquí el nuevo nobel de literatura, aquí está el economista que se  preocupa cómo superar la pobreza, aquí están los futuros sacerdotes, religiosas y  diáconos, también de aquí saldrán matrimonios, camino excelso de santidad, porque  aquí hay personas que no temen, porque saben que Dios está con nosotros y estará  hasta el fin de los tiempos. 

Emprendamos la aventura de una vida plena entregada a los demás, en donde nuestro  llamado es a servir y no a ser servido, en la cual nos reconocemos creados para amar y  ser amados y para trabajar por los demás. Esa fue la aventura que no vivió el joven rico  y eso lo llevó a estar triste y nosotros somos hombres y mujeres de alegría, la que  proviene del Señor que nos conduce como una madre lo hace con su hijo. 

Por eso hermanos y hermanas los invito a que reflexionen, a que nos tomemos la vida  en serio.  

Les quiero leer algunas frases del Papa Francisco, dirigidas a los jóvenes:  

“Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea  mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea  clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los  colegios, las instituciones son para salir, sino salen se convierten en una ONG y la iglesia  no puede ser una ONG, la iglesia es el pueblo de Dios, el pueblo que clama misericordia”. 

El Papa les dice a los jóvenes: “Jóvenes den testimonio de Jesucristo que está vivo,  pregúntale lo que quiere de ti, sé valiente, pregúntale si sabes decir sí a Jesús entonces tu vida joven se llenará de significado y será fecunda”. No le podemos pedir a los listados  que aparecen en diciembre de cuánto se gana estudiando tal o cual carrera, eso es  superficial, eso es mundano”.  

Tenemos que pedirle a Dios cual es nuestra voluntad, nos dice también: Jóvenes  apuesten por grandes ideales hay que ser valientes para ir contra corriente y Él nos da  esta fuerza, es necesario detenerse a dialogar con Él darle espacio con la oración, no  podemos quedarnos enclaustrados en las parroquias cuando tantas personas están  esperando el evangelio.  

Empujemos a los jóvenes para que salgan, pensemos con decisión en la pastoral desde  la periferia. Qué bueno es que los jóvenes sean callejeros de la fe, felices de llevar a  Cristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón. Dijo callejeros no carreteros, ¡que es  distinto! 

Jóvenes no tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente hasta las periferias  existenciales. Jóvenes los queremos fuertes con esperanza y con fortaleza porque  conocen a Jesús, porque conocen a Dios, porque tienen un corazón libre. 

Que Dios los bendiga y bajo el amparo de Carlos Acutis, Teresita de Los Andes que nos  acoge, al Señor de la Vida le damos honor y gloria por los siglos de los siglos, amén.